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SEÚL COREA DEL SUR

CHOI CONSTRUCTION COMPANY.* 

 Los gritos del subdirector Choi Minho seguramente se escuchaban hasta el piso de abajo. Su secretaria, Jessi, intentaba calmarlo, pero parecía una tarea imposible. Su ordenador acababa de colapsar, morir, o lo que significara tener la pantalla completamente en negro.

—Jefe, estoy llamando a todas las empresas especializadas con las que trabajamos siempre, pero es domingo y son las 10 de la mañana. Nadie contesta, y la persona que usted conoce no está en Seúl.

Minho se jalaba los cabellos y golpeaba su escritorio, haciendo retumbar el piso de su oficina. Estaba desesperado; mañana lunes, a primera hora, tenía que presentar el proyecto del nuevo puente que construirían en Incheon. Todo lo tenía listo en su laptop y, de repente, esta se apagó. No quiso volver a encenderse, y ni siquiera había tenido la precaución de usar una memoria externa. Su hermano Seung, el arquitecto de la compañía, siempre se lo decía: "Tienes que proteger la información si no quieres llevarte un susto."

Y como si fuera un maldito profeta, ese día había llegado. La puta computadora había decidido joderle la vida. Su padre le cortaría los testículos por no tener cuidado, y ya tenía demasiados problemas con él como para echarle más leña al fuego.

Minho era, en cierta manera, la oveja negra de la familia. Uno de los factores principales para serlo era su homosexualidad, algo que no formaba parte del vocabulario del clan Choi. Infinidad de chicas, prospectos para casarlo a sus 30 años, habían pasado por su vida sin pena ni gloria. Él no estaba dispuesto a complacer a nadie; amaba a sus padres, pero no llegaría al matrimonio solo para mantener una fachada falsa. No, eso no lo haría. Ya se los había advertido en varias ocasiones, pero siempre se hacían los desentendidos y continuaban presentándole mujeres que, según ellos, eran dignas de pertenecer a su familia.

Minho había estudiado Ingeniería Civil para complacer a su padre. Se graduó con honores, algo que le purgaba a Seung, quien esperaba ser el próximo director de la empresa familiar. Solo que, para llegar a eso, tendría que demostrar que era mejor que su hermano. Choi Byung, el patriarca de la familia, estaba pronto a retirarse de los negocios, por lo que constantemente ponía a prueba a sus dos hijos. Lo curioso era que Minho siempre superaba esas pruebas con excelencia, pero el inconveniente, según su padre, era la falta de una esposa. Seung ya estaba casado y tenía un hijo; eso le daba dos puntos a favor.

—Jessi, si no logro presentar la exposición a los clientes y a mi padre, puedes darme por muerto. Este es el pretexto perfecto que está esperando Seung para darme una puñalada por la espalda. Perderé la oportunidad de dirigir la empresa.

—Jefe, conozco a un chico, pero no sé si quiera que él venga.

—¿Jessi, estás jugando conmigo? Llevo más de una hora sufriendo.

—Es uno de los chicos de la Madre Corazón.

—Jessi, te recuerdo que no soy mi hermano ni mi padre. Soy Minho, y no tengo ni un solo motivo para molestarme con alguien que viva en ese lugar. Solo necesito que sea lo suficientemente bueno para solucionar mi problema. No me interesa su vida; no me voy a casar con él.

—Ya entendí, jefe. Ahorita mismo lo llamo para que venga.

INTERNADO CRISTIANO HERMANOS DEL ALMA

La hermana Yori fue a avisar a Taemin que necesitaban de sus servicios como técnico en sistemas en la empresa Choi. El chico se puso tenso de inmediato e hizo una mueca de desagrado.

—Preferiría no ir, hermana. No me siento cómodo ahí. La última vez no me trataron tan bien.

—Lo recuerdo, Taemin, pero el hijo de los Choi necesita con urgencia que repares su computadora. Además, ¿ya se te olvidó quién pagó tus estudios? La señora Victoria siempre ha estado pendiente de todos ustedes; es nuestra principal benefactora.

—Sí, lo sé, hermana. Disculpe por ser tan egoísta. Voy a preparar mis cosas para ir.

—No estarás solo, Jessi, su secretaria, estará ahí y no se irá hasta que termines el trabajo.

—¿Jessi?

—Sí, mi prima —dijo la hermana Yori—. Ella trabaja para él desde hace un par de años.

—Pues que nuestro señor la proteja de ese demonio... ¡Taemin!

—Ya, ya me callo —respondió Taemin, levantando las manos en señal de paz—.

—Un chofer vendrá a recogerte. Demuestra los valores que has aprendido aquí y no les des motivos para quejarse de ti. Además, será una manera de agradecer tus estudios y ponerlos en práctica.

—Hola, señor, buenos días. Soy Lee Taemin, pero puede llamarme Taem.

—Buenos días, jovencito Taem. Será un placer llevarlo.

Taemin subió en el asiento del copiloto, a pesar de que el chofer había abierto la puerta trasera del lujoso Mercedes.

—Mmm... yo iré aquí adelante. Me gusta estar cerca de las personas cuando platico.

El chico resultó ser todo un conversador.

—¿Y entonces usted trabaja para el hijo del señor Choi?

—Sí, así es. ¿Lo conoces?

—Mmm... claro que lo conozco, es un desgraciado... NO, nunca lo he visto.

—Es una persona maravillosa —mencionó entusiasmado el chofer.

Taemin forzó una sonrisa ante tal comentario. "Como no, si es el mismísimo diablo."

—Ya lo vas a conocer, te agradará mucho.

"Ya lo conozco, y juro que no me agrada ni un poco", pensó Taemin, aunque solo asintió con la cabeza.

El resto del trayecto hablaron de otras cosas que no tenían que ver con los Choi. Al llegar al edificio, Jessi ya lo esperaba en la recepción.

—Hola, ¿tú debes ser Taemin?

—Sí, y tú Jessi.

—Qué bueno que viniste. Mi jefe está a punto de volverse loco. Su ordenador se averió y toda la información que necesita presentar mañana está ahí.

—Debe ser un castigo divino —susurró el chico.

—¿Cómo?

—Nada, estaba pensando en voz alta sobre algo que me dijo la Madre Corazón en el desayuno.

—¡Ah! Pero volviendo a mi jefe, ahora está muy nervioso. No le hagas mucho caso. Normalmente no es tan gritón, pero este proyecto es sumamente importante. Si no lo presenta, arderá Troya, sobre todo con su padre, el señor Byung.

"Normalmente no es así, claro que no, es mucho peor. Y yo lo sé bien", pensaba Taemin, aunque solo asentía, poniendo su mejor cara. Tenía que hacerlo, se lo debía a la mamá de ese idiota. Gracias a su bondad, había podido salir de las calles, y ahora contaba con una gran familia encabezada por la Madre Corazón y las hermanas, quienes eran como tías.

Subieron por el elevador hasta el penúltimo piso, cruzaron un largo pasillo, y al fondo estaba una enorme oficina con la puerta abierta. Jessi le indicó que entrara.

—¡Suerte!

Taemin vio a un hombre de espaldas, parado frente al ventanal, con un vaso de líquido ambarino en la mano.

"Ahí está ese malnacido", pensó mientras respiraba hondo para darse ánimo. "Aquí vamos, Taemin, ni modo."

—Señor Choi, vengo a revisar su computadora.

Minho se dio la vuelta, y lo que vio lo dejó helado.

CONTINUARÁ...

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  ¡FELIZ CUMPLEAÑOS, TAEMIN! ✨🎂🥳💖💖

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