Capítulo 25. Dolor profundo

31 1 0
                                    

- Dejemos una cicatriz... ¿te parece? – Bow sacó una navaja, y Suga negó con la cabeza repetidas veces. Acercó la navaja hasta su brazo y cortó lo suficientemente profundo como para que Suga gritara del dolor incluso con el pañuelo en la boca, además de las recientes lágrimas que se formaron en sus ojos. Bow jaló la navaja hacia abajo, para hacer aún más largo el corte. Era un dolor agudo e insoportable, y Suga creía que se desmayaría, pero sobre todo se sentía sumamente traicionado. Desesperado, adolorido, enojado, triste y a punto de explotar, Suga probó suerte pateando a Bow; y por suerte o por desgracia logró tirarlo hacia atrás. Aunque eso obviamente lo enojó más; aprovechó el momento para jalarse hacia adelante, provocando que quien lo agarraba cayera contra el mismo Bow. 

Suga comenzó a correr con todas sus fuerzas hasta la ciudad llena de edificios. Pasó por entre diversas calles, sabiendo que lo seguían, e incluso, aunque no soportaba el dolor en su brazo, no lo detuvo en ningún momento, y logró despistarlos. Cuando por fin encontró una zona pacífica, se sentó contra la pared jadeando del cansancio y del dolor. Un hombre pasó en frente de él, mirándolo impactado; Suga vio su oportunidad, cuando se dio cuenta que en el cuello del hombre tenía puesta una bufanda.

- Me darás tu bufanda y seguirás caminando. Olvidarás esta situación. – El hombre siguió cada una de las instrucciones, gracias a su poder, así que, tras eso, Suga amarró la bufanda alrededor de su brazo, tratando de no volver a gritar por el dolor. Seguía sintiendo aquella navaja en su brazo, a pesar que obviamente ya no estaba ahí. Y aún no creía que Bow le hubiera hecho eso. Dejó salir una lágrima y luego de eso, fingió que no le importaba más.

Caminó hasta un bar cercano y tomó... demasiado. Era una ventaja que fuera relativamente temprano, y casi no hubiera gente dentro, ya que eso lo dejó con la oportunidad de hacer más cosas libremente. Las horas pasaron, y a pesar de tener mucha resistencia al alcohol, ya comenzaba a estar borracho, aunque lo negaba constantemente al que atendía, quien no paraba de decirle que dejara de beber. Salió de ahí, con botella en mano, y decidió regresar a la casa de Jimin, al que casi no había visto, a pesar de ser propietario de la misma. Tocó la puerta 3 veces, casi divertido de hacer aquello, porque sabía que tenía las llaves para poder entrar. Se sorprendió al ver que Jimin abría y lo miraba sin poder creer su condición: Con el cabello alborotado, una enorme sonrisa, la bufanda en su brazo, la botella, y la ropa desacomodada.

- No creí que me abriría nadie. – Dijo con la voz ronca.

- Yoongi... ¿qué...? – Dijo confundido jalándolo dentro del departamento y cerrando la puerta rápidamente. Observó la bufanda, extrañado. – Tú no usas bufandas. –

- Ah... la robé de un señor. –

- ¿Cómo que la robaste? –

- Yo la necesitaba... y él estuvo en el momento indicado. – Jimin lo miró extrañado, y cuando giró el brazo del mayor, se dio cuenta de la cantidad de sangre que tenía la bufanda.

- ¿¡Qué demonios te pasó!? – Sin dudarlo, quitó la bufanda y miró la enorme cortada del chico, que, para colmo, seguía abierta y no dejaba de sangrar. – Ven acá. –

- ¿Estás enojado? –

- No estoy enojado, deja que te cure. ¿Cómo no te has desmayado?– Tomó deprisa su botiquín, y comenzó a sanar la herida, esforzándose porque no le doliera a Yoongi, pero era prácticamente imposible. Fue un proceso tardado y tedioso debido a que Yoongi se había impacientado, y quería irse de ahí para acostarse en el sillón; mientras Jimin insistía en que lo dejaría ir en cuanto terminara. - ¿Cómo te hiciste esto? –

- Ni me lo recuerdes. – Dijo molesto. – Bow y sus estúpidas formas de... - Se detuvo en seco. Le dolía recordar, y estaba mucho más sensible que nunca, producto del alcohol.

¿SUPERando el amor? | TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora