Nervios

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La manada Sano volvía a participar en la ceremonia luego de varios años, ahora que los cachorros estaban en la edad suficiente para encontrar a su pareja destinada.

Shinichiro miró a su hijo y sus sobrinos con una gran sonrisa. Los chicos se preparaban para seguir las instrucciones que se les habían dado: los alfas debían de ir al norte de la aldea para adentrarse en el bosque hasta llegar al final de éste y aguardar a la señal de que el ritual daría inicio. En cambio los omegas debían esperar en una cómoda posada.

-Y pensar que a nosotros nos tuvieron en un refugio apestoso bajo tierra -comentó Takemichi

-Son nuevos tiempos -comentó Wakasa de brazos cruzados.

Un chico muy parecido a Shinichiro se acercó a Wakasa con una expresión aburrida.

-Tadao, deberías ya de irte con los demás -dijo el omega mayor mirando hacia arriba a su hijo -¿Qué estás esperando?

El chico sonrió rodeando a Wakasa con sus brazos y levantándolo del suelo. Shinichiro tuvo que interceptar entre su compañero y su hijo, antes de que este último terminara golpeado.

-Sigue siendo igual de cariñoso que siempre -comentó Draken a Emma luego de observar la escena.

-Tadao disfruta con poner de malhumor a Wakasa -dijo la chica entregándole al chico frente a ellos una bolsa de tela con comida en su interior -Con esto no será necesario que tengas que cazar algo en el bosque...y va una porción más por si logras encontrar a tu pareja.

Yuu, el hijo de Ken y Emma, era un chico alto, que llamaba bastante la atención por su altura y porte de alfa, además de llevar el mismo corte de cabello que su padre.

-Si encuentro a Kin y veo que está en aprietos, lo ayudaré -dijo con seguridad dando un golpe con su puño en su mano contraria.

Draken asintió con su cabeza, pero sabía que una vez se adentrara en el bosque, su hijo al igual que la mayoría de los alfas que participarían de la celebración perderían la cabeza. Le hubiera gustado que Yuu hubiera encontrado su pareja antes del ritual y así evitarse el mal rato del no poder controlar sus impulsos.

-Sé cuidadoso con tu compañero o compañera... Si me entero que le hiciste daño, o que lo anudas hoy, te juro que yo misma te la corto -dijo Emma cruzándose de brazos.

Los presentes miraron de reojo a Mikey, quien les devolvió la mirada sin comprender que sucedía. Takemichi rió nervioso, pues sabía que la indirecta de su cuñada también iba para él.

-Eso también va para los demás... No quiero cachorros en las reuniones familiares en los siguientes meses contando desde hoy -dijo apuntando a los chicos con su dedo -No cuenta el cachorro en camino del par de idiota -dijo rápidamente antes de que Mikey abriera la boca.







Cuando se dió el aviso que los alfas debían ya de retirarse al bosque, los omegas fueron llevados con rapidez a la posada, pues la emoción del momento provocaría una oleada de feromonas indeseadas.

Takemichi vio a los mellizos despedirse con un fuerte abrazo. Kane no deseaba dejar a su hermano solo, pero debía de seguir las reglas.

-Nos veremos mañana -dijo Kin con una sonrisa nerviosa.

Kane le dió un último abrazo antes de que la multitud arrastrara a su mellizo a la posada.







La emoción se palpaba en el ambiente, y la fuerte mezcla de feromonas hacían más pesado el aire. Era impresionante la cantidad de alfas que se encontraban en el bosque. Todavía no daba inicio el ritual, pero ya habían habido varios violentos enfrentamientos entre los más ansiosos.

El bosque comenzaba a oscurecerse más y más a medida que los minutos pasaban. Habían algunos alfas que conservaban su forma humana, manteniéndose serenos a pesar de todo.

El silencio reinó el sitio cuando un gran lobo negro apareció de entre los árboles centrales. Era Taiju. Los presentes sabían que debían de guardar distancia de él pues era actualmente uno de los lobos más fuertes en todos lo territorio, por lo que era muy temido.

El cánido oscuro se situó delante del gran grupo de alfas, quienes evitaban a toda costa hacer contacto visual con él. Les dió la espalda y levantando la cabeza dejó salir un fuerte aullido. Esa era la señal que habían estado esperando.

Aquellos que habían mantenido su forma humana se transformaron involuntariamente. Y era estresante en gran medida no tener control sobre sí mismos.

"Suerte, muchacho" dijo Taiju al gran e imponente lobo gris a su lado, a quien identificó como su sobrino Shoji.






Los lobos comenzaron a desplegarse por el bosque, de tal manera que una vez que ingresaran los omegas tendrían la oportunidad de toparse con más de alguno y tal vez encontrar a su destinado entre ellos.

Kane aguardaba escondido en unos arbustos, con la esperanza de encontrarse con su hermano y asegurarse que se encontraría bien.

El lobo observaba a los temerosos omegas pasar cerca de él, con pasos torpes y asustados. Ninguno de ellos era Kin, y eso le estaba preocupando. De pronto su mente quedó en blanco al percibir un aroma en particular. Olfateando el aire salió de su escondite y decidido decidió encontrar al dueño de tan apetecibles feromonas. Su raciocinio estaba perdiéndose a medida que el aroma se volvía más intenso. Ni siquiera le importó que su mellizo pasó por su lado, y que incluso le había hablado.

Siguió buscando, olfateando la tierra y el aire, tratando de hallar un rastro claro que le llevara con el origen de esas deliciosas feromonas con fragancia a caramelo.

De pronto encontró a un lobo de tonalidades rojizas claras acurrucado en el hueco de un árbol. Se acercó lentamente y supo que ese cánido era el dueño de aquellas feromonas que le habían cautivado.

El omega levantó su cabeza, curioso por quién interrumpía su momento de descanso y se encontró con un lobo mostaza mirándole recostado frente a él, moviendo la cola alegremente.

"Espero que se vaya pronto..." dijo el lobo rojizo aún sabiendo que el otro animal no le escucharía.

"No planeo hacerlo" respondió, haciendo el omega se asustara tanto al escucharlo que se levantó de un salto y entró a la defensiva mostrándole los dientes acompañado con gruñidos de advertencia.

El alfa rió por la reacción del lobo rojizo. Quería acercarse al contrario, por lo que recurrió a una técnica que había visto a su padre utilizar para calmar a su madre cuando estaba de malhumor.
Se arrastró por el suelo, estirando su pata delantera de modo de demostrarle que no tenía intensión de lastimarlo. Sólo quería poder acercarse a su destinado.

"Te oí en mi cabeza... ¿Por qué?" preguntó aún mostrándole los colmillos.

Kane sintió las feromonas de temor del chico. Debía buscar otra forma de poder calmarlo y a la vez poder acercarse a él.

"¿Hermano?" preguntó Kin con voz temblorosa, caminando hacia su mellizo luego de por fin dar nuevamente con él.

El lobo rojizo sintió la extraña necesidad de no permitir que el otro animal se acercara al alfa. Sin dejar de mostrar sus colmillos y avanzando hacia el otro lobo color mostaza, se puso por delante de Kane.

"Kin, vete de aquí" dijo de pronto el alfa. Su mellizo no pareció comprender a la primera. Bastó con que Kane volviera a repetirle que se alejara, para retornar por donde había llegado, sintiéndose terrible por dentro.

El alfa se estaba perdiendo en sus instintos luego de volver a percibir las feromonas de su destinado, y esta vez eran diferentes. Al parecer, el lobo rojizo había visto como competencia a Kin, por lo que sus feromonas se habían vuelto más intensas con tal de mantener la atención de Kane sobre él por encima del otro omega.

Intentó mantenerse cuerdo, sacudiendo su cabeza repetidas veces, batallando contra sus instintos más primitivos. No deseaba cometer una locura, pero supo que era su fin cuando sin desearlo provocó que el celo del lobo rojizo llegara.

Un chico de delgada figura, un cabello rubio oscuro y unos cautivantes ojos violetas apareció tras la identidad del lobo rojizo. Kane lo reconoció de inmediato. Era Kenji, el hijo menor del líder Haitani.

Ahora sí estaba en aprietos.

Lo Salvaje en la Sangre [Tokyo Revengers] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora