día de paga

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Un día después de conocer a Lee MinHo, incluso sin saber el nombre del chico de su propia boca y sin la esperanza de que llegaría ya a tan altas horas de la tarde, a finales de su jornada laboral, HyunJin lo mira entrar como si nada a su local.

Ese día atiende el mostrador, pero en verdad desea ser quien le entregue personalmente a Galleta. Quiere hacerlo porque está enamorado de la preciosa sonrisa que se dibuja en la boca del castaño al sostener a la gatita de pelaje blanco y caramelo.

Entonces se da prisa en salir del mostrador; camina rápido hasta la puerta de las vitrinas y se para ahí, esperando que MinHo se acerque.

— Hola — sonríe el mayor. Se ve tan amable que un pequeño calor recorre el pecho de HyunJin cuando el chico lleva la bebida helada que sujeta en su mano derecha hacia su boca. — Pensaste que no llegaría, ¿cierto?

— Es que es un poco tarde... Ya casi cerramos.

— Ay... — se sorprende por la amarga noticia. — ¿No puedo quedarme un rato después?

— Preguntaré a mi jefe cuando estemos cerrando.

— ¿Y puedes darme a todos los gatitos?

HyunJin se asombra por aquella petición. — ¿T-todos...?

— Sí: todos — repite tranquilo, como si nada. Sigue bebiendo de su café americano helado durante la conversación, pero no aparta sus ojos de HyunJin. Espera una respuesta y una afirmativa, de hecho. Lee MinHo odia que le digan que no, sobre todo si se trata de gatitos.

— No son pocos...

— Y supongo que no a todos los solicitan diariamente.

— No, bueno... Hay un par que a veces nos piden, pero nunca se los llevan. Pasa que este centro comercial es como... Para gente rica y, por lo general, a la gente con dinero no le interesa adoptar gatitos callejeros. Son sus hijos quienes nos piden cargarlos, pero siempre está el padre detrás con su cara de “sí, muy bonito, pero ya vámanos”.

— Por eso no me gustan las personas — gruñe con enfado, cruzándose de brazos. Y HyunJin no sabe decir si eso será una declaración zoofilica, genocida o simplemente misántropa. Se aterra un poco por cualquiera de las anteriores opciones. — Solo me agradan los veterinarios.

— ¿Por qué...? — esquiva sin querer la pequeña indirecta que MinHo le lanza sin darse cuenta.

— Para amar a los animales debes ser muy buena persona.

HyunJin asiente. No por él: por sus amigos.

Lleva a MinHo al cubículo más grande que tienen en el lugar: un sitio realmente destinado al entrenamiento canino, y comienza a llevarle los gatos con ayuda de sus compañeros de trabajo.

— Este es Zaratustra y ella es Cocoa: tenían una hermana, pero fue adoptada hace muuuucho tiempo — cuenta uno de los chicos que MinHo aún no conoce. Intenta aprenderse los nombres de todos los gatitos mientras deja que le huelan las manos para ver si deciden ser acariciado o no.

Zaratustra es un bonito gato blanco y negro que pareciera tener guantes en las patas. Tiene la nariz rosada y una pequeña mancha en ella que lo hace ver adorable, o eso cree MinHo. Ese gato decide quedarse un poco lejos, soltando cortos y bonitos parpadeos. Es tranquilo e independiente, a contraste con su hermana que, a pesar de su innegable similitud en cuestión de apariencia, parece más cariñosa y se deja acariciar por el humano.

— Zaratustra se parece a él — le comenta HyunJin a Seungmin en secreto. — Sus ojitos son iguales; la primera vez que lo ví, fue lo primero que pensé.

— También la punta de su nariz — sonríe el casi rubio. — Y parpadean igual.

— Esta es Beol — comenta Felix cargando a la enorme gatita de pelaje anaranjado. MinHo sonríe inmediatamente porque le parece demasiado preciosa. — Y sus gatitos son Kkul, Hwabun y Jandi; a ellos los encontramos en un jardín cuando acababan de nacer: parecía que los habían abandonado por ello.

— ¿Por nacer? — Minho pregunta con tristeza, recibiendo en sus brazos a los pequeños. Felix asiente lentamente. También es una historia que lo pone muy triste.

En un rato más, terminan de pasarle a los gatitos para dejarlos jugar. HyunJin desearía no tener que dejarlos solos porque en verdad adora mirarlos felices, pero el jefe llega y debe acercarse a reportar las ventas de la semana y demás formalidades.

— Hyung — lo llama en cuanto se acerca a la reunión, allá por el mostrador. Es el último en llegar cuando ya han cerrado la puerta de entrada y, además, sabe bien que interrumpe, pero nadie le dice nada. Parece que incluso el jefe está feliz por escucharlo hablar, porque antes (de ayer) no era algo común. — Tenemos un... Cliente que...

— Está bien, Hyunie: Seungmin me comentó de qué se trata, y está bien por mí si te quedas con él hasta que se vaya — HyunJin asiente de inmediato; en realidad no pensaba en otro tipo de posibilidad. — ¿Cómo fue esta semana?

— No muy bien — confiesa Felix. — Algunas ventas y pocos cortes de pelo...

— ¿Más bajo que la semana anterior...?

— Diría que sí.

— Está bien... — intenta mantenerse en un tono sereno. De pronto parece que no fue buena idea poner una tienda de mascotas ahí, pero no quiere decirlo. Se niega a mencionarlo incluso desde que comenzaron a tener tan poquitos clientes.

Bang Chan sabe que da más de lo que gana; que gasta demasiado en los salarios, mantener a los animales y reponer las cosas que dejan de funcionar. Lo sabe, pero nunca querrá admitirlo. Incluso si sabe que lo saben... No piensa despedirlos, solo tiene que buscar una solución lo antes posible.

— Creo que debería cerrar — les dice honestamente Seungmin cuando el jefe ya les ha pagado y se ha ido. Recoge sus cosas en un pequeño ambiente de tensión que solo crece, como los problemas en ese lugar. — Sería lo más sensato y maduro de su parte...

HyunJin se queda pensando en ello cuando ambos chicos se van y el lugar se queda en silencio. En verdad no quiere que cierren, pero Seungmin tiene razón...

Y no lo quiere creer, no... Mirando a MinHo mientras juega con los gatos en el área de juegos y entrenamiento, sabe que no debe permitirlo. Al menos por él... Por ellos.

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ʟᴀ ᴛɪᴇɴᴅᴀ ᴅᴇ ᴍᴀsᴄᴏᴛᴀs ¡! ʜʏᴜɴʜᴏ ⚠︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora