03; Hey lover!

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La brisa caliente golpeteo incesantemente sus mejillas pálidas

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La brisa caliente golpeteo incesantemente sus mejillas pálidas. Estaba casi seguro que al girar sobre la enorme avenida y desvanecerse entre la carretera llenaría de intriga al castaño.

Las bonitas nubes acolchonadas se dibujaron con alegría en el cielo, esperando pacientemente por un hermoso atardecer.

Una bonita cabellera castaña moviéndose al compás de la música de la radio fue la única cosa que necesito para sentirse demasiado feliz. 

El ambiente ameno llenaba de alegría infinita a los adolescentes sobre los asientos de cuero negro. De cierta forma parecía ser algo reconfortante para Billy, todo era felicidad y sonrisas en aquel momento mágico.

Los nudillos pálidos que anteriormente apretaban el volante con evidente estrés volvieron a su bronceado tono nuevamente, dejando a la vista el nivel de relajación que suele tener cuando está cerca de Steve Harrington.

Cuando lo invitó a salir está mañana ni siquiera tenía un lugar romántico al cual asistir, pero sin embargo, recordó lo mucho que al castaño le encanta pasar tiempo con él y platicar de chismes cotidianos.

—Estás felíz—asegura entre el silencio con su hermosa sonrisa radiante de por medio.

—¿Me estás acosando?—pero Billy siempre tiene que arruinar su ambiente romántico con algún comentario.

Steve frunce su boca con fastidio, sacándole una carcajada contagiosa al rubio.

—Solo trataba de sonar romántico, ya sabes, algo así como un novio que te conoce demasiado—esta vez, sus mejillas adoptaron un leve sonrojo al contrastar la broma irritable.

—Que considerado de tu parte, muñeco.

Compartir una sonrisa nuevamente pareció suficiente como para mantenerse en silencio el resto del camino, claro que alguna que otra canción en la radio los hacía cantar juntos.

Steve amaba de sobremanera los momentos similares a ese dónde solo tenían que convivir para sentirse cómodos. 

La idea principal era quedarse en casa y curar el supuesto resfriado de Harrington con fogosos besos. Pero, una vez reconsiderada la idea principal de una cita, pensaron en ir a un lugar donde por lo menos no tuvieran que ocultarse de nadie.

Cuando por fin llegan las sonrisas suelen ser más reconfortantes de lo que aparentan.

Las bonitas flores crecientes sobre el pastizal verdoso parecían ser demasiado adorables ante la vista de aquellos ojos castaños. Parece casi inevitable para Harrington bajar del auto y corra a mirar todo lo que hay a su paso.

—Esto posiblemente sea lo más romántico que he hecho en toda mi vida—comenta con sus manos puestas sobre su rígida cadera, sin mencionar la enorme sonrisa que marca hoyuelos sobre sus mejillas.

Sin embargo, Hargrove se queda embelesado ante ese anhelante brillo sobre sus pupilas y el irradiante cabello acomodado perfectamente.

Sinceramente, no escucho la palabrería cursi que tiene que decir ante aquello. Pisotea el pastizal cuando sus botines pulcros bajan del Camaro. Casi como un niño de siete años, Billy se abalanza contra el pequeño cuerpo del castaño feliz delante suyo. Los hace caer sobre la tierra y las flores bonitas, el rubio se ríe escandaloso haciendo que Steve se contagie también.

El más bajo recarga su peso muerto sobre sus codos, adolorido por el golpe anterior sigue riendo hasta que le duele el estómago. 

Instantáneamente la boca acaramelada cae sobre aquellos labios pálidos, fundiéndose en un cálido movimiento cargado de parsimonia. Steve acaricia la mejilla rasposa de Billy antes de separarse y mirarse con amor sincero.

—Te amo—puntualiza acercando esa frente llena de rizos dorados hacía la suya—No te vayas de mí lado nunca—aunque las palabras suenan demasiado cursis ante el  Californiano, lo expulsa desde lo más hondo de su corazón.

Se besan una vez más llenándose de amor.









El aroma varonil de la loción impregnado en la chaqueta de cuero negro lo envolvía hasta dejarlo hipnotizado.

Las bonitas perseidas volaban fugaces sobre el cielo, esperando encontrar algún rumbo fijo a dónde llegar. Los ojos azulados se centran cómodamente sobre los meteoros destellantes.

Los prolijos cabellos castaños caían sobre su hombro, volviendo el momento demasiado mágico. Steve recargando su cabeza en el hombro de Billy Hargrove bajo una noche fugaz era algo demasiado romántico.

Nat King Cole suena mágicamente en la radio del auto encendido detrás suyo. Para su buena suerte Too Young cae de trasfondo como un maravilloso milagro, casi como en una de esas películas que Harrington adoraba ver.

—¿Crees que sea cierta esa mierda de que si alguien muere se convierte en una estrella y nos cuida desde el cielo?—pregunta con un aire infantil y su mirada centrada en el bonito espectáculo.

Aunque Steve no comprende en su totalidad a qué punto quiere llegar tan solo sonríe y se dispone a responder con total naturalidad.

—Tal vez. Aunque yo creo que cuando alguien muere su esencia se queda con nosotros.—habla y luego de ello muerde uno de los sandwiches con crema de maní que han quedado de su pequeño picnic.

—Nunca había visto a alguien tan cursi como tú, cariño—dijo Billy, intentando intimidarlo con su linda sonrisa y ese tono de altanería que siempre está cargando.

Por otro lado, Steve había decidido rodar sus ojos e ignorarlo por completo. Si bien, amaba mucho al rubio de rizos, como nunca antes había podido con una chica. Pero a veces el castaño no comprendía esa forma de ser, siempre estaba cerrándose al mundo. Harrington mentiría si dice que Hargrove es una persona fácil de comprender, dios santo, es como un cubo Rubik que no logra descifrar. Justo cuando piensa que por fin ha completado esa etapa de conocimiento, una nueva faceta de Billy sale a relucir desde lo más profundo de su corazón.

No tiene ningún problema con eso, después de todo, es su novio al cual ama por sobre todas las cosas.

Aún puede recordar aquella vez que rizado lo invito a salir, no fue la cita más romántica que alguien pudiera tener, pero mierda, al menos hubo una buena tensión. Steve repite una y otra vez que su corazón le pertenece a Billy, que lo ama con todo su corazón desde aquel primer encuentro. 

Pronto y sin darse cuenta sus mejillas se sienten tan calientes que siente arder en llamas, su corazón es abrigado por esa incesante calidez y las lágrimas se desbordan de sus pequeñas cuencas oculares.

—Hey, ¿Qué te ha sucedido, princesa?—indaga el rubio. Sostiene su rostro con la delicadeza que puede, aunque le sea difícil porque no tiene experiencia en ese tipo de situaciones. Empieza a limpiar sus lágrimas solo como una madre lo haría con un hijo, con ese amor y dedicación.

—No lo sé…No quiero pensar en la universidad todavía.

Steve llora lo más fuerte que puede. Se lamentó sobre el fuerte pecho del rubio, esperando un poco de consuelo. Sabe que en algunos meses la preparatoria terminará y sus padres tienen una serie de planes para él. Los señores Harrington tiene planeado mandarlo a Canadá, si es que tan solo logra aplicar para el exámen. Si es así, tendrá que renunciar a ese tipo de momentos tan cálidos a los que ya se había acostumbrado durante todo el verano. Se había acostumbrado a Billy.

—Entonces no lo hagas, tonto—comenta el rubio mientras se encarga de acariciar su cabellera sedosa con suavidad para apaciguar su dolor.

La luz de la luna alumbra en su máximo esplendor a los adolescentes sentados sobre el magullado pastizal verdoso. 

Mentalmente, ambos hacen un juramento para que sus almas nunca se separen por más fuerte que sea la intención. 

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⏰ Última actualización: Dec 02, 2022 ⏰

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