Sus ojos dorados

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Es realmente impresionante la velocidad con la que el tiempo puede pasar. Se siente como si hubiese sido ayer cuando te vi marcharte de mi vida por aquel oscuro sendero. Aun recuerdo que a pesar de la tristeza que se reflejaba en tu mirada, tu seguias con la ferviente idea de que debías irte y yo no pude hacer nada para detenerte, después de todo tú habías elegido ese camino y yo no tenía el poder para interponerme a tus decisiones. Creo que si hay algo que realmente me tranquilizó esa noche, fue el hecho de que tu abuelo se iría contigo y sabía que él jamás dejaría que algo te pasara.

En el que se suponía era tu cumpleaños número diecisiete, fue cuando todo cambió, ese día luego de 8 años de tu partida entendí el porque me había dolido tanto, no era porque éramos mejores amigos, o porque eras mi único amigo en realidad, no, aquella mañana entendí que mis sentimientos hacia ti no eran los de una simple amistad, eran los de un amor que iba más allá de lo establecido, y lo más sorprendente era que esos sentimientos no había desaparecido, solo habían aumentado con el tiempo ¿Y sabes? Estoy muy feliz de que no lo hayan hecho, porque gracias a eso hoy puedo sentarme a tu lado, bebiendo una humeante taza de chocolate caliente, mientras escribo esto. Pero no nos adelantemos, primero debo explicar cómo empezó esta travesía.

Recuerdo que era una hermosa tarde de invierno, desde que tu te habias ido los inviernos no eran tan fríos, o eso me parecia a mi. Estaba junto con Nan caminando de regreso a casa después de las clases, luego de lo sucedido nos habíamos vuelto realmente unidos, reíamos y hablábamos de lo primero que se nos ocurriera. 

Después de dejarla a ella en su casa, me encaminé hacia el bosque como había estado haciendo durante los últimos ocho años, luego de adentrarme un poco entre sus frondosos árboles, me senté a los pies de un enorme pino y saque mi libreta. Acostumbraba a ir todos los días ya que ese lugar me traía mucha tranquilidad cosa que me servía para escribir. Agarré una lapicera y empecé a escribir el cuarto capítulo de mi quinta novela, aun recuerdo que se trataba de un increíble mafioso que se enamoraba de su fiel mano derecha. Mientras escribía comencé a escuchar raros sonidos a mis espaldas, que estaba seguro no eran de un lindo conejito. Me levanté de un brico dándome la vuelta para ver de qué se trataba. En ese momento sentí como unas grandes manos de delgados dedos tapaban mis ojos, esas manos las reconocería en cualquier lugar, después de todo las había tomado incontables veces en mi infancia. 

A pocos centímetros de mis oídos sentí como una grave y aterciopelada voz me susurraba- “me hace muy feliz que siempre vengas sin excepción”- realmente estaba asombrado de escuchar eso.

Dando un paso al frente liberándome de esas protectoras manos y mirando hacia atrás, descubrí una dorada mirada que esperaba no ver en mucho más tiempo. Mi felicidad era imposible de contener, una gran sonrisa que llegaba a mis ojos se abría paso por mi rostro, y con mis ojos acuosos y llenos de alegría me abalance hacia ti. Tu me atrapaste al vuelo y yo te rodeé con brazos y piernas, demostrando que no volvería a dejarte ir, y realmente no lo hice. Por un momento pensé que era todo una ilusión, que era un sueño y que en algún momento por más que no quisiera tendría que despertar, pero me di cuenta de que no, realmente estabas ahí, abrazándome amorosamente y con tu cabeza apoyada en mi hombro, así como la mía en el tuyo.

Luego de ese efusivo abrazo, me tuviste que bajar, porque a pesar de que mi peso había disminuido de sobre manera, eso no me hacía una pluma. Nos quedamos mirando durante un buen rato aun abrazados, y sin darnos cuenta nuestros rostros se fueron acercando de a poco, hasta el punto de sentir la respiración de uno sobre el rostro del otro. Me miraste con unos ojos que pedían aprobación, y yo sin dudarlo mucho di un pequeño asentimiento, casi imperceptible si no fuera por nuestra cercanía. Acortando los pocos milimetros que quedaban entre nosotros, nuestros labios se unieron, éramos jóvenes e inexpertos y no sabíamos como se besaba, pero eso no quitaba lo hermoso que fue. Pensando ahora en eso creo que ese fue mi beso favorito, sacando de lado el que nos dimos en nuestra boda por supuesto, pero eso no viene al tema. 

Nos separamos totalmente sonrojados, solo había sido un choque entre nuestros labios, sin ningún movimiento, pero eso no le quitaba lo hermoso.

Luego de eso nos dirigimos a mi casa, como mis padres no se encontraban ya que estaban de viaje, nos sentamos en la sala, con una taza de chocolate caliente cada uno, hablábamos de todo lo que nos había sucedido en estos años que no nos habíamos visto, me contaste que tu abuelo se encontraba realmente bien y que no se habían separado el uno del otro en ningún momento, yo te conté que me había vuelto realmente muy bueno en clase y era de los más inteligentes, también te dije que mi relación con Nan había mejorado mucho y que ahora éramos realmente unidos. Durante toda la noche nos estuvimos poniendo al día, cenamos y nos fuimos a dormir. Al acostarnos nos quedamos mirando cara a cara, mirándonos el uno al otro y con un último beso y como un suave “buenas noches” nos dormimos. 

Luego de eso empezó nuestra hermosa historia, pero eso lo dejaré para otro escrito, así que con la hermosa vista que hay en nuestra sala hacia el horizonte, me despido.

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