Tenía problemas para dormir, hacía tiempo que trabajaba rigurosamente en su oficina y tanta labor la estaba consumiendo. Se levantaba siempre a la misma hora, desayunaba meticulosamente 2 huevos con pan y una taza de café, se vestía siempre con el mismo uniforme y conducía hasta 30 minutos a su trabajo. Siempre por la misma ruta, siempre en el mismo vehículo, siempre escuchando la misma estación a su trabajo. Pero ese año algo fue diferente, el trabajo era cada vez más asfixiante y esto menguaba su salud.
Todas las noches se acostaba a la misma hora deseando conciliar el sueño, cerraba las cortinas deseando obscurecer al máximo su habitación de las pocas luces que se cuelan de la ciudad y se recostaba sobre su cama en posición fetal. Había leído que esa era la mejor forma de respirar y de descansar durante la noche y quería aprovechar su tiempo de sueño al máximo. Pero últimamente algo iba distinto, el viento otoñal silbaba y tan pronto como comenzaba a dormir, el viento agitaba violentamente las ramas del viejo roble y estas golpeaban su ventana. No era fuerte, solo un ligero arañazo que la despertaba con facilidad.
-Ese viejo roble, sus ramas están más caídas que la reputación de Barry el de Contabilidad- Pensaba.
-Debería de cortarlo de tajo y mandarlo hacer leña, no hace más que estorbar, es ineficiente y parece que solo desea complicar las cosas-. No sabía en qué punto dejaba de hablar del roble y comenzaba a hablar de Barry quien ya le había generado muchos conflictos antes. Sin embargo su padre amaba ese viejo roble y él le había obsequiado la casa donde vivía, por lo que derribarlo estaba descartado.
Siempre era lo mismo, intentaba dormir y el viento movía las ramas, estas rasguñaban el vidrio y esto la despertaba. Pero todo colmo una violenta noche en que el viento parecía furioso. La casa se agitaba y crujía con el viento, el aire silbaba fuertemente como si estuviera al borde de un peñasco, su cabeza pulsaba fuertemente de dolor por la ausencia de un descanso cómodo, pulsando y pulsando con cada latido y el rasguño en su ventana, rasgando y rasgando el vidrio sin cesar. Mary sintió que el vidrio se reventaría, estaba aterrada, la escena sonaba dantesca, imagino que una fuerte oleada de viento levantaría su casa suburbana y la arrojaría cientos de metros en el aire.
Por fin, la calma llego y Mary logro dormir 2 horas antes de ir a trabajar.
Cansada de repetir la misma escena decidió ponerle remedio, decidió que cortaría esa rama. Se preguntó como no lo había hecho antes, su padre no se decepcionaría si solo cortaba una rama, pero estaba bloqueada, su trabajo la absorbía y no pensaba con claridad.
Cuando el hombre llego Mary lo condujo al patio trasero, el césped tenia semanas sin ser podado y por el otoño se había pintado de amarillo.
Cuál fue su sorpresa que la rama yacía en el suelo.
-Seguramente el viento de ayer la debió derribar.- Le dijo al leñador
-No señora, no lo creo, esta rama esta ya bastante podrida, seguramente tiene caída alrededor de una semana.-
Ella lo miro contrariada. – ¡Eso no puede ser!- Le dijo. -Todas las noches cuando el viento esta fuerte me despierta cuando rasguña la ventana.-
El leñado bastante molesto le respondió –Señora, tengo trabajando en esto más de 20 años, se reconocer una rama que ya tiene algún tiempo caída.- No había nada que lastimara más el orgullo del hombre que insinuarle que no conoce nada de su trabajo.
Ella bastante alarmada le pregunto nuevamente si no podría estar cometiendo un error, a lo que el negó con la cabeza.
-Sea lo que sea que escucho por la noche no fue la rama- Le dijo, a lo que le cobro $50 dólares por el simple hecho de haber asistido y se fue.
Por la noche Mary se sentía nerviosa, nerviosa y contrariada. Se recostó sobre su cama y se disponía a dormir cuando, de pronto, un sonido la despertó, un sonido que venía recordando con hábil facilidad, eran los rasguños de la rama. –Pero, ¡No puede ser!- Se dijo a sus adentros. Y en ese momento recordó algo importante, algo que lo cambio todo, recordó que las cortinas estaban cerradas desde hacía más de 2 semanas, recordó que no había abierto la ventana en días y que no había visto la rama rasguñar el cristal.
Nerviosa camino a la ventana, temblando de miedo, armada con su almohada que si bien llevaba más a forma de escudo. La sangre bombeada a velocidad vertiginosa. Levanto la mano y entonces lo vio, la causa de todos sus desvelos, el origen de sus males, algo informe, abisal, no puedo distinguir más, su ojos se obscurecieron, su cuerpo se desvanecio y perdio la consciencia.
---2---
El teléfono sonaba sin parar, en la comisaria seguían buscando a la chica por todas partes, el testimonio de un viejo leñador quien fue el último hombre en ver a Mary yacía en una carpeta que decía "Evidencia" y que jamás tendrá resolución pues Mary jamás volvió a ser vista.
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Cuentos en la fogata - Minirelatos de Horror
HorrorRelatos de terror escritos en poco tiempo a forma de ejercicio para la imaginación. Favor de no juzgar la escritura ya que no tengo mucho tiempo para revisar redacción, disfruten. Obra registrada por derechos de autor.