𝗔 𝗜 𝗥 𝗘 <|ʳᵃⁿʳⁱⁿ|>

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Bueno, no quiero nada de críticas, ya que, yo explique el hecho de esta historia, que no lean las descripciones no es mi problema. Cualquier crítica constructiva es aceptada, no críticas destructivas.

       𓍯Disfrutar la lectura.

                               *

El haitani mayor caminaba tambaleándose, había bebido demasiado alcohol como para siquiera estar de pié.

Se le hizo raro que el haitani menor no lo haya ayudado a subir las escaleras, más no le tomo importancia y como pudo, subió las escaleras.

En cuanto pudo llegar al último escalón, un fuerte dolor de cabeza lo invadío por completo, llevando sus manos hacia su cabeza, se apoyo con cuidado en la pared mientras apretaba con fuerza su cien.

En cambio el haitani menor, se había levantado de su plácido sueño cuando escucho las escaleras ser subidas en forma de tambaleos. No tenía miedo, el sabía pelear muy bien, no por algo lo llamaron/llaman el rey de roppongi junto a su hermano/esposo.

Con su manita hecha puño, fregó sus ojitos adormecidos y con pereza se levantó de la cama. Camino hasta la puerta de la habitación y la abrió, revelando el pasillo que daba hacia las escaleras y los cuartos de sus hijos.

Soltó un pequeño bostezo, y camino por el no tan largo pasillo, hasta llegar a la sima de las escaleras, viendo a su esposo agarrar su cien con fuerza, no nego que se preocupo, más no se acerco.

Hola m-mi amor~ — Rindou giro sus ojos fastidiado pero un pequeño casi invisible sonrojo estaba posando en sus mejillas. En cambio Ran, apenas lo vio, olvidó su dolor y camino tambaleándose hasta el haitani menor, queriendo depositar un beso en los labios ajenos, siendo retenido por el menor.

Hasta aquí, apestas alcohol. — Murmuro, frunciendo su ceño levemente y arrugando su nariz, un acto que se le hizo demasiado tierno al haitani mayor.

— T-te amo mi...~— Más no pudo completar su frase, ya que nuevamente la jaqueca apareció y está vez, se intensificó aún más, Rindou acercó su mano a la frente del mayor y estaba hirviendo, así que, lo tomó del brazo, enrollando lo al rededor de su cuello, así llevándolo a la habitación matrimonial, tratando de no hacer tanto ruido, para no despertar a sus hijos.

Sin mucho esfuerzo, entro a la habitación y cerró con seguro.

Depósito a su esposo en la cama matrimonial y le dio una aspirina junto un vaso de agua que tenía en la mesita de noche. Ran como pudo, tomó la aspirina y se acostó en la cama cansado.

— Perdón.— Susurro el haitani mayor dándole una mirada de arrepentimiento al haitani menor, el cual esquivo la mirada y soltó un bufido.

¿Perdón? ¿En serio Ran, me pides perdón? Sabes perfectamente que no todo se arregla con un perdón.— El haitani menor lo miraba con algo de rabia, la cual iba disminuyendo poco a poco. En cambio el haitani mayor, se disculpó varias veces, siendo olímpicamente ignorado.

𝒜 ℐ ℛ ℰ &lt;|𝑅𝑎𝑛𝑅𝑖𝑛|&gt;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora