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Soraru se levantó la siguiente mañana, visualizó los colgantes blancos de la residencia del clan "El cielo rojo", pensó por dentro que no tenía mucho sentido que el nombre contuviera la palabra "rojo" y todo tenía detalles blancos.

Ese mismo día, después de desayunar, tenía que regresar a su clan y no había olvidado que tenía pendiente entregar la carta a la madre de Mafumafu. Aunque más que eso, había algo extraño sucediendo, el hecho de ayer le instaló un mal presentimiento en la cabeza del cual no se pudo deshacer; haría lo mejor posible para estar atento a cualquier detalle.

Para su buena suerte, Amatsuki fue aceptado en el clan y podría cumplir su sueño, tal como Mafumafu había deseado.

—Buenos días, joven Soraru. Hemos traído el desayuno.

Soraru se acercó con cuidado a la puerta y abrió, recibió la pequeña mesita de comida y agradeció al sirviente.

Se disponía a comer cuando escuchó un grito agudo de la sala principal, esa era evidentemente la voz de la señora de la residencia, rápidamente, caminó hasta ahí para ver si algo pasaba, mas no pudo intervenir ya que se estaba dando una reñida discusión verbal dentro. Si fuer el mismo de siempre, hubiera regresado por su camino y fingido que no había escuchado nada, pero decidió quedarse cual espía por si había algo relevante en esta discusión.

—La mención de su armería no puede ser una casualidad, no trate de mentir. Le estamos pidiendo amablemente que la entregue y mantengamos nuestra alianza en este nuevo orden—mencionó la voz de un hombre.

—Hemos hablado sobre esa negociación y quedó todo claro. Por la seguridad de mi familia insisto en que no existe tal armería, pido su comprensión—respondió la señora tratando de conservar la calma.

—Decidiré creerle por la buena relación que hemos establecido, por ahora.

Tan pronto como aquella extraña voz respondió, abrió la puerta de la sala y salió. Soraru se despegó de la puerta y fingió que acaba de llegar y pasar por allí, saludó y miró extrañado a aquel hombre, quien se mostraba llenó de lujos en su vestidura y emanaba un aura completamente oscura. El otro hombre solo asintió y paso de largo junto a hombres detrás de él.

Soraru tocó la puerta principal y obtuvo permiso para pasar, la señora se veía más calmada, como si minutos atrás no hubiera estado gritando, le sonrió y lo invitó a sentarse.

—¿Qué te trae por aquí hoy? —preguntó.

—Ayer no pude entregarle algo que me mandó Mafumafu, así que he venido a entregárselo —respondió y sacó la carta, la extendió sobre la mesa y la puso a la altura de la señora—. Agradezco su hospitalidad, como sabe, debo regresar a mi residencia. Mi familia y yo le agradecemos por recibirnos estos días.

Se levanto y se dio la vuelta, listo para irse.

—Espera, joven Soraru —El contrario volteó—. Gracias por cuidar de mi hijo, tu familia ha sido gran aliada nuestra por muchos años. No he escrito algo para él, y como tienes prisa en regresar, quiero que le digas esto de mi parte "El cielo es amplio, pero en una pequeña nube se encuentra la esperanza", él sabe el significado. Asegúrate de que lo reciba, ¿de acuerdo?

—Sí —hizo una reverencia y se retiró.

Al salir del salón, su cabeza estaba llena de preguntas. Para empezar, nunca había visto a aquel hombre y no entendía de dónde había salido y qué tenía que negociar con este clan. Pero se aseguraría de averiguarlo tan pronto como llegara a su residencia y hablara con Mafumafu.

Antes de irse, alcanzó a ver a Amatsuki y se acercó a él. Tocó su hombro y lo invitó a su habitación, se sentaron frente a frente en la mesita para hablar. Soraru suspiró y se sirvió una taza de agua, tragó lentamente mientras pensaba en sus palabras y empezó.

Amor Trascendental ❥ SoraMafuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora