2.

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 —Señor Choi, vengo a revisar su computadora.

Minho se dio la vuelta, y lo que vio lo dejó helado.

Era el ser más hermoso que sus ojos jamás habían visto. Un ángel, seguramente con las alas escondidas. Allá arriba, alguien estaba conspirando en su contra. Quienquiera que moviera las piezas de ese juego, lo estaba retando. No podía ser real, no podía existir alguien así, y menos estar justo en su oficina.

Por su parte, Taemin sintió la boca seca. Una sensación de frío y calor recorrió su cuerpo, erizando su piel, mientras sus mejillas estaban a punto de estallar.

El silencio que siguió a las palabras de Taemin resultó asfixiante para ambos. Alguien tendría que romper la tensión que se acumulaba.

Finalmente, fue Minho quien lo hizo, no porque fuera el adulto, sino porque necesitaba comprobar que aquel hermoso chico era real, tan real como su problema.

—B-buenos días... pasa, por favor. Espero que Jessi ya te haya informado cuál es el problema que necesito solucionar —dijo con una sonrisa digna de un anuncio de pasta dental.

—Me comentó que su laptop se apagó. ¿Podría darme más detalles?

—Solo estaba cerrando unas carpetas cuando, de repente, la pantalla se puso completamente negra. Por más que he intentado apagarla o encenderla, sigue sin funcionar. Está muerta. La información que tengo ahí es de suma importancia y, por necio y estúpido, no la guardé. Mañana tengo una presentación y, si pierdo ese trabajo, los clientes me van a matar. Han estado esperando un mes, y no creo que quieran esperar más. Si eso pasa, mi padre y mi hermano me cortarán en pedacitos.

"¿Dijo su hermano?" —pensó Taemin. "Seguro que el hermano de este hombre guapísimo es el tarado de Choi Seung."

—No se preocupe, señor Choi. Voy a arreglarla y no pasará nada malo. Tendrá su presentación sin ningún problema, pero le advierto que me tomará algo de tiempo. ¿Tiene una memoria externa?

—Sí, aquí está.

Al tomar el dispositivo, sus dedos se rozaron. Una corriente eléctrica recorrió sus manos, haciendo que ambos sintieran un hormigueo. Taemin pensó que se debía al aparato, mientras que Minho ni siquiera tenía cabeza para entender lo que su cuerpo estaba percibiendo. El chico sacó sus herramientas, se sentó en el sillón y comenzó a trabajar.

—Señor, si gusta, puede regresar más tarde. Avisaré a Jessi cuando termine con esto.

—Minho.

Taemin lo miró confundido.

—Ese es mi nombre, solo llámame Minho. Y, si no te molesta, prefiero quedarme aquí. Si me voy, estaré más ansioso. Prometo no molestarte.

—Nah, no me molesta. Al contrario, me agrada platicar cuando trabajo.

Era mentira. A Taemin le gustaba ponerse sus audífonos y escuchar música clásica mientras analizaba la posible causa del problema y trazaba un plan para resolverlo. Pero, en esta ocasión, deseaba seguir oyendo la voz de Minho. Le resultaba tan varonil y cálida.

"¿Cálida?" —pensó Taemin—. "¿Qué idioteces estás pensando? Concéntrate en lo que viniste a hacer y desaparece luego. Dudo mucho que a Minho le interese hablar contigo. No eres más que un técnico sin nada interesante que contar".

—Me parece perfecto. Así el tiempo se hará menos tedioso. A todo esto, no me has dicho tu nombre.

—Taemin, pero todos me dicen Taem.

La sonrisa de Taemin era casi infantil, de no ser por lo sexys que se movían sus labios abultados. Minho juró que parecía un niño.

—Y dime, Taem, ¿qué edad tienes? Te ves muy... pequeño.

O TÚ O NADA. (2MIN)🔞🌈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora