¿Y si las personas fuéramos como las hojas?
Crecemos de las extremidades de un árbol colorido, que brinda jugosos frutos, y se aferra a la tierra con una fuerza descomunal. Un árbol sin hojas no es uno en sí, como tampoco funciona en viceversa.
En algún momento y por algún motivo nos desprendemos de dicho árbol. Y volamos, fluímos en el viento danzante. Visitamos un sinfín de lugares así como sentimos un sinfín de emociones.
Hasta que un día se frena todo.
Y ya no volamos.
Y ya no fluímos.
Nos secamos,
nos pisan
y nos rompen.