Capítulo 24

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Habían pasado unos días después de saber por fin la identidad del misterioso sujeto que me seguía la pista. En aquellos momentos estaban buscando intensamente a Mordo por toda la ciudad y sus alrededores, pero había sido rápido para ocultarse bien, ya que aún no lo encontraban. 

En cuanto a Jimmy, me aseguré de que estuviera bien yendo a visitarlo. El pobre estaba muy confundido y tenía recuerdos borrosos. Lo único que tenía claro es que se había tumbado en el sofá un momento para echar una cabezadita y cuando despertó eran pasadas las nueve de la noche. Se disculpó al menos doscientas veces por dejarme "sola" y tirada con el trabajo, pero le dije que no tenía importancia.

Supongo que no todos los días un mago suplanta tu identidad y pretende matar a tu mejor amiga.

Desde aquel día, notaba el comportamiento de Stephen extraño. No era que me evitara, pero casi siempre tenía algo que hacer y a penas coincidíamos los dos a solas. 

Una tarde estaba hablando con Wong en la cocina y le dejé caer la actitud para nada usual del doctor.

—¿Sabes si le pasa algo?

—No, ese hombre no suelta prenda de lo que le pasa por la cabeza. Es muy reservado.

—Lo sé pero... Me preocupa.

—¡Ajá! Hasta que lo admites —dijo señalando en mi dirección con una sonrisa de victoria.

—Solo he dicho que estoy preocupada, nada más —me defendí a sabiendas que tenía la cara tan roja como un tomate.

—Sí, ya. No nací ayer, Avril. Sé reconocer cuando una persona está enamorada y tú lo estás hasta las trancas. 

Un silencio vale más que mil palabras, así que se lo tomó como una afirmación y empezó a festejar. 

—¡Lo sabía! Tendría que haber sido adivino, me habría ido bien. Los chicos me deben cincuenta dólares. 

—¡¿Apostaste?! —lo miré incrédula y acusadoramente a lo que él solo levantó las manos en defensa. 

—Era una apuesta asegurada, si quieres comparto contigo —me levanté de inmediato y empecé a perseguirlo por el lugar, pero el asiático escapó por el pasillo, así que le seguí el rastro. No se iba a librar tan fácilmente de mí.

—¡Ayuda! ¡Me quiere matar!

—Espera a que te atrape. ¡Te vas a enterar!

Le lancé un hechizo paralizador pero lo evitó sin mucho esfuerzo. Llegamos al vestíbulo y lo atrapé con ayuda de una cuerda conjurada.

—¡Eso es trampa!

—Nadie puso reglas.

—¿Por qué estáis armando tanto escándalo? ¡Se os oye desde arriba!

Ambos miramos hacia las escaleras y encontramos a Stephen con cara de circunstancias.

—¡Ayúdame, Strange! Me hará picadillo si no lo haces.

—Tú te lo buscaste.

—Algo habrás hecho —habló el pelinegro bajando las escaleras. —Déjalo, Avril. Si quieres vengarte, mejor que sea luego. Lo necesito para un encargo. 

Deshice la cuerda con un gesto y oí un suspiro de alivio por parte del asiático, seguido de un agradecimiento. 

—¿Qué encargo? 

—Tenemos que ir al santuario de Londres, se requiere de mi presencia. 

—¿Ha ocurrido algo? —dije un poco preocupada.

—No, solo son reuniones puntuales que hay que hacer de vez en cuando. Tenemos que estar allí para mañana temprano.

—No puedo asistir, tengo un compromiso —miré a mi amigo bastante dudosa de esa afirmación.

—¿Un compromiso? ¿De qué? —Stephen estaba igual de sorprendido que yo.

—Las lecciones que estoy impartiendo esta semana son muy importantes, no puedo faltar. 

—¿Y no lo puede hacer otro en tu lugar? —insistió.

—Me temo que no, además, luego me gustaría poner un poco de orden en la biblioteca. La tengo bastante descuidada. 

«Si se pasa la vida allí dentro...» —alcé una ceja ante la excusa poco creíble que había dado.

Miré a Stephen y pensé las siguientes palabras que iba a decir. Una vez abriera la boca, ya no habría opción de retroceso. 

—Si quieres puedo ir contigo.

Volvió su atención de Wong a mi en cuanto hablé. No dijo nada y tan solo se quedó mirando. Temía que se negara ante mi sugerencia.

—Así tienes un poco de compañía, luego le puedes comunicar a Wong lo que hayáis hablado. Además, nunca he estado en Londres... y sería bonito visitarlo —insistí.

—¡Qué buena idea! Problema resuelto. Vosotros os vais y yo me quedo en vuestra ausencia guardando el santuario —dijo Wong contento. 

Seguí observando al doctor, esperando una respuesta. Bajó la mirada y después de un tenso silencio la posó sobre mí.

—Está bien —finalmente desistió. 

—Bien, pues haré unas llamadas para conseguir que me cubran en el trabajo —dije intentando ocultar mi ilusión y emoción. 

—Nos reunimos mañana en el vestíbulo a las 7. No–

—Llegues tarde. Sí, lo sé —reí al ver su cara por haberlo interrumpido. Por muy serio que estuviese, sabía que le había hecho gracia. El ligero tirón de la comisura de sus labios lo delataba. —Hasta mañana. Nos vemos, Wong —me despedí pasando junto al doctor para subir las escaleras.

—¡Que te lo pases bien! —pude ver un pequeño guiño de su parte. Entonces supe que todo era una pequeña mentira para que pudiera acompañar a Stephen. Me estaba dando el empujón que necesitaba en aquellos momentos.

«Te debo una» —pensé sonriendo.

Cuando estuve en mi habitación hablé con Sophia y le conté que tenía un viaje inesperado para el día siguiente. Le hablé de la situación pero omitiendo los detalles que tenían que ver con la magia y encantada se ofreció a cubrirme. No me puedo quejar, tenía muy buenas amistades.

Me marché a dormir bastante inquieta, pero de emoción. Después de un tiempo que se me hizo eterno, podría volver a pasar tiempo con él. Caí en un profundo sueño sonriendo de dicha.   






𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora