Capítulo 13: Tormenta

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El sol brillaba y las nubes se habían dispersado cuando por fin tuvieron noticias de Kacchan.
Parecía que la tormenta no daría tregua. No había dejado de llover, no en los últimos dos días.
E Izuku no había dormido desde entonces.

...

La tarde del viernes corrió hacia la estación, buscando a la chica en los alrededores.
Tomó el tren con la esperanza de que estuviera en casa de los Bakugo.
No fue así, Kacchan no estaba con sus padres.
La situación realmente lo asustó.

Junto a los amigos y padres de Kacchan, recorrieron los alrededores y llamaron a conocidos que pudieran haberla visto.

Masaru llamó a la policía, su hija no estaba por ningún lado.
Las autoridades revisaron las cámaras de seguridad de la estación, Katsumi no se había siquiera acercado a la estación.

La policía había revisado el departamento de la rubia, pero no habían encontrado nada.
La lluvia no les facilitaba las cosas, no había huellas o rastros que pudieran seguir.

...

Izuku rogaba porque ella estuviera bien, si algo le pasaba no se lo perdonaría jamás. Debió salir antes de clases, Kacchan lo había esperado y él no había llegado.

Caminó por los alrededores, recorriendo la playa, los parques y aquel mirador donde le había pedido a la rubia ser su novia.

Caminó desde la U.A. hacia el departamento, repasando el recorrido que Kacchan debía hacer ese día.
Lo había hecho decenas de veces y no había encontrado nada que le diera una pista de donde había ido.

Se sentó en la calle, la lluvia golpeaba su rostro mezclándose con las lágrimas que no dejaban de brotar de sus verdes ojos.
-¡Kacchan!, ¡¿Donde estás?!-
Sollozó mientras jalaba su cabello desesperado.
-¡¿Dónde mierda estás?!-

Estaba solo, lo único que se oía a su alrededor era la fuerte lluvia que golpeaba el pavimento y el agua que corría a un lado de sus pies.

Un sonido metálico llamó su atención. Sus ojos viajaron buscando el origen de aquel ruido.
A orillas de la calle, en la reja de la alcantarilla, algo parecía acumular algunas hojas impidiendo el paso del agua.
Acercó su mano inspeccionando.
Sus ojos se abrieron enormemente al ver aquello en su mano, el llavero que él le había regalado a Kacchan.

Lo guardo entre sus ropas, mientras observaba el lugar. ¿Kacchan lo habría tirado?
Decidió llevarlo a la policía, era poco probable, pero tal vez el objeto podría darles alguna pista.

...

Una llamada les dió una pequeña luz de esperanza:
Una mujer mayor aseguraba haber visto una chica de cabello rubio vagando por la zona. Al parecer, según lo que había dicho la anciana, la chica parecía desorientada, traía la ropa rasgada y no respondía.
Habían tratado de hablar con ella, pero esta había salido corriendo.

La policía acudió al lugar, entrevistando a los pobladores.

Izuku también se dirigió allá. Bajó las nubes que lentamente se alejaban, caminó por los alrededores.
Sólo habían casas.

Una pequeña casa llamó su atención. A simple vista el lugar parecía abandonado, el césped estaba bastante largo y la fachada cubierta de polvo. Sin embargo al acercarse un poco, se podía observar que el pasto parecía aplastado en algunas zonas, podía haber sido producto de los animales, pero aún así decidió acercarse.

La puerta del lugar estaba cerrada, saltó la pequeña reja e ingresó al patio trasero del inmueble.
La entrada de atrás también estaba cerrada, sin embargo había algunas huellas que indicaban que alguien con los zapatos mojados había ingresado.

Siguió el camino de esas huellas, comenzaban en la reja trasera, la cual estaba bastante maltratada. Cualquier persona podría pasar fácilmente por ahí.

Decidió que era momento de avisar a los oficiales, aunque el quisiera hacerlo no podía simplemente ingresar a una casa.

Cuando se alejaba del lugar, un fuerte ruido desde el interior llamó su atención, parecía que algo había caído al piso rompiéndose.

No podía esperar a que los oficiales llegaran, debía ingresar.

El ruido de un televisor y la fuerte lluvia golpeando el tejado, llegó a sus oídos

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El ruido de un televisor y la fuerte lluvia golpeando el tejado, llegó a sus oídos.
Abrió los ojos desorientada, no sabía dónde estaba.
Observó a los alrededores enfocando su vista. Parecía estar sobre una vieja cama en una habitación bastante oscura.

Trató de sentarse, apenas lo logró, cayó nuevamente sobre el colchón. Era como si cada músculo de su cuerpo estuviera dormido.

Quiso gritar, pero su garganta estaba seca y las palabras no salían. Como pudo, se arrastró hacia la orilla de la cama cayendo fuertemente al piso.
Tenía que salir de ahí.

Oyó unos pasos acercándose.
-Creí que no despertarías nunca- Habló aquella asquerosa voz.
-Creó que exageré con la dosis. Tal vez es mejor darte una píldora, será más sencillo que una inyección-

Dirigió su mirada hacia el dueño de esa voz.
El hijo de perra se paró a su lado, observándola desde arriba.

-Haz dormido por unas 12 horas- Habló mientras se agachaba a la altura del piso, tomaba su rostro y lo apretaba fuertemente.

Katsumi sintió aquella mano sobre su piel. Quería golpearlo pero su cuerpo parecía no responder.

El maldito sonrió divertido.
-Ahora que estás despierta....-

-Creo que es momento de divertirnos- Habló mientras acercaba su rostro al de la chica, besándola con desesperación e introduciendo su lengua.

Podía sentir esa asquerosa lengua en su boca y oír los jadeo de ese tipo.
Quería que se detuviera, que se alejara de ella, pero su cuerpo simplemente no reaccionaba.

El olor a alcohol inundó sus fosas nasales cuando por fin el maldito separó su boca de la suya.

Pero parecía que no se detendría ahí.
Esta vez, la tomó entre sus brazos depositando nuevamente su cuerpo sobre la cama.

Se recostó sobre ella, besando su rostro y cuello.
Lentamente bajó hacia su pecho, quitando su chaqueta de un tirón y dejándola solo en camiseta.

-Sabía que tenías lo tuyo pequeña Perra- Rió mientras pasaba su lengua por los labios y comenzaba a besarla nuevamente.

Las lágrimas empaparon sus ojos color rubí y rodaron por sus mejillas, mientras sentía esas manos por cada parte de su cuerpo.

Pensó en Deku mientras cerraba fuertemente los ojos sin poder moverse.
Lo lamentaba, debió esperarlo. Debió ir a casa de sus padres con él, aunque ya fuera tarde, aunque hubiera tormenta.

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