Capítulo 4
¿Por qué tanto alboroto? Si tan solo es... un cadáver. Un cadáver que puso a Beaufort de cabeza.
Quiero saber más, mucho más. Incluso si es posible verlo con mis propios ojos.
Mi existencia, todo de mi y de mi vida eran aburridas, pero la sangre y el peligro hace revolución en mi para hacerla más interesante.
No es mi problema, no es mi asunto, no tengo porque meterme. Tan solo por la gente que conozco debo preocuparme... no?
Esta mañana encontraron el cuerpo de nuestro alcalde Griffith, si, el padre de Amber. Me llamó con una voz ahogada y sollozando terriblemente, diciéndome que ella había ido por comida en la madrugada y lo encontró en la sala sentado con mucha sangre y degollado, que su expresión era de susto y sus ojos desorbitados.
Después de la autopsia dijeron que antes de su fallecimiento había consumido una sustancia que posiblemente hizo que se volviera loco hasta provocar su propia muerte, cosa que mi amiga no cree y nadie del pueblo, tan solo están encubriendo a quien lo hizo. Ahora nos encontramos en la sala de velación de Beaufort, Amber siendo consolada por su novio y yo con mi hermano abrazado de mis hombros.
El ambiente era incómodo y se sentía una mala vibra o era yo que tenía un mal presentimiento, que esto era el inicio de todo lo que se venía.
―¿Deseas un café? ―me preguntó.
―Si, gracias ―respondí con un tono cansado.
En eso oigo que algo golpea la ventana que está detrás de mi, me acerco para abrirla, cuando lo veo parado de espaldas con la capucha de su abrigo puesta. Claro que no le iba hablar desde la ventana, me echarían porque es un lugar de silencio; así que no me quedó de otra que salir.
―¡Vaya! pareces tú la muerta ―habló con ese tono burlesco que me cae mal.
―¿A qué has venido? ―dije sin rodeos.
―Al menos pregúntame como estoy ―hizo un puchero y trató de hacerse el aludido.
―¿En serio? ―moví mi cabeza de lado, mi gesto era cansado.
―Que seria y aburrida eres, solo vine a ver al muerto ―esperé a que prosiga, sacándose la capucha ―No voy a mentir, tenía que hablarte de algo que ayer te avisé, también quería café, pero no había en mi casa y además me daba pereza comprar y prepararlo ―sacudió su cabello como siempre.
¿Será que es su modo de ser o solo quiere hacerse el interesante con su cabello?
Bufé.
―De eso que no sé que es podemos hablarlo luego, pero ¿De verdad hablas en serio? Por un café que no es ciencia y puedes prepararlo tú mismo, además ni si quiera tienes un poco de respeto por la persona que acaba de fallecer ―semicrucé los brazos.
―¿Me dejarás ir por el café si o no?― habló con ese tono hostil que hace que se me pongan los pelos de punta.
Estaba segura que no estaba aquí porque quería hablar o ganas de tomar su cafeína, su actitud extraña de venir aquí y hablar de manera despectiva como si no le importara nada más que su estúpido "Café". Más bien todo lo que conformaba su ser daba un poco de miedo, su manera de desaparecer y aparecer, me daba todo indicio de ser uno que esté en mi lista de sospechosos. Bueno era el primero.
Mi mirada se torno fría.
―Vamos pasa, pero no te acerques a las personas ―entramos.
―No tengo sarna si es lo que te preocupa ―negué muy fastidiada, a todo le da diversión― A parte no tengo nada en contra de esta gente para hacerles algo, recuerda que soy nuevo en este lugar.
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Josephine Everglot © |Libro 1|
ActionEn un pequeño pueblo llamado Beaufort, Carolina del sur de Estados Unidos, la sociedad escondía un secreto aterrador y una ley que cumplir ¿Es de los lugares en donde pasan demasiadas cosas y el resto del mundo no se entera? Así es. Josephine Evergl...