Parte Única

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Llevame, no me abandones, por favor.

Eso fue lo último que escuche de ti, y todavía sigue vivido en mi memoria; A pesar de que esto pasó hace más de veinte años. Las voces de fondo, las manos frías del que en aquel entonces era solo un niño. Nunca supe porque querías que te llevará, y aunque te hubiera llevado, ¿A dónde hubiéramos ido? Solamente te ganaba por un año, tú tenías 16 y yo 17. 

Era solamente un adolescente, cuando tuve que ir al campo de batalla. Me habían equipado con lo más básico, todo entraba en una mochila pequeña, pero a pesar de ello me dieron una mochila demasiado grande. Aunque, luego lo agradecí, pude llevar todas tus cosas.

Recuerdo cuando te conocí, estabas escondido detrás de algunos escombros, tenías gran parte de tu pequeño cuerpo lastimado, cuando te vi solamente pensé en ayudarte; pero tu pensaste que te iba a matar y no te juzgo, cualquiera en esa situación pensaría eso. Rogaste para que no te asesinara, en ese momento lo único que se me ocurrió decirte fue "Tranquilo, ni siquiera tengo municiones... estas muy herido, ¿Necesitas ayuda?" Ahora que lo pienso, no fue lo más inteligente para decirte, pero aun así confiaste en mí y sinceramente eso fue lo mejor que me pasó, los días se hicieron mucho más llevaderos junto a tu lado, en menos de una semana te convertiste en la luz que iluminaba mis días.

Desde el primer día en el que te conocí tuviste un aura tranquilizadora, no importaba lo que pasara alrededor, con un solo abrazo tuyo todo mejoraba significativamente; Los sentía como abrazar a mi madre, aunque tu eras menor que yo. Creo que por eso siempre tuve esa necesidad de protegerte, a pesar de que yo sabía de que eras fuerte y que te las podrías apañar totalmente solo, es más, a veces sentía que te estorvaba, pero siempre me mirabas con esa sonrisa la cual me hacía sentir las conocidas "mariposillas" en el estómago.

Tengo que admitirte algo, siempre que pienso en el momento en el cual fui más feliz a tu lado, no puedo evitar pensar cuando estábamos en una escuela abandonada acampando y tu me dijiste que mis manos eran bonitas, realmente nunca las concidere lindas hasta que tu lo señalaste. Recuerdo cómo tomaste una de ella y le diste un beso a mis nudillos. Tus labios eran tibios, eran agradables.

En un momento de lucidez te respondí de que tus mejillas también eran bonitas, tome suavemente tu mentón y di un fugaz beso en tu mejilla; Las mariposas revoloteaban molestandome, mientras sentía como mi rostro se iba poniendo rojo por la vergüenza. Pero yo no era el único, tú también tenías tenías las mejillas sonrojadas y en tu cara se plantó la tonta sonrisa que tanto ame. Definitivamente ese es uno de los más bellos recuerdos que tengo contigo, si bien no es el único, es de los pocos que hacen que aun a mi gran edad me vuelva a comportar como un adolescente enamorado otra vez. Con el paso del tiempo, le termine agarrando mucho cariño a ese recuerdo, pero sería un mentiroso si no admitiera que actualmente me hubiera gustado besar tus labios, los cuales seguramente estarían aún tibios.

Todos los recuerdos que tengo junto a ti son bellos y los llevaré con un especial cariño en mi corazón hasta el día de mi muerte; Me hubiera gustado que todo haya sido de color rosa— si así fuera, no estaría escribiendo esta carta— pero también hay algunos los cuales son horribles, y que hasta el día de hoy sigo recordando como pesadillas vivientes. Aunque no te preocupes, tu nunca fuiste el culpable de nada, el verdadero culpable fue quienes empezaron una guerra y quienes la apoyaron, creyendo que matando personas para "ganar" sería una buena idea y por consecuencia ser mejores que el bando contrarío, tanto en armamento y personal; Aunque la devastada ciudad habla por si sola, todo terminó destruido y con miles de muertes, con la tuya incluida.

No tengo el nombre, ni se cual era el rostro del soldado que te mato pero muy en el fondo de mi ser, entiendo porque lo hizo; Eras el enemigo, y aunque me duela decirlo, yo debería haber hecho ese trabajo antes, pero en vez me encariñe contigo y aunque vaya en contra de las órdenes de Dios, yo siempre pensaré que éramos el "Las personas correctas, pero el momento equivocado".

Una carta para 1917Donde viven las historias. Descúbrelo ahora