DAZAI Y SU PEQUEÑO RYŪ

003

Al llegar a casa, Chūya dejó sus zapatos en la entrada, al igual que su mochila, y se adentró al lugar, encontrándose con Kouyou, su madre, quien estaba preparando un rico almuerzo para su llegada.

— ¡Chūya! ¿Cómo fue tu primer día? ¿Hiciste amigos?

Cuestionó energética y con una sonrisa, deseando escuchar respuestas positivas de parte de su hijo. Chūya suspiró con cansancio.

— No amigos, mamá. Pero conocí a un chico Omega... De mi edad, incluso unos meses menor que yo. Él... Creo que fue víctima de los malos Alfas, tiene un bebé, y se esfuerza mucho por salir adelante con él. En verdad lo admiro y apenas lo conocí.

Kouyou se quedó en silencio un momento, procesando toda aquella información. Conocía a su hijo Alfa, y sus sentimientos. Chūya era del tipo de persona que sentía pena por los demás y quería ayudarlos, le preocupaba que en algún momento le dijera que quisiera estar junto a ese Omega y cuidar del bebé ajeno. Difícilmente estaría de acuerdo con eso.

— Chūya, cariño, es normal en tí que lo admires, porque ese chico sí es admirable. Pero aléjate de él, podría ser peligroso. No quiero que sufras.

— No entiendo, mamá... Ni siquiera somos cercanos... ¿Por qué debería de sufrir yo?

Kouyou no respondió, sólo sonrió y empezó a servir la comida en los tazones y platos, para luego decorar la mesa.

— Mejor almorzamos.

🐤🐤🐤

Mientras tanto, en casa de Dazai...

El joven Osamu terminaba de preparar el almuerzo para él y para su madre. Había cocinado lo más rápido posible para ir a atender a Ryū, pues estaba llorando desde que lo dejó solo sobre un tapete en el suelo.

Ryū caminó a pasito lento hasta abrazarse de una de las piernas de Dazai, mientras le lloraba en el pantalón, y no lo dejaba dar el paso.

— Ryū, quítate, la abuela y yo tenemos hambre. Sólo serviré arroz en nuestros platos y un poco de tonkatsu, y ya te atiendo.

Dijo con voz pacífica, sin notarse molesto. El llanto de Ryū incrementó, oyéndose por toda la casa, la cual no era muy grande.

— ¡Hijo, me duele la cabeza! ¡¿Podrías calmar al niño y dejar la comida para después?! ¡Me está molestando!

Se quejó su madre desde la habitación.

— ¡Pi-pí!~

Sollozaba inquieto, jalando del pantalón del Omega con insistencia. La paciencia de Osamu se iba, terminó de servir comida en los platos y los dejó ahí, ni siquiera pudo llevarlos a la mesa de piso.

Se agachó para levantar a Ryū en brazos, y lo acercó a su pecho, abrazándolo mientras le daba tiernas palmadas en la espalda para tranquilizarlo.

— Ryū, tú no eres así de molesto. Debes esperar que mami termine de hacer lo que está haciendo para que te atienda. ¿No te lo he enseñado? ¿Ya se te olvidó? Tienes que ser buen niño, Ryū, no uno malo. No quiero niños malos conmigo.

Ryū hizo puchero, y se recargó nuevamente en uno de los hombros del mayor, a llorar.

— Ma-mi, ¿nu me quie-llesh?

— Sí te quiero, Ryū, pero no te victimices tanto. Ven, iremos a cambiar ese pañal.

— ¿Shu-chio?

— Sí, es asqueroso. Esos momentos en los que odio tanto a ese maldito Alfa abusador que sólo me ha traído sufrimiento.

No notó que sus pensamientos fueron en voz alta, y que Ryū, pese a ser pequeño, presentía el significado de las palabras, y un ligero rechazo hacia él. Sus ojitos se llenaron de lágrimas mientras le cambiaban su pañal.

— Ryū, ¿Ahora por qué estás llorando?

— Nu...

Talló sus ojitos con ambos puños, sin responder más.

— ¿Quieres a tu Rashōmon?

— ¡Shi! ¡Da-shōmon!