El favor

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El favor

Stevie sabía porque era llevado tan de prisa a la casa de Malcolm. No querían jugarle una broma, mucho menos. Lo que sucedía era otra de esas veces en las que se dejaba llevar por una situación y accedía de más... A pesar de los cortes en la oración que firmó su sentencia, Malcolm, su mejor amigo, había entendido a la perfección, por lo que no tuvo más remedio que dejarse llevar.

—¿Puedes ir más despacio? Me mareo — dijo Stevie entrecortadamente, cómo siempre —. Tu casa no se va a ir.

Malcolm parecía no haberlo escuchado hasta que, de repente, añadió más velocidad a su caminata. Esperaba poder escapar de esto.
O tener la oportunidad de hacerlo.

—Hola papá — saludó rápidamente Malcolm mientras empujaba la silla de ruedas de Stevie hacia adentro. Una vez ahí, lo llevó zigzagueando por la casa hasta llegar a la cocina, con la cara de su papá confundido mirándolo durante todo el trayecto.

— Adiós — respondió Hal, extrañado por el comportamiento de su hijo. ¿Porqué tanta prisa?

¿Y porqué le ponía seguro a la puerta?

...

Malcolm casi instantáneamente al pisar su habitación compartida buscó señales sobre si lo estaban espiando o sus hermanos estaban ahí; mientras checaba, Stevie podía ver cómo cerraba las persianas y las puertas que conducían al baño y al clóset. Ya no había escapatoria. Bueno, podría gritar pero entonces los dos quedarían expuestos y eso era lo último que quería.

¿Sería tan malo seguir con esto...?

— Oye Stevie... — Malcolm se sentó frente a él, jalando la silla de su escritorio. Con lentitud se acercó y le tomó de la mano —...si no quieres, amm... hacerlo... no tengo problemas, puedo buscar a alguien más, te lo pedí a ti porque eres mi mejor amigo... Sabes lo que me gusta, ¿No?

— Sé que te gustan las mujeres — respondió Stevie con su tan característica respiración — pero no recuerdo porque estamos aquí platicando sobre eso.

— Hay una linda chica a la que le quiero llegar, ya te dije — explico Malcolm entre gestos — pero ella sólo puede acceder si yo demuestro que puedo darle un oral.

— Recuérdame que tengo que ver yo — el de lentes masajeó el puente de su nariz. Sabía a dónde iba esto y no podía estar más nervioso. — Soy un hombre, no una mujer, por si no te habías dado cuenta.

— Sé que no es lo mismo Stevie — Malcolm jaló su cabello en desesperación — pero sólo quiero saber cómo puedo mover la lengua. Creo que una vez practicando, entenderé el de la mujer.

Eso era tonto pero Stevie podía sacrificarse por algo como esto... Esto lo pensaba el Stevie caliente; su otro yo, el ñoño, sólo quería negarse y alejarse.

— De acuerdo — accedió, antes de apuntar con su dedo índice a Malcolm, empezando su advertencia —, pero yo no te lo haré a ti, sólo quiero que lo sepas.

“Con el calor del momento espero no entorpecerme" pensó mientras veía a Malcolm sonreír y sacar vaselina de su cajón.

— Si quieres que me detenga, dímelo, también si lo hago bien o mal: es un experimento, debo hacer notas mentales — empezó explicando el cerebrito —, si quieres... amm... gritar o gemir, hazlo bajito porque papá está en casa y los chicos no tardan en llegar.

— Debería sentirme ofendido — Stevie bromeó viendo como Malcolm traía papel para dejarlo delicadamente sobre el escritorio. Una vez realizado el movimiento, el susodicho lo miro intensamente a los ojos.

Más que una práctica [Malcolm X Stevie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora