Gracias.
Gracias por todo lo que has hecho por mí.
Gracias por esos días inolvidables. Gracias por esas risas contigo.
Gracias por estar siempre ahí.
Gracias por el cariño que nos has dado a toda la familia.
Gracias por todo.
Escribiendo esto con un nudo en la garganta, solo te quiero decir que te quiero.
Sé que ahora estás en un lugar mejor, donde no vas a sufrir más.
Antes de que te hubieses ido, me habría gustado darte un abrazo, cogerte de la mano y solo estar contigo.
No pedía más. Por desgracia, no me he podido despedir de tí, pero espero que supieses que te quiero, y que has sido una gran persona para mí, desde que yo era pequeña.
Sé que no nos veíamos muy a menudo, pero nos queríamos igual.
Quiero volver a escuchar tu voz otra vez, tus risas y tus anécdotas. Quiero que vuelvas a estar a mi lado. Sé que eso nunca va a pasar... Pero espero que recuerdes que te quiero mucho.
Nunca te olvidaré. Gracias.
