VALKIRA: DAMA DE LOS CUERVOS PRÓXIMAMENTE

P R Ó L O G O

Reino del sur, Azrah,hace cuatro meses.

En una noche todo había cambiado, las estrellas y la luna habían sido sucumbidas bajo la gélida y lúgubre maldad. Todo se había transformado en oscuridad eterna, donde bajo aquel manto siniestro todos se encontraban adormecidos sin el más mínimo temor.

Una niebla fina había invadido al poblado de  Azrah, las casas habían quedado desvanecidas y el ambiente se había transformado completamente, dejando una melancólica sensación.

En el cielo una silueta femenina contemplaba con gratitud aquel paisaje apagado. Su aura desprendía un fuerte olor a muerte y calamidad.

Alzando sus manos, había pronunciado un cierto fragmento en voz baja que solo sus oídos podían atender:

―¡El veneno de mis palabras es el arma más letal que poseo, el dolor es solo el reflejo oscuro de mi deseo, y la venganza es lo más que ansío, así, que lo más bellaco y ruin caiga sobre Alora, y traiga lo que en un tiempo se perdió!

Un fuerte estrépito salió después de aquellas palabras y la fémina había desaparecido.

Las casas empezaron a cobrar luz cada una de ellas, sacando así a toda persona fuera. La multitud se había reunido en el centro, todos preocupados y curiosos por saber qué estaba pasando.

Los murmullos de la gente se sentían en el ambiente pesado y la preocupación había aumentado.

―No tenemos que temer nada ni preocuparnos ante esta situación. De seguro este hecho inminente ha sido causado por algún necio mendigo que pretendió afanar.―Manifestó el hombre que estaba al mando del pueblo―. Vuelvan todos a sus hogares y descansen.

Una vez más había sonado el ruido espantoso, haciendo que la gente enmudeciera. A lo lejos, unas entidades insólitas se acercaban velozmente.

Todas las miradas se dirigieron hacia el cielo grisáceo, viendo como unos cuerpos negros se aproximaban hacia ellos. El miedo se había apoderado de cada uno y habían quedado estancados.

Nadie sabía lo que iba a pasar y tampoco quién o qué había traído a esa furiosa parvada de aves. Lo único de todo aquel suceso desconocido es que a partir de allí, todo había comenzado.