Por ello mi hermana luz Miriam y yo, que era mayor que yo, pero la segunda de los tres hijos del matrimonio, llegamos a un barrio llamado san Luis, donde una señora muy amable, ella era pobre de nombre Adela Londoño y su hija Elsa que sufría de ataques epilépticos y que en el transcurso de nuestras vidas seguimos frecuentando como una más de nuestras tías la consideraba yo, ella era madre soltera.
Cuyo transcurrir de mi niñez a mi adolescencia seguíamos yendo a visitarlas, luego de habernos mudado de esta habitación que ella nos alquiló, muy buenas amigas de mis padres, Elsa su hija era de unos 20 años, cuando comenzó a sufrir de convulsiones y ataques recuerdo con angustia, que muchas veces íbamos caminando con ella, cuando ella caía al suelo convulsionando, yo le apreciaba como una hermana eran muy buenas con nosotros, mujeres alegres y decentes, doña Adela de profesión modista, y recuerdo que ella siempre , envolataba los cortes, que le mandaban hacer, tenía mucho trabajo, pero no muy cumplida ¡jajajajjjaaa!.
Con su esfuerzo y dedicación compraron máquinas de coser, luego ya en mi edad adulta me di cuenta de que había fallecido doña Adela y siempre que me acuerdo de ella, evoco su amor y su misericordia con nosotros, al compartir su pan el de su hija, mermándole la ración a ella, para darnos a nosotros un alma compasiva y buena que Dios la tenga en su eterna gloria y que le haya perdonado todos sus errores y pecados. Amen.
Doña Adela nos acogió en una habitación que le alquilo a mi padre , recuerdo no tenía baldosa, dormíamos los tres en el suelo, y no teníamos que comer muchas veces, doña Adela, ella nos daba recuerdo nos daba café con un pan, para los cuatro mi madre, mis hermanas y yo, recuerdo que mi madre no comía, recuerdo jugueteando con candela y una estopa quemando lagartijas en un lote abandonado y por desobedientes una gran parte de esta estopa encendida cayo en mi pierna, dejándome una cicatriz muy profunda esa estopa se adhirió a mi piel, mi madre al escuchar esos gritos y viendo aterrada esa imagen corrió conmigo en los brazos, a una droguería donde el señor que atendía la farmacia era de piel oscura y poniéndome en una camilla arranco de forma brusca y rápida, quedando la piel en carne viva y echándome agua oxigenada y sulfateasol, que era un medicamento que venía en un tarro verde y amarillo , que contenía un antibiótico en forma de polvo, recuerdo me llevaron por varios días hacermen curaciones entre ellas unas inyecciones para el tétano, y el castigo no recibí de parte de mis padres porque al verme así pues les dio pesar.
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Taller Para El Alma I: Adolescencia
EspiritualDonde el autor de este libro fue inspirado por el espíritu santo, mostrando que con dios si se puede lograr la sanidad de nuestra alma. Lo que vivió, sus experiencias buenas, gratas, desilusiones, dolor, nostalgia, placer, alegrías, entre otras. Fu...