CAPÍTULO 20 - ¿POR QUÉ ME LO OCULTASTE?

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Camilo vio como Arturo se metía dentro de la tienda apresuradamente cuando lo vio acercarse, ante ese acto, el Madrigal corrió hacia la puerta y trató de abrirla, pero fue inútil, estaba cerrado.

—Arturo... Arturo, soy yo, Camilo —dijo mientras llamaba a la puerta.

No hubo respuesta, ni un solo ruido ni sonido que Camilo oyese. Miró a su alrededor e intentó ver a través de los cristales, pero estaban las cortinas echadas, miró al escaparate, pero no había visión de dentro de la tienda. Volvió a la puerta y volvió a llamar.

—Arturo, por favor... llevo intentando hablar contigo mucho tiempo.

Ninguna respuesta.

Camilo vio confirmada sus sospechas de que Arturo estaba enfadado con él y que no quería verle, con cierta pena se separó de la puerta y volvió a hablar:

—Esta bien, siento mucho haberte hecho pasar por todo eso, te prometo que no volverás a saber de mí.

Tras eso, Camilo tomó aire y salió corriendo dirección a casa, iba directo a ver a Bruno, debía hablar con él. Mientras se alejaba, Arturo, descorrió las cortinas y abriendo la puerta con suavidad, salió a la calle justo para ver a Camilo corriendo dirección a su casa.

—Lo siento, todavía no puedo verte... y menos después de lo de esta mañana...

En el otro extremo de la plaza, unos ojos azules habían visto toda la escena y frunciendo un poco el ceño miró fijamente a ese chico de piel oscura que volvía a meterse dentro de su tienda.

Camilo no tardó mucho en llegar a Casita, atravesó la puerta y buscó en el primer piso, allí no vio a Bruno, tampoco iba a preguntar a Dolores, porque estaría en su habitación con Víctor y no le habrá oído entrar. Tras mirar en la cocina, subió las escaleras y se dirigió al único sitio que seguro podría estar, su habitación.

En el segundo piso, caminó por el pasillo hasta llegar a su puerta, la noche anterior intentó entrar, pero estaba cerrada y Bruno no le contestó. Miró la puerta y con poca confianza agarró el picaporte y lo giró, provocándole un pequeño escalofrío y asombro que cediese y la puerta se abriera.

Su pecho comenzó a agitarse y notó subir sus pulsaciones provocándole nervios, con cuidado abrió la puerta del todo y entró. No recordaba la última vez que pudo entrar en su habitación, la cortina de arena estaba funcionando. Cerró la puerta detrás de el y caminó hasta atravesar la arena.

Llegó hasta la cueva donde vio la cúpula, supuso que Bruno estaría dentro, caminó por la cueva hasta llegar a la puerta de la cúpula que estaba abierta, con cuidado se acercó y miró al interior. No había nadie.

Camilo dio un suspiro de decepción. Entró en la habitación con intención de ver a las ratas, que hacía tiempo que no veía, pero al adentrarse en la habitación no las vio por ninguna parte.

—Olga... Chanel... ¿estáis por ahí? —llamó Camilo a las ratas.

Rascándose un poco la cabeza y algo desanimado se rindió. Miró a su alrededor y casi llora al recordar las cosas que habían pasado en esa habitación, miró la cama, perfectamente hecha, se dirigió a ella y cuando iba a poner la mano encima, notó una corriente de aire que venía de detrás de él. Sintió miedo y al girarse vio como Bruno estaba en el marco de la puerta con los ojos iluminados en ese tono verde tan característico.

Camilo al verlo dio un pequeño salto del susto y se asustó mas cunado Bruno se acercó a él a gran velocidad y con una fuerza que no recordaba, lo agarró de los brazos y lo estampó contra una de las paredes, mientras ponía sus manos contra la pared de cristal a cada lado de la cabeza del joven.

El Camaleón que no Podía Cambiar de Color (Camilo x Bruno) (Brumilo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora