— ¿Qué haces? —
Zhan se despertó repentinamente. Su novia estaba a su lado... Totalmente despierta.
— Nada. ¿Tuviste una pesadilla?
— Algo así.
— ¿Sobre qué?
— Uhmm... — Zhan frunció su ceño mientras se esforzaba por recordar... — El gato... Los gatos. Creo que me siento un poco culpable.
— Ay... Mi amor. Lo sabía. Si quieres podemos ir a buscarlos y les ofrecemos algo de comida.
— Mn... — El alfa se dejó caer sobre la cama de nuevo. — No importa. Con que no me los recuerdes será suficiente.
— Está bien. Volvamos a dormir.
— ¿Qué hacías despierta?
— Ah... Yo... — La chica fue tomada de forma desprevenida. — Simplemente me acababa de levantar al baño.
Ella dijo esto acurrucandose en su regazo. Zhan cerró los ojos y aspiró. Tuvo la sensación de que olía a vainilla... Fue demasiado leve, entonces acercó su rostro al cuello de la omega entre sus brazos. Ella sintió cosquillas. — ¿Qué haces? Tus papas están al lado.
Zhan dejó un beso. El aroma de su omega seguía siendo igual. A caramelo muy dulce, incluso un poco empalagoso. Pero se decía que entre más dulce fuera el aroma, mas dominante era el instinto de omega y eso hacia que pudiera atraer más alfas, y pudiera dar más placer. Zhan aún no había corroborado esa teoría. Aunque si habían tenido momentos muy subidos de tono. Por cosas del destino, algo había sucedido y el había reaccionado a tiempo para no dejarse llevar.
Cuando se despertó su novia se había ido. Sabía que debía ir a clase temprano.
La sensación en su pecho no fue buena.
Los gatos.
Aunque no quería y quería olvidar el asunto, al final debido a la culpa, terminó pasando por el sitio los siguientes días sin obtener ningún resultado.
***
— ¿Donde estabas? Que bonita la hora de aparecer.
Su madre lo empujó al interior de la casa de su dueño cuando apareció. Miró de lejos a Haikuan de forma afilada y le gruñó para que se alejara. El mayor sólo había ido a revisar que el pequeño Yibo llegará bien.
— Dos días completos! Y yo con el corazón en la mano.
— Lo olvide. — El pequeño gato enredo su cola alrededor de su cuerpo. — Lo siento. Lo siento mamá...
— La demora era que aprendieras a saltar el muro, entonces te pierdes cuanto te da la gana. ¿Qué tal si te pasa algo?
— Lo siento.
— Estás castigado. No quiero que te asomes a la puerta.
Yibo se sorprendió. Parecía que su mamá sabía como mandar. Apenas había cruzado la puerta y el hombre había cerrado la puerta para mascotas. Si Haikuan quería entrar haría un escándalo que todos alrededor se enterarian. Pero didi... Didi estaba muy pequeño.
El se quedó un poco anonadado... El también quería tener su propio esclavo... Uno que le abriera cuando quisiera para ir a cazar lagartijas o molestar los pájaros en el árbol... Además de salir a pasear por el vecindario con Haikuan.
— Humano! Dame una caricia! — El intentó, maullo y restrego su cabeza contra el brazo de Henry. Este enseguida lo tomó y le dio un par de caricias apenas antes de que él gato saltará escapando de su regazo.
— Ya esclavo... No te pongas tan pegajoso tampoco. Dije UNA caricia.