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"El lob en busca de su caperuza"



        Tres segundos lo determinaron todo, un deja vu, un presente catastrófico, un olvido o una dolorosa perdida. Puedo observar su siguiente movimiento luego de atentar contra mi amigo, lo miro en cámara lenta. Tratando de ser más rápido, me abalanzó contra Nora envolviéndola en mis brazos hasta dar al piso para esquivar el golpe y evitar que algo malo haga con ella.

—¿Estás bien?—le pregunté separándome un poco, quedando a pocos centímetros de su rostro.

Automáticamente negó con la cabeza al no esperarse absolutamente nada de lo que ahora estaba ocurriendo. Me levante con rapidez y le extendí mi mano para ayudarla también, sin embargo, al observar que Masini se acercaba amenazante, la empuje lejos y antes de recibir cualquier impacto, detuve el palo con ambas manos.

—¡¿Creyeron que podían verme la cara de tonto?!—exclamo el hombre empujando con más fuerza.

—¡Nora, no te acerques!—grité haciendo todo un esfuerzo, pero el hombre me doblegaba por su gran fuerza bruta.

Sin siquiera pensarlo, avente el objeto a un lado y le salté encima enfrentándolo con un rugido de fiera y en un hábil movimiento logré arrebatarle aquel barrote, pero antes de poder hacer uso de él, Masini me soltó una fuerte patada en las costillas que me hizo retroceder y perder el aliento.

—¡No van a salir de aquí!—expreso caminando hasta el escritorio—¡Supe que serías un maldito problema desde el primer momento en que te vi!

Mi instinto me advirtió del peligro un segundo antes pero me hice oídos sordos. Masini tomó la lámpara de queroseno y antes de que yo pudiese hacer algo, la lanzó hasta mi cabeza obligándome a caer. Me encorve en el piso adolorido, mi alrededor comenzó a verse desenfocado, el sonido se minimizo, como si agua hubiese entrado en mi oídos.

—¡Jungkook!—pude diferenciar el grito de Nora queriendo alejarse de Masini. Y luego el sonido de un golpe rápido, hábil.

Ella apareció en mi campo de visión siendo arrastrada por Ignacio. La impotencia llegó a mi, pero no respondí aún cuando mi cerebro mandaba esa orden. Sentí mi cuerpo temblar, estiré mi mano rogándole con mi rostro apuntando hacia la tierra del piso que la dejara en paz. Qué no se atreviera a hacerle daño.

—Nora—susurre intentando levantarme, pero puedo sentir aquel líquido rojo recorrer mi sien— ¿Qué le hicieron esas chicas inocentes para ganar tal castigo? ¿Quien le dio el derecho de atentar contra la vida de alguien más?

—¿Atentar contra...Ah, ¿Hablas de Emma? o ¿De Renata?—cuestionó burlesco—Ella tuvo la culpa por desobedecerme, fue testigo de la desaparición de Dionora por estar en el momento equivocado. Por supuesto no iba a dejarla suelta.

—¿Y Renata?

—Bueno, me pagaron para llevarles a dos chicas. Y eso iba a hacer, pero no se portó muy bien y digamos que...me excedí al momento de castigarla.

—¡Es un monstruo!—espeté escupiéndole con desprecio.

—Oh, no Jeon. Sólo soy una persona que aprovecha las oportunidades que la vida le presenta, acéptalo.—habló mordaz—Ellas ya le pertenecían a alguien más desde el primer momento en que pusieron un pie en este lugar.

La sangre me hirvió en ese instante, y algo muy en el fondo se prendió. Aquella misma sensación que siempre me hacía perder la cabeza y actuar impulsivo. No recuerdo haberle hecho algún daño, pero la fuerza con la que me impulse podía haber sido la de un resorte gigante, apenas rozamos el suelo.

Porque si el L⃨O⃨B⃨O⃨ aparece...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora