Aiden estaba acompañando a Yacob, esta vez el rubio estaba bastante callado y apenas estaba tocándole las pelotas como solía hacer. Sabía que había estado ocupado con la hermandad, entre tener que disculparse con sus hombres, mantener el negocio y sobretodo, no pensar en Sergey, admiraba la capacidad resolutiva de su amante. Apoyó la cabeza en la ventana del coche, viendo todas esas luces iluminando las calles principales y por primera vez en mucho tiempo sintiendo una calma que parecía haber abandonado su cuerpo. Sonriendo sorprendido cuando sus ojos se posaron en el pequeño restaurante donde Yacob le embaucó la primera vez, notando como el coche frenaba y mirando de forma automática al rubio que tras sonreírle ligeramente salía del auto.
Caray, iba a ser romántico y todo.
"¿Te acuerdas pequeño?" Yacob abriéndole la puerta del automóvil al de cabellos negros, vio como este asentía con aún esa sonrisa adornando los labios carnosos.
"¿Cómo iba a olvidarlo? Fuiste persuasivo..." Aiden riéndose, se encaminó hacia las puertas de ese pequeño restaurante sin ni siquiera esperar a Yacob. Recordaba a fuego esa noche, como después de haberle destrozado en la cama le echó encima un jarro de agua fría con todas esas verdades como puños, todos los miedos expuestos, toda la cobardía que albergaba su corazón. "¿Vas a pedirme matrimonio o qué?"
"No corras tanto diablo." Yacob llevándose un cigarrillo a los labios, acompañó por la cintura al menor para que entrara en el pequeño establecimiento, saludando de forma leve al jefe y encaminándose ambos hacia la misma mesa donde estuvieron conversando esa vez. Hacía muchísimo tiempo que no pasaba un rato de tranquilidad con ese crío, que no disfrutaban de algo más que gritos y excentricidades. Aunque lo que iba a proponerle era peor que todo lo que habían tratado hasta entonces. "¿Estás de humor para hablar?"
"¿Supongo que te refieres a sí voy a darte por culo con mis berrinches, no?" Aiden llevándose la mano a la boca automáticamente cuando se dio cuenta de su vocabulario delante del jefe de cocina, escuchó la risa aterciopelada de Yacob. "Lo intentaré... pero antes, un poco de vino tinto."
"Lo que tú quieras..." Yacob dándole una calada a su cigarrillo, elevó sus manos a modo de rendición y esperó a que el tercero en discordia les dejara tranquilos tras servir el vino. "He hablado con Mijaíl."
"¿Sobre?" Aiden llevándose la copa a los labios, clavó su mirada en la azul que en apariencia era calmada. "No creo que te haya contado demasiado sobre ese día."
"No, era un trato, no debo preguntar sobre eso." Yacob carraspeando ligeramente, no pudo evitar recordar a su hermano, había cambiado tanto. Obviamente sabía que desde que le quitó el puesto de la hermandad, las cosas estarían caldeadas pero si era sincero consigo mismo, nunca pensó que todo llegaría tan lejos. Jamás pensó que su propio hermano pudiera odiarle de tal modo. No vio ningún tipo de expresión en ese rostro familiar, no contempló ni un resquicio del Sergey con el que había crecido. Simplemente se había esfumado. "Sobre tu futuro."
"Ya empezamos..." Aiden iba a soltar una grosería pero acalló cuando el maldito personal del restaurante volvió a interrumpir para esta vez traerles los mejores platos de la casa. El menor aprovechando ese lapsus de tiempo para intentar adivinar las intenciones de su amante pero ese maldito Dios de cabellos dorados estaba completamente impasible. ¿Acaso había recibido una máster class de Dimitri para poner esa cara de acelga? "Te lo he dicho muchas veces... no quiero tratos de favor solo por ser el que te la chupa a todas horas, no quiero enchufes."
"¿Sólo me la chupas?" Yacob ácido apagó el cigarrillo en el cenicero que le habían traído expresamente, no se fumaba en la mayoría de restaurantes pero algo bueno tenía que tener el comprar casi todo el maldito distrito con el dinero de las armas para ser un punto de blanqueo. "Si crees de verdad que aquí se siguen los méritos, vas muy equivocado."
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Eternal.
RomanceAiden un camarero de un club exclusivo llamado Eternal que se cruzará con su perdición: Yacob, un mafioso que no será capaz de soltarle. Llevando a ambos a una espiral de pasión, perversión y sexo. Aflorando todas las inquietudes, miedos y deseos. ✨...