26| En búsqueda de una solución

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La suerte se encontraba de su lado, por lo que no demoraron mucho en hallar un sitio adecuado para relajarse, tal como ellos habían mencionado previamente, pero, sobre todo, para charlar, que era lo más importante de la ocasión. Así pues, ingresaron en un bar ―que también era restaurante―, en donde se ubicaron cómodamente en uno de los rincones del lugar, ganándose gran parte de las miradas en el trayecto.

―Bien, ya estamos aquí ―refunfuñó Ryomen, sentándose con desgana en la alta silla de madera―. Ahora necesito mi trago.

―Vayamos con lentitud, ¿sí? ―expresó Geto, sonriendo, aunque sin mostrar los dientes.

―¿No debería ser al contrario? ―opinó Gojo, susurrándoselo en el oído a Nanami, quien sólo suspiró, rodando sus ojos.

―Sí, bueno, por el momento, yo pediré una hamburguesa, una cerveza... ―pronunció Toji, revisando el menú que había en el mesón.

―¿Tienen con queso extra? ―preguntó el albino, interesado.

Geto carraspeó, interrumpiendo al dúo que ojeaba el menú y captando la atención de los presentes en la mesa.

―¿Les parece si pedimos algo que podamos compartir entre todos, y que cada uno escoja lo que quiera beber? ―ofreció Suguru, comenzando a estresarse.

―Hagan lo que sea, yo sólo quiero un maldito trago ―declaró Sukuna, ignorando al pelinegro. En eso, justo transita un mesero por su lado―. Eh, tú. ―El camarero se volteó, dudoso―. Tráeme una copa de whisky.

El muchacho asiente, desapareciendo como un rayo.

―Bien, ya que estás tan motivado, Sukuna ―declaró Geto, apoyando sus codos en el mesón y entrelazando los dedos de sus manos―, ¿por qué no nos hablas acerca de lo de hoy?

―Son unos malditos interesados ―espetó el nombrado, con sorna.

―Claramente ―respondió Fushiguro―. Esto igual nos involucra a nosotros, así que...

―¿Qué? ¿Qué los involucra a ustedes? Por favor, no me hagas reír ―bramó el de melena rosada, sarcásticamente―. Ustedes están a salvo. Yo ni siquiera tengo una coartada. Mi futuro depende únicamente de lo que el mocoso haya hecho. Bueno, en realidad si podría tener una coartada, pero sería la palabra del mocoso contra la mía.

―Aguarda un segundo ―pidió Geto, quien no había podido prestar suficiente atención a las palabras de Ryomen, dado que estaba ordenando la comida―. Mencionaste algo acerca de lo que Itadori hizo. ¿Qué fue, específicamente?

―En la última hora de la mañana, tuvimos sexo en mi oficina ―explicó el de tatuajes.

―Mierda, qué descarado, Sukuna ―se burló Toji.

―Continúa ―demandó el de larga cabellera negruzca.

―Cuando terminamos, le dije que él se haría cargo del condón que utilizamos, entonces, puede que el mocoso haya ido a ese baño a botarlo. En un punto mencionó que tenía música, y como mi oficina queda en el segundo piso, de seguro pensó en ahorrarse tiempo tirándolo en el baño que estaba de paso, así luego bajaba directo a la sala de música.

Suguru se mantuvo pensativo.

―Entonces, sí así fuera, como dices tú, ¿Yuuji sería suspendido, no es así? ―mencionó Gojo.

―Sí ―afirmó Nanami―, aunque luego procederían a realizarle un interrogatorio, en el cual le preguntarán con quién estuvo, ya que, obviamente, el castigo no se lo puede llevar sólo él.

―¡Sí, eso! ―apoyó Ryomen―. Y ese es el maldito problema. Si es que llegase a ser el mocoso quién botó el condón en ese baño, él seguro expresaría que estuvo conmigo, y, peor aún, podría mentir, inculpándonos a todos, por ejemplo, diciendo que lo chantajéabamos o qué sé yo, quedando él como la víctima.

Una buena despedida // [itabowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora