La mañana de ese día me levanté al sonar del reloj para ir al instituto, el cual eran cuestión de semanas para que acabara, lo primero que hice fue verme en el espejo que está a un lado de mi cama, y como todas las mañanas, mi cabello se veía peor que un nido hecho por un pájaro ciego. Después de eso sin más preámbulos procedí a cepillarme los dientes, sabiendo que era el día de comprar un nuevo cepillo, me dí una ducha caliente y me puse el uniforme, el cual había colocado en el guardarropa como era habitual. Cuando ya estaba listo para irme mi madre se levantó y se dirigió al recibidor donde estaba yo.
- ¿Sigo soñando?- Dijo ella aún despeinada-, porque estoy viendo un ángel.
- Buenos días, señorita. - Le dije con cierta sonrisa entre los dientes.
- ¿Ya te vas, Willian?
- Sí, creo que hasta voy llegar un tanto tarde.
- Tú nunca llegas tarde.- Lo que era verdad.
Desde que mi padre murió me he ido temprano al instituto para no tener que lidiar con el tráfico, ya que eso me recuerda mucho a cuando él me llevaba.
- Pero antes de irme, ¿sabes dónde está mi bolso con el uniforme de la practica?- La practica de fútbol era una de las pequeñas cosas que me hacían escapar del mundo real.
- Anoche lo dejaste encima del comerdor ¿recuerdas?- Y era cierto, ella es de esas personas que si se le olvida algo hay que preocuparse.
Me dirigí donde al comedor donde estaba el bolso, lo agarré, y como era muy pequeño, lo coloqué dentro del bolso del instituto.
- Nos vemos, madre.- le dije mientras recogía mi patineta del suelo junto con mi casco.
- Adiós, ten cuidado.- dijo ella desde la cocina mientras preparaba el café. Ni idea de cómo llegó ahí tan rápido.
Me fui y tome la ruta de siempre para llegar lo más rápido posible, sin embargo ese día andaba muy distraído, sin saber exactamente por qué. En cuanto llegué recogí mi patineta y vi a mi mejor amigo, Mario Alarcón, parado en la entrada del instituto, como siempre, esperándome, porque aunque yo llegaba temprano pareciera que él amanece ahí.
- ¡19!- le grité. Desde pequeños lo llamamos así porque en el fútbol siempre ha tenido ese número, él siempre ha quierdo tener el 10 pero, siempre hay alguien mejor que se lo lleva.
- ¿Cómo estás, Will?- Dijo cuando me acerque un poco más.
- Un tanto distraído. - Le decía mientras luchaba por quitarme el casco.
- ¿Más de lo normal?- No sé por qué lo dijo, siempre estoy muy pendiente de todo.
Acentí con la cabeza ya que no quería discutir en ese momento.
Después de unos minutos entramos al instituto y como todos los días, Gabriela García, a la que 19 llama "la Doble G", se me acercó para empezar a hablarme lo que no era desagradable del todo, pero que lo hiciese tan repetidas veces era algo fastidoso.
- Hola, Willian. - Dijo con un tono de voz algo seductor pero al mismo tiempo inocente.
- Hola, Gaby. - Le dije sin fijar mucho la mirada en ella.
- ¿Qué vas a hacer hoy a las 7:00?
- Estudiar, como siempre. - No iba a estudiar para nada, pero después de la práctica 19 iba a ir a mi casa y yo no quería que Gabriela se apareciera allá de repente.
- ¿No te gustaría ir al cine tú y yo?
- No puedo, es muy largo el examen. Será en otra oportunidad. - Después me miró con una cara de decepción, tomo otro camino y se fue con sus amigas.
Cuando 19 y yo llegamos a nuestro lugar de siempre él empezó a hablar de que lo habían aceptado en la selección sub-20 y que lo iban a llevar a una serie de amistosos con su incambiable dorsal. Justo cuando terminó de hablar sonó el timbre de entrada así que nos despedimos y yo entre en la clase de matemáticas, la cual
sabía que terminaría pidiéndole a Lincy, la de segundo mejor promedio de la clase, el primero soy yo, que me explicase la clase, dado que no andaba muy concentrado como dije antes.Antes de comenzar la clase el profesor pasó la lista como siempre, y como siempre, el profesor Martinez se confundió al pronunciar mi apellido. Al transcurrir la clase, mientras copiaba lo que estaba escrito en la pizarra me di cuenta de que el primo de 19, Jorge, no había llegado, obvio, no era raro que Jorge no haya llegado ese día, casi nunca llega, y cuando llega es que se viene con 19. No sé por qué me puse a analizar eso, definitivamente me sentía raro ese día. Después que sonara el timbre para que terminara la clase hable con Lincy.
- Lincy, cariño, me puedes ayudar con la clase, es que no la entendí del todo. - Ella no le gusta que le digan "cariño", pero se me había olvidado.
- ¿Así que Willian Thomas Götze Beckenbauer no estaba prestando atención y necesita de mi ayuda? - Me pareció extraño que alguien que no es de mi familia se supiera mi nombre completo.
- Sí, no sé qué me pasa hoy. - Le respondí.
- Voy a ver qué puedo hacer por ti. ¿Cuándo quieres que te lo explique? - Soltó una pequeña sonrisa en la cual me perdí por unos segundos.
- ¿Puedes ir a mi casa esta tarde? Mario va a estar ahí, después de que me expliques podemos ver una película. - Le dije después de haber pasado ese pequeño trance que su sonrisa causó.
- No tengo nada mejor que hacer, así que cuenta conmigo. - Cuando mencioné a 19 la cara le cambió rotundamente.
A 19 le atrae Lincy y a mi parecer también al contrario, siempre que se ven no dejan de mirarse mutuamente hasta que Lincy le lanza una sonrisa, como la que acababa de hacer, y voltean como si nada hubiese pasado. Pero como dice mi mamá, cada quien con lo suyo.
- Gracias, - Le agradecí, pero ella igual me debía un favor a mí- eres la mejor.
- Lo sé. - Se echó el cabello hacia arriba y se puso la mano izquierda en el pecho en forma vanidosa.
Después el día transcurrió como normalmente, a diferencia de que Jorge se apareció en la mitad de la clase de historia en ropa de civil sólo para decirle algo a la profesora, Dios sabrá qué. Al salir del instituto me fui con 19 a la parada de bus para ir a la práctica de fútbol, siempre lo acompaño porque queda algo lejos y me fastidia ir solo en patineta para allá.
- Lincy también va a mi casa esta tarde.- Le dije para saca algo de conversación mientras esperábamos el bus.
- ¿En serio? ¿A qué se debe? - Se podía ver cierta emoción en su cara.
Le dije que me iba a explicar la clase como habíamos planeado, y después se quedaría a ver la película con nosotros.
- Ya no me voy a aburrir tanto después de todo.
Me quedé con las ganas de darle un pequeño golpe, mas no pude dado que había llegado el bus. Nos montamos y habían unos asientos desocupados al final de manera que nos sentamos ahí. A él lo llamaron de su casa, así que me puse a escuchar música pidiéndole prestado sus audífonos ya que se me olvidaron los mios. Llegamos un poco tarde, pero no era nada de qué preocuparse. Fuimos al vestidor para ponernos el uniforme.
- Tengo que presentarte a alguien, Will. - Dijo mientras se ponía las medias.
- ¿Quién será? - Siempre dice eso, porque desde que rompí con mi ex novia Jenny el año pasado, ha tratado de encotrarme a alguien.
Me dijo que era una chica nueva en su clase que se notaba interesante y todo lo demás, pero sinceramente no le presté atención.
- Por cierto, se llama Stephanie, te la presento el lunes. - Dijo después de un rato, ya cuando íbamos saliendo a la cancha.
- Como quieras, campeón.
Hicimos los calentamientos regulares, después fui a la arquería para pacticar las atrapadas como era habitual.
- Te noto distraído, hijo - Me dijo el entrenador - ¿Te sientes bien?
- Sí, falta de sueño, supongo. - Él fue el único que lo notó ese día.
- Entonces concentrate. - El tono con que lo dijo fue algo cortante a comparación de cómo me preguntó si estaba bien.
ESTÁS LEYENDO
Encerrado en mi libertad
Teen FictionLas barreras las pones tú, pero cuando no sea así ponle tú los limites a aquello que te impida ser libre.