Capítulo 30

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Los besos y las caricias continuaban sin cesar, haciendo que el ambiente se caldeara cada vez más en la habitación de aquel hotel

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Los besos y las caricias continuaban sin cesar, haciendo que el ambiente se caldeara cada vez más en la habitación de aquel hotel.

Law, tras un buen rato de besos y caricias, decidió ir un poco más allá.

Tras atacar su cuello de nuevo, fue dejando un camino de besos bordeando la clavícula de la peli(t/c).

Sin aguantar más sus ganas, recorrió la piel de la joven dejando pequeños lametones a su paso.

Una vez en la zona deseada, pasó lentamente la lengua sobre uno de los pezones de (TN), haciendo que su cuerpo sufriera un repentino espasmo y que de su boca saliera un perceptible gemido.

Tras ello, comenzó a dar pequeños toques con la punta de la lengua, mientras paseaba la yema del dedo pulgar sobre el otro.

La gatita estaba disfrutando como nunca. Si llegaba a saber que iba a sentir todo aquello, hubiera mandado los nervios a la mierda. Aunque no iba a negar que todavía los sentía, pero iban pasando a un segundo plano.

Law disfrutaba del cuerpo de la joven, pero estaba empezando a sentir la urgencia de ir un paso más allá.

Sin embargo, debía esperar. (TN) debía estar lo suficientemente preparada para que aquella experiencia no fuera dolorosa para ella.

Liberó uno de sus pezones para dirigir la mano hacia la intimidad de la joven. Estaba bastante húmeda. Adoraba que se estremeciera gracias a sus caricias.

—Parece que te está gustando... —comentó él, con voz algo ronca.

—No me hables —se quejó ella, girando la cara. Escuchar la voz de Law le había despertado vergüenza y excitación a la vez.

El pelinegro colocó una mano en su barbilla y presionó ligeramente para que volviera a mirarle.

No dijo nada, ya que ella lo había pedido. Tan solo clavo sus obres grises en aquellos ojos (t/c) y comenzó ha estimular el botón rosado de la joven.

(TN) no pudo evitar curvar la espalda debido al placer. Sabía que Law lo hacía todo bien. Lo sabía. Y ella... Ella también quería hacer que él sintiera lo mismo.

—Law... —susurró, cogiéndole de la muñeca y haciendo que parara de rozarle. Se incorporó y se quedarán sentados uno en frente del otro.

—¿Pasa algo, (TN)-ya? ¿Te he hecho daño? ¿Quieres que paremos? —preguntó, preocupado. Lo que menos quería era incomodarla.

—No... Pero quiero, bueno, hacerte yo sentir bien. —El pelinegro soltó un suspiro de alivio—. Pero no sé si lo sabré hacer.

—Tranquila —susurró el chico. Acariciando el dorso de su mano.

Neko Neko Life «Law x Lectora»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora