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Finalmente, la jornada escolar había terminado. Dazai guardaba todas aquellas ganancias que tuvo luego de que sus cupcakes y demás postres se vendieran al 100%. Estaba feliz, y tenía otra lista más de pedidos para el día siguiente.

— Oye, en verdad te quedan deliciosos. ¿Cómo aprendiste?

Chūya comía el último bocado de su cupcake, disfrutando su sabor. Se había interesado bastante en la vida de su compañero Omega, sin ni siquiera darse cuenta de que en un principio había pensado alejarse de él.

Dazai, ¿vas a llevarme a esa tienda de calcetines?

— Iremos ahí. Está camino a mi casa.

Acomodó su mochila en la parte baja de la carreola, y empezó a empujarla con un despierto y tranquilo Ryūnosuke, sentado, mirando hacia enfrente, mientras abrazaba un peluche de Rashōmon y mordía una de sus manitas.

— El bebé es muy tranquilo. No es tan inquieto como otros niños que he visto en las calles.

Comentó Chūya, intentando entablar nueva conversación, después de todo, lo llevarían hacia esos calcetines que tanto le habían gustado.

— Lo es. Mi Ryū es educado. Mamá y yo lo hemos estado criando lo mejor posible.

Mami. ¿Quién?

Ryū escuchaba la voz desconocida conversar con Dazai, pero no había visto a Chūya ni una sola vez.

— Ohh, él es Chūya Nakahara, nuestro nuevo amigo. Chūya, ¿Podrías presentarte a mi Ryū?

— ¿Qué? ¿Quieres que me presente a un bebé?

Dazai asintió con la cabeza, haciendo que el pelirrojo suspirara resignado.

— Bien. Hola "Ryu", soy Chūya, mucho gusto.

El bebé azabache se mantuvo serio para después sonreírle de manera tierna y simpática, agitando con una de sus manitas una sonaja que traía también.

— Ryū, ¿te agrada Chūya? Chūya, mi Ryūnosuke no tiene papá, así que, no vayas a preguntarle algo como eso.

— Está bien, no tocaremos el tema.

En su camino, por los callejones de la ciudad, Dazai escuchó una voz bastante conocida y proveniente del callejón de al lado. Era la voz de cierto jefe de la Port Mafia, a quien le tenía pánico y un miedo profundo.  Comenzó a temblar y a sentir cómo su corazón estaba por salirse de su pecho.

— Oye, ¿estás bien? ¿Qué sucede?

D-Démos la vuelta... O-Olvidé algo en la escuela. Vamos...

DAZAI Y SU PEQUEÑO RYŪ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora