🥀 3: Indudable 🥀

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T/N

Pocas son las veces que puedo pensar en él, sin romper en llanto por la soledad... Nuevamente, esa misma historia pareciera que se había repetido otra vez; el estar con él, verlo nuevamente entrenando, pero esta vez junto a su pupilo... Sí me ponía a contar los años, podía jurar que en algunas de esas millones de ocasiones, esas miles de horas que estaba conmigo, podría decirle la verdad, la verdad acerca de lo que siento...

Estaba junto a la tumba de mi madre, en esta tempestad de nieve. Me abrazaba mis rodillas mientras me contenía las lágrimas; quería desahogarme.

—Creí que no fueras tú...

De pronto, la voz del asgardiano llamó mi atención, era nada más y nada menos que Surt. Él me regala una sonrisa amable y sincera. De inmediato seque mis lágrimas. Él se había sentado a mi lado.

—¿Por qué llorabas?

—No estaba llorando.

—Claro que sí, tus ojos están hinchados —dijo apuntando mis ojos —. Somos amigos, T/N. Algo tienes.

—Solo es que... —pensaba bien mis palabras, tampoco es como sí quisiese soltar “me enamoré de Camus, pero no puedo ni siquiera verlo por su labor como caballero” —Quisiera que todo fuera como antes. —Entierro mi rostro entre mis piernas.

—Ya veo... Sabes... Aún sigue en pie, estando en nuestras memorias... Es un recuerdo que nunca morirá y también —él acaricia mi cabello —; nuestros corazones siempre estarán conectados, de alguna manera u otra.

Fue en ello en donde alze la mirada para asentir. Luego, los ojos de Surt, se enfocaron en el papel que estaba a lado mío, el cual no se había volado, gracias a la pluma que lo impedía. Él estira su mano para tomar el papel; era otra carta para él.

Surt tomó el papel con ambas manos mientras leía poco a poco...

—Esto es... Oye, T/N, dime, ¿te ha mandado algo Camus?

Ladeo la cabeza.

—No he recibido nada de él...

—¿Desde cuando?

—Desde que se fue... Él volvió, y me dijo que no le llegaban las cartas...

—¿Y por qué sigues escribiéndole? —Inquirió él.

Esa era justamente la pregunta que vagaba en mi cabeza, desde hace unos minutos, ¿por qué le seguía escribiéndole? Sí tan siquiera sabía de la propia existencia de la carta; le he escrito varias cartas, aunque, ninguna he enviado hasta ahora... Cada carta recita mis sentimientos... Cada letra, los latidos de mi corazón... Cada sobre, un sentimiento guardado que solo está en una caja, la cual está debajo de la cama de mi habitación.

Surt esperaba una respuesta por mi parte; podía apreciar como él se moría por saber la verdad, con sus ojos me rogaba que le dijera.

—Supongo que, siento que estoy hablando con él. Aunque él no lo sepa. Así como mi madre —dije viendo la tumba que estaba a mi lado.

Escribir cartas se volvió un pasatiempo mío. Cada noche. Cada día. Le escribía. Cada día siempre tengo algo que contar, algo que siempre escribir. Y sé que ninguna carta llegará a sus manos, porque él mismo me lo había dicho, de que ninguna carta le había llegado. Sin embargo, cada vez que estoy cerca del correo, pienso dos veces y luego regreso a mi hogar, con el sobre en la mano.

Olvidar es difícil. Realmente difícil olvidar a alguien que amas tanto...

—Camus... —él dijo su nombre en murmullo —Sí que es un dilema. Aunque, después de todo es su labor como caballero. —Él se recostó en la nieve —Los del santuario deben ser bastante estrictos.

—Eso parece...

( ... )

Ibamos en todos los lugares, en donde ya prevalecía ese profundo recuerdo; esa nostalgia que sentía... Podía ver casí a nuestros yo niños jugando o yo verlos entrenar a la par...

—Tal parece que todo sigue allí.

Yo asentí.

De pronto, un grito femenino hizo llamar nuestra atención. Ambos fuimos hasta donde se escuchaban esos desgarradores gritos. Surt me había tomado de la cintura y me alzó, para poder cargarme y avanzar rápidamente.

Me había sorprendido ante su acción, tengo que admitirlo.

A lo lejos podíamos ver a una castaña en medio del hielo, el cual estaba a nada de romperse, con solo un movimiento que ella haga... Podía caer al agua... Y las fuertes corrientes que pueden hacer, podrían matarla...

Surt me bajó y caminó hasta donde es bastante aquella chica.

—¡Ayudenme, por favor! —Suplicaba —¡Tengo miedo!

—Tranquila, estarás bien.

En un abrir y cerrar de ojos, Surt sacó a la chica del hielo y fue en ese momento en donde se había roto... La pobre chica estaba todavía asustada, así que tuve que acercarme. Sin mencionar que no soltaba los brazos de su salvador.

—¿Te encuentras bien? —Inquirí.

—Sí... Gracias...

Por fin ella se soltó de él, y se tambaleaba.

—¡En verdad muchas gracias! —Chilló ella, abrazandolo nuevamente.

—No es nada...

Yo simplemente sonreía.

Ese mismo día... La soledad ya no me preocupaba, puesto que después de ello... Ella siempre iba a mi casa para poder charlar sobre trivialidades o cosas así por el estilo. La chica de nombre Anne, se había vuelto mi amiga... Mi única amiga mujer.

Por otro lado Surt, se quedó un tiempo, hasta que llegó el día de su partida... Tal parece que era temporal, aunque creo que ya estoy acostumbrada a ello.

Era de noche... Las estrellas iluminaban ese cielo oscuro...

—Llegó la hora de despedirnos.

—Sí, fue bueno verte, de verdad.

Él esboza una sonrisa.

—Igual para mí...

Él se acerca hacia a mí y... Me besó... Aún estaba asimilando ese momento, me costaba trabajo creer que Surt me estaba besando. Me había quedado perpleja y petrificada...

Surt se despega de mis labios y acaricia mi rostro.

—Quiero que vengas conmigo a Asgard. —Me dijo mientras acariciaba mi rostro —Creeme que me ha sido difícil adaptarme sin tu presencia... No es fácil estar lejos de tí. Por eso te suplico... Que vengas conmigo...

—Surt yo... No.

Él abrió sus ojos a la par.

—¿Por qué? ¿Por qué te quieres quedar sola aquí?

Él tomó mi mano.

—Te prometo hacer felíz. Mientras no haya guerra en Asgard, podemos vivir como personas normales.

—Yo...

—¿Hay algo que te hace dudar, T/N? Dime por favor que es...

—... Estoy enamorada de Camus.

Sus ojos se abrieron a la par, mostrando una expresión de sorpresa.

—Camus se fue y ya no volverá.

—Es mentira...

—No, y tú lo sabes mejor que nadie —él me pone ambas manos en mis hombros —. Abre los ojos, T/N, Camus ya no va a volver.

—No... —seguía negandolo.

—Bien —él aparta sus manos de los hombros —, no insistiré más... Que tengas buena salud y felicidad...

Sin más él se fue...

Surt se había ido, para siempre...

Con el pasar del tiempo... Fue durante esa noche misma, en donde presentí que algo malo le estaba pasando, aún recuerdo el haber volteado al cielo y suplicar que él estuviese bien, hasta que...

Mi bella rosa de hielo ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora