십 (DIEZ)

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JUNGKOOK

Era fin de semana, mínimo eran las 9:30 de la mañana cuando me encontraba en mi habitación arreglándome para salir a hacer ejercicio, esto es una costumbre que tome todos los fines de semanas cuando vivía en busan y estando aquí en Seúl no seria la excepción.

Vestido con unos pantalones deportivos y camiseta de color negro junto con mis tenis blancos, tomé mis audífonos y Salí de casa para iniciar mi rutina.


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Después de una hora completa corriendo y trotando me detuve esta vez a caminar por el parque, mientras caminaba a lo lejos vi dos siluetas femeninas que se me hacían muy conocidas, pensaba que mi imaginación me estaba jugando una broma sobre que aquellas chicas, pero al acercarme más pude comprobar que mi mente no me estaba engañando.
No era nadie más y nada menos que Amanda y Emily. Me acerqué a ellas trotando hasta alcanzarlas, luego dije lo siguiente:

- Amanda, Emily – ellas voltearon hacia mi dirección y sonreí al ver que tengo su atención.

- Jungkook – pronuncio Amanda y me posicione frente a ellas.

- Hola – salude y me devolvieron el gesto.

- ¿Como estas kook? – pregunto la pequeña y me agache a su altura.

- Muy bien ¿y tu linda? – sonrió asintiendo a mi pregunta.

- ¿Y que te trae por estos lados? – esta vez pregunto Amanda mientras me reincorporaba.

- Estaba corriendo y de casualidad las vi por aquí y ¿ustedes que hacían? –

- Estábamos dando un paseo luego iremos a una cafetería –

- ¿Quieres venir? – pregunta Emily soltándose del agarre de su madre y mire a amada y luego a ella.

- Solo si tu mama me deja, no quiero estorbar – le sonreí y ella automáticamente se agarró de las piernas de su mama haciéndole caritas.

- Mami... ¿puede ir con nosotras?, siii – alargo la i mientras la veía con esos ojitos pidiendo su permiso.

- ¿No tienes inconvenientes verdad? – me pregunto y negué – está bien si puede venir con nosotras – Amanda sonrió hacia su hija.

- ¡Si! – chillo emocionada y de enseguida se lanzó a mis piernas para abrazarlas.

- ¿Puedes cargarme? – pidió estirando sus brazos a mi dirección y la alce logrando que se trepara a mi cuello y torso.

- Ya te ganaste su cariño – me afirmo Amanda mientras me sonreía.

- Que puedo decir, soy muy bueno con los niños – presumí y me gané un leve golpe en el brazo.

- Ya vamos, que tengo hambre – pataleo la niña y la pelinegra asintió suspirando.

- Andando –


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Ya sentados en una mesa cerca de la ventana, un mesero se acerca a nosotros y pide nuestra orden.

- para mí un café americano y una tarta de manzana – pidió Amanda y luego vio a su hija.

- Para ella una malteada de vainilla y un pedazo de torta de chocolate –

- Y para mí un café capuchino y un pedazo de tarta de zanahoria –

este asintió escribiendo todo en la libreta y dijo que en 10 minutos nos traía la orden, asentimos y se retiró.

- Kook – llamo la pequeña y la mire.

- Dime linda –

- ¿de dónde eres? ¿Cuántos años tienes? ¿tienes hermanos? ¿te gusta el chocolate? ¿te gustaría jugar conmigo ahora que salgamos de aquí? – empezo a bombardearme de preguntas, que por la rapidez en la que me hablaba se me hacia demasiado tierno su comportamiento que no dude en reirme un poco para despues interrumpirla. 

- Woah, princesa una pregunta a la vez, no puedo responderte a si de rápido –

- Está bien, es que me emocione – sonrió inocentemente.

- No te preocupes y respondiendo a tus preguntas, soy originalmente de Busan, tengo 24 años, solo tengo un hermano y si me gusta el chocolate y sobre jugar seria otro día, ¿ok? – asintió y unos minutos después el mesero llego con nuestras órdenes.

Comenzamos a disfrutar de nuestra comida mientras seguíamos hablando y conociéndonos un poco más.










CONTINUARA.

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