Las historias que no te conté

Autoflagelo

Me siento de un humor particular, lleno de enojos, lleno de indignación, de tristeza. Me baño con agua para quitar los pesares, dejo el agua correr por mi cuerpo y aún desnudandome no se limpia mi mal deseo. Soy solo acciones que no contentan mi ser, soy la desilusión del primera vez de cualquier cosa, soy el desenamoramiento de una pareja, el llanto de un niño que no quiere cesar, soy las descripciones de estrés moribundo y desenfreno.

Escucho mi banda sonora, nunca será suficiente canción para narrar veintiún años de tantas memorias amargas, saben a remedio, a la bebida que menos me gusta.

Ni mil cervezas sirven para aplacar tan aberrantes memorias, ni tampoco las drogas me inyectan la felicidad que tan a gritos pido.

Limpio una y otra vez la superficie donde se encuentra mi dignidad, tan bajo como para arrodillarme, no sé dónde encontrar la motivación de seguir dubitando por el camino, alguna vez pensé en besar el suelo, permitirme ser uno con él, aún no tengo la cobardía suficiente.

Soy auto en piloto automático, todo me pasa, sigo a la vanguardia, si no siento, no será necesario ahogar motor, ya no me quedan ganas de volver a tomar el control, no lo tuve ni siquiera. Aquel copiloto era yo, en un viaje que me llevaba a un lugar que no deseaba, quién sabrá dónde iré a terminar, en todo caso sigo de copiloto pero el piloto no me escucha, miro por la ventana, solo queda eso, asumir la culpa del camino perdido.

Estoy sin las vistas, he dejado los ojos que colaboran con la visión y enfoque, todo está borroso, fuerzo mis sentidos hasta que respondan. Estoy harta, estoy acostada, mirando al cielo, me siento en una paz que me abruma, me obliga a levantarme, corro, corro, voy, respiro, ¿Dónde voy?

Estoy atrapada, sin aire, no hay barrotes, ni paredes de cristal, me aflige el pecho, la espalda y cuello, me erizo, me lanzo al suelo y en cuclillas sigo queriendo salir. No hay suelo tampoco, no hay paredes, no hay techo solo un vacío, me penetra, me inunda, me transforma.

Nada tiene sentido, nada es justo, todo me agobia. Entre la bruma de la pesadez olvido recoger la verdad.

Paso de la comida, soy adicta a la autoflagelación.