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A Lan Wangji se le detuvo la respiración, sentía un gran nudo subir por su garganta haciendo que duela como el mismo infierno, pero lo que más le dolía era el corazón, una cuantas palabras pueden destrozar la vida de alguien de la peor manera. Y el pequeño Omega lo estaba experimentando en carne propia, su Alfa había muerto, había sido asesinado.

Quiso creer que era mentira, después de todo eran simples rumores de los pasillos, pero ahora, con su hermano enfrente confirmándole que es verdad sólo pudo aguantar las lágrimas, se levantó importándole poco sus heridas sangrantes en la espalda y se puso sus túnicas blancas prístina que se enrojecieron al instante, vio aquella tela gris con flamas rojas en las muñecas y se la colocó.

Estaba muy desgastada, después de todo desde un principio era una tela demasiado barata y de mala calidad, poco le importaba, aún tenía el aroma a chocolate amargo en ella, ignorando a su hermano quien le suplicaba que se acueste y no se esfuerce salió del Jingshi con Bichen apoyada en la tierra buscando equilibrio.

Se montó en su espada y con sus pocas reservas de energía espiritual voló hasta Yiling, específicamente a los túmulos funerarios, buscó por todo el lugar en medio de los escombros de las que habían sido cabañas, no había nada, no se escuchaba nada, entonces algo un poco brillante llamó su atención, desde la rama de un árbol de veía la cinta roja que pertenecía a Wei Wuxian.

Únicamente con eso y sus amargos recuerdos volvió a su hogar en la noche, su tío y hermano esperándolo en la puerta, uno muy enojado, el otra más preocupado que enojado, los ignoró pasando por su lado, escuchó los gritos de su tío exigiéndole que se detenga y se quité esa "monstruosidad" de encima.

Fue al Jingshi y cerró las puertas bloqueandolas para evitar que alguien entre, se acostó en silencio, la incomodidad de dormir boca abajo era obvio puesto que siempre se mantuvo durmiendo en una misma posición, viendo al techo. Recuerda perfectamente las pocas ocasiones en las que durmió con Wei Wuxian, siempre despertaba sintiendo un peso extra en su pecho y abdomen, la cabeza de su Alfa descansaba cerca de su corazón y su pierna rodeaba con cuidado su cadera para evitar que se vaya.

Extrañaba sentirse tan feliz al verlo de esa manera, nunca más se encontraría con esas escenas, con Wei Wuxian completamente indefenso entre sus brazos en aquella lúgubre cueva, no vería más a A-Yuan, ni a los Wen, su corazón dolió al pensar en el niño, ¿Eran tan crueles aquellos que se hacían llamar justos como para matar a un bebé?

Lan Wangji ya no sabía qué pensar, no sabe qué es el bien y qué el mal, no sabe qué es lo correcto y lo incorrecto, porque ahora cree fervientemente en su Alfa, en su Wei Ying, y no en nadie más, sabe que siempre ha creído en Wei Wuxian, incluso desde que trató de colarse con dos botellas negras repletas de vino, con esa hermosa sonrisa de dientes blancos y resplandecientes bajo la luz de la luna.

En ese momento se dio cuenta que Wei Wuxian era ese hombre elegido para él por Dianxia y la luna, cuando lo vio marcharse se quedó horas mirando hacia la mancha blanca que iluminaba con frialdad la noche, se preguntaba como aquel ser pudo elegir a alguien tan desvergonzado como su pareja para el resto de su vida, pero con el tiempo cayó en cuenta que realmente lo necesitaba para sentirse completo.

Nunca podría volver a su vida monótona y regida por más de tres mil reglas después de conocer a su Alfa, después de ese mes de castigo en la biblioteca donde el hombre se la pasó haciéndole bromas, algunas de mal gusto, otras tantas le parcwian algo divertidas, otras eran hermosas sorpresas que calentaban su corazón, como el último día de castigo donde le dio un par de tiernos conejos que llevaba cuidando desde ese momento.

Después cuando se reencontraron en la montaña fénix y donde le robó un beso, donde al terminar la competencia Wei Wuxian lo buscó y le devolvió el beso con mucha pasión, se preguntaba como lo descubrió, pero al notar su propio olor impregnado en la capa exterior del Alfa se dio cuenta que sin querer lo había perfumado.

La capa exteriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora