La ventana que da al patio

1.8K 178 39
                                    

Miró por la ventana, otra vez. No había clase en la que no mirara por la ventana al menos una vez.

Aquel asiento situado en la típica esquina del fondo que da a la ventana un chico con el pelo negro azabache alto miraba por la ventana a un chico rubio con la raíz mal hecha que estaba hecho polvo por correr tanto y a punto de desmayarse. Ante esto el de pelo azabache esbozó una pequeña sonrisa llena de cariño. ?

-Kuro-kun, Kuro-kun, Kuro Tetsurou-kun- el profesor cada vez parecía más molesto.

Al tercer llamado Kuro reaccionó y le preguntó:

-¿si?-preguntó de forma adormila Kuro.

-Siga con el texto por favor-El profesor ahora tenía un aire de superioridad.

-¿qué texto?-preguntó con indiferencia.

-Al despacho del director, por favor.

Kuro no se lo pensó dos veces para salir de la clase. En ningún momento tuvo la intención de ir al despacho del director, lo que realmente quería ir a hacer es ir a la enfermería porque había visto que el pequeño rubio había terminado desmayándose y por lógica se lo habían llevado a la enfermería.
Kuro andaba con prisa y cuando se detuvo en la puerta blanca con el cartel en medio con letras grandes y negras "enfermería", Kuro no dudó en entrar.

Dentro de la habitación en una de las camas habitaba un rubio durmiendo plácidamente. Se acercó y tomó cuidadosamente la mano del rubio mientras esbozaba una sonrisa preguntándose cuantas iban ya en este mes.

No pasaron muchos muchos minutos hasta que el pequeño rubio despertó y cuando lo hizo solo Kuro estaba mirando esos grandes ojos ámbar.

-Por fin, dormilón-lo primero que le ofreció fue una de esas sonrisas que solo Kuro sabía ofrecer.

Por otra parte el rubio solo le miró indiferente, como siempre.

-Siempre con esa cara, nunca cambias Kemna- Kuro prosiguió hablando.

-¿Tu no te cansas de acosarme?- respondió Kenma.

-¿cómo puedes de así?, con lo preocupado que me tenías.

-Que estemos saliendo no significa que tengas que estar pegado a mi todo el rato.

Kuro en modo de respuesta le besó en los labios demostrándole así lo preocupado que le tenía. Kenma tardó unos segundos en darse cuenta de lo que había pasado pero cuando se quiso dar cuenta toda la sangre que tenía acumulada en el cuerpo se le subió a las mejillas provocándole un gran sonrojo. Kuro sonrió divertido por la reacción de Kenma y este se acurrucó en su pecho intentando evitar que le mirara, cosa que no funcionó porque Kuro le cogió de la barbilla y lo volvió a besar pero esta vez con más intensidad. Kenma no dudó en seguirle.

Cuando se separaron fue Kenma quien rompió el silencio.

-Me tengo que ir ya a clase, nos vemos en el entrenamiento.

En el mismo momento en el que Kenma se disponía a salir por la puerta una voz suave como la brisa le vuelve a hablar.

-Si, nos vemos.

Durante las siguientes clases Kuro no estuvo prestando la más mínima atención a lo que decía el profesor, seguía pensando en lo que había pasado en la enfermería.

Llegó la hora más esperada por muchos alumnos; la hora de las actividades extra escolares, Kuro no lo dudó ni un segundo y salió disparado hacia el aula de su pequeño pudding pero lo que vió fue algo demasiado tierno como para romper el momento.

Lo que Kuro estaba viendo era a su pequeño pudding durmiendo plácidamente con sus brazos haciendo de almohada mientras que estaba sentado en su silla.

Kuro no se lo pensó dos veces y pasó una de sus manos por las rodillas de Kenma mientras que el otro brazo lo pasó por la nuca y se lo llevó al estilo princesa.

Ya en los vestuarios Kuro despertó a su amante a base de caricias a lo que el rubio reaccionó con un ronroneo.

Cuando logró que se vistiera con la ropa deportiva ambos se fueron hacia el gimnasio.

Después de aproximadamente dos horas salieron todos los del equipo sudados claramente por el entrenamiento.

Al rato, los miembros del club se fueron cada uno a su casa pero llegados a un punto cada uno detuvo que ir por un lado, salvo cierto rubio y cierto chico de pelo negro que siguieron juntos durante el resto del camino. El primero en despedirse fue Kenma y acto seguido se internó en la casa que estaba enfrente de ellos para luego Kuro entrar en la casa de al lado.

Cada uno por su lado llegó un momento en el que los dos estaban en sus respectivas habitaciones, como si de sincronización se tratara los dos se asomaron por la ventana que da al patio para verse una vez más antes de irse a dormir.

En un momento dado Kuro saca un "teléfono" que está constado de dos yogures unidos por un hilo de pescar uno de los extremos se lo lanza a Kenma que lo coge con algo de torpeza para luego tensarlo.

-Te quiero-las ondas se transmiten a través del cordel y cuando Kenma lo escucha se le hace imposible el no ponerse rojo ante tales palabras y se pregunta como algo tan simple cómo dos míseras palabras pueden hacer que se ponga así.

A través del teléfono se puede escuchar la risa divertida de Kuro.

Intentando sonar indiferente es ahora cuando Kenma le responde.

- y-yo también- simples pero firmes hacen que Kuro esboce una sonrisa y una vez más los dos se vuelven a mirar para que luego Kuro recoja el teléfono.

En la habitación de enfrente Kenma se pregunta desde cuando hacen eso de comunicarse antes de irse a dormir, ¿desde los 9? quizás desde los 8 años.

-Creo que nunca me cansaré de mirar por la ventana siempre y cuando él esté ahí.

La ventana que da al patioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora