Capítulo XXV: La Yegua

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Imagen créditos a モツ, quien se encuentra en twitter como @yosenabemotsu

Agradezco miles a quienes siguen la historia, que se ha vuelto un tanto larga, pero ya está por culminar, solo sean pacientes n_n


~°~°~ Capítulo XXV: La Yegua ~°~°~

El cielo claro se colmaba de esparcidas nubes que traían consigo los veraniegos vientos del norte, con un aroma refrescante, anunciando la bienvenida del otoño con las primeras hojas pardas y amarillentas de los árboles deciduos. El paisaje era magnífico, los pastos verdes, los huertos con frutos de colores llamativos, los caminos de tierra y las edificaciones de piedra sólida que se decoraban con las plantas trepadoras de esos muros, y la gran variedad de aves que visitaban para obtener néctar de sus flores. Las tonalidades tan contrastantes daban la sensación de estar en una pintura impresionista de Pisarro.

Supervisando el primer campo de viñedos de uva amarilla, la piel se le erizó al sentir uno de los ventarrones más frío que el anterior. Se abrazó a sí mismo y lanzó un estornudo que no logró atrapar en su pañuelo debido a lo repentino del suceso.

—Te vas a resfriar —dijo el recién llegado, a la vez que colocaba un abrigo sobre sus hombros. Solamente cargaba su camisa arremangada.

—Valentine —dijo sorprendido, no lo había escuchado llegar.

—Radamanthys —le sonrió mientras le ayudaba a abotonarse la gabardina. —Pensé que vendrías mañana.

—Logré salir a medio día de mi trabajo, así que vine directamente para acá. Ya se acerca la cosecha de esta variante amarilla, así que quería asegurarme que todo estuviera en orden.

—¿Lo primero que haces es ver los huertos? Si que eres cruel, seguramente solo saludaste a tu señora madre y viniste directo para acá.

—Hm... de hecho, Erda es la única a la que he visto. Bueno, y a ti —confesó, no tenía remedio ignorar a la chica con entrenamiento militar que lo seguía a todas partes cumpliendo su función de guardaespaldas. Únicamente se retiraba cuando se le era solicitado, y no se alejaba demasiado.

—Eres cruel... Con todos y contigo mismo. Ven, vamos a la casa, toma algo de té y luego puedes seguir haciendo la revisión.

—No puedo, debo aprovechar la luz del día.

—Vamos... —insistió de manera infantil jalándolo del brazo. —Mañana a primera hora te acompaño y miramos toda la finca. Verás que todo está en orden, además, podrás saludar a los trabajadores. Ellos siempre se ponen felices de verte.

Luego de pensarlo un tiempo, y percatarse de la posición poniente del sol, suspiró. Realmente estaba cansado, y se estaba exigiendo mucho. Aceptó el descanso por ese día.

Dentro de la casa saludó a su madre, a su vez, recibió un regaño por no buscarla a ella primero. También fue reprendido por no darse un tiempo de descanso, pero principalmente, por no confiar en el trabajo que ella y Valentine estaban realizando con la finca.

Se reunieron nuevamente los tres para compartir una deliciosa cena caliente, servida por tres de los empleados de mayor confianza en la cocina. Un buen filete de ternera cubierto de hojaldre y patatas rellenas de vegetales; de postre, el típico trifle que tanto adoraba desde que era pequeño. A Elizabeth, la cocinera de la familia, le daba gusto volver a ver a "su niño" sonreír de aquella manera con cada bocado.

—Sabes, pronto empezaré a estudiar en el Royal Botanic Gardens Kew, el jardín botánico con mayor importancia del mundo —dijo emocionada la mujer que apenas rascaba los cincuenta años. —Quiero aprender más sobre las plantas, y así puedo encargarme de esto yo sola. Bueno, con Valentine, y tú tendrías más tiempo libre, te la pasas muy estresado.

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