Capítulo 6: Piolín y sus amigos.

11 2 0
                                    

— ¡Buenos días! —Jonathan abrió la puerta de golpe—. ¡Es hora de levantarse!

La pelirroja con los ojos medio cerrados y el pelo alborotado, miró la hora en su móvil.

—Son las nueve de la mañana, no seas capullo —cogió su almohada y se la lanzó.

—Es que verás —se sentó en la cama—, un amigo de mi hermana trabaja en la Warner y nos ha regalado entradas. Puedes decirle a Sara que venga, si quiere.

La chica se quejó por lo bajo.

—Está bien, iremos —cogió el móvil para avisar a su amiga—. Ve a despertar a Ariadna —el rubio besó su frente mientras ella le miraba con enfado.

Los cuatro se pusieron rumbo al parque temático en el coche de él, mientras la música de Malú sonaba de fondo.

"Si te amé, ya no sé.

Ni tu nombre, ya no existes en mi piel

Si lloré,
No recuerdo cómo fue.

Si te amé
Pudo ser
Un momento de locura y esta vez
No hay después
Descubrí que estoy a prueba de ti
Prueba de ti".

Mientras Atenea y Sara cantaban a pleno pulmón, Ariadna se tapaba los oídos para intentar no escucharlas, aunque no servía de mucho, lo hacían bastante mal.

—Jonathan, por favor, haz algo para que se callen —gritaba la niña.

El rubio soltó una carcajada y, desviando un breve instante la vista de la carretera, subió el volumen de la radio para intentar tapar sus horribles voces, sin embargo, ellas aumentaban el tono aún más.

Al terminar la canción, ambas aplaudieron, se lo habían pasado bien.

— ¡Por fin se acabó la tortura! —la pequeña suspiró, aliviada.

No obstante, aquello no había hecho más que empezar. En ese momento, una bonita voz masculina comenzó a sonar, estropeada por los coros de las dos amigas.

"No sé qué me dio por la espalda

Cuando vi la raja de tu falda

Que un Seat Panda se me cruzó y se comió

El parachoques de mi Ford Escort.

Por la raja de tu falda

Yo tuve un piñazo con un Seat Panda.

Ariadna comenzó a acariciar el cristal, como suplicando a los pasajeros de otros coches que la sacaran de allí.

Después de un camino algo largo y ruidoso, llegaron. Nada más aparcar, la niña se quitó el cinturón con gran rapidez y salió del coche, dirigiéndose hasta la puerta de entrada corriendo.

Una vez dentro, pudieron observar varias atracciones como la de Lex Luthor o la lanzadera.

— ¿Dónde vamos primero, a una montaña rusa o a la zona infantil? —preguntó Atenea dubitativa.

—A lo que esté más cerca— contestó Sara encogiéndose de hombros.

Mientras caminaban, observaron una figura de Superman, donde se hicieron una foto las tres, imitando al personaje. A continuación, los cuatro se metieron en una fuente donde Bugs Bunny se encontraba en medio, girando con una regadera en la mano y mojando a la gente.

Después de montar en varios sitios como las tazas locas o la montaña rusa de madera que dejaba dolor de cuerpo, fueron a visitar la casa de Piolín.

Dentro, pudieron observar distintas cosas como fotos del pájaro, Silvestre y la abuelita, una pequeña cocina e incluso una jaula que colgaba del techo. Se hicieron varias fotos allí y también fuera, con distintos personajes que se encontraban paseando por allí como Tom y Jerry o el pato Lucas, entre otros.

Hasta que la muerte nos unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora