Acomódense que está largo... y medio feo, no me gustó JAJAJAJ.La mañana del día que cambiaría su vida, Elsa casi podía saborear el regaño de su madre por llegar tarde al trabajo, otra vez.
Entra como rayo por la puerta giratoria de Arendelle and Associates, arrastrando tras ella a una niña de seis años que iba saludando a todo el que se le cruzase.
—¡Buenos días, señorita Lottie!
—¡Buenos días, dulzura!— responde su recepcionista con voz nasal.
Adella Westergard parecía absolutamente ajena a la prisa de su madre, y hacía mala cara cada vez que sentía que la tironeaban más cerca del ascensor.
—Mami, quiero decirles 'hola' a Nemo y Dory— le dice a su madre como si aquello fuese un detalle de vital importancia que estaba pasando por alto. Y es que lo era, si tenías seis años. Los peces en la enorme pecera, junto a la barra de café en la recepción, esperaban jugando entre las anémonas el saludo de la niña pelirroja de ojos azules.
—Nemo y Dory pueden esperar, cariño, mami está llegando muy tarde a la oficina—. Con el tono más persuasivo que pudo, rogó por que su niña se apiadara de ella y contuviese el berrinche al menos hasta estar dentro de su oficina. Llama el ascensor, afanada. Por lo menos tenía la certeza de que su madre no sería tan severa con ella mientras Adella estuviese presente.
—Pero, mami...
—Addie, ahora no, ¿sí?— suspira y se lleva a Adella dentro del elevador apenas abre sus puertas. —, recuerda decirle a la abuela lo linda que se ve apenas llegues.
Presiona un botón, se cierran las puertas y cuando vuelven a abrirse, están en el octavo piso. La planta donde están las oficinas de los ejecutivos, afortunadamente, es menos concurrida que la de subordinados. Los pasillos están libres de pasantes corriendo en distintas direcciones, y hay un agradable aroma a limpiador de limón con el que lustran los pisos enchapados. Pero lo que más le gusta a Elsa ese día en particular: no parece estar su madre.
Al fondo del pasillo al que llegas si tomas la izquierda, está la puerta de su oficina con el escritorio de su secretaria a un lado. Elsa deja escapar un suspiro, finalmente puede respirar.
—Honey...
—No creas que te salvaste— interrumpe su secretaria el saludo—, ella te espera adentro y no está feliz.
Elsa arruga el rostro y siente ganas de patalear, mientras tanto, Adella recibe de la mano de Honeymaren una piruleta que se lleva a la boca antes de que su madre salga de su crisis y le proteste por comer azúcar tan temprano.
—Deséame suerte— murmura Elsa, apretando la mano de su hija y con la otra sobre el pomo de la puerta.
Honey la mira sobre sus gafas con incredulidad y algo de pena.
—Es la sexta vez en lo que va del mes. Tú no necesitas suerte, necesitas un milagro.
Adella no dice nada, pero oye a su madre rebuznar como Pedro Pony y contiene una risita, sabe que su mamá no estaba para chistes de Peppa Pig. Entonces, abren la puerta e Iduna Arendelle mira a su hija mayor con una ceja levantada y el más planeado escarnio en la punta de su lengua, pero Adella es más rápida y le abraza las piernas antes de que pueda decirle algo.
—¡Abuela!
Instantáneamente, Iduna relaja su expresión y sonríe, levantando a su nieta en brazos.
—Hola, muñeca, ¿qué haces por aquí?—. Se olvida por un momento de la impuntualidad de Elsa, para dejar que la pequeña juegue con su cabello canoso, enrollándolo y alisándolo de nuevo.
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Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]
Hayran KurguPorque amo las historias de amor, sobretodo si son cortas y porque Jack y Elsa son mi OTP. -Historia totalmente mía. -Para adaptaciones primero contactarse conmigo . -Es inadmisible cualquier copia parcial o total. -Los personajes no me pertenecen. ...