XXXIII

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—¡Pero abrázame fuerte! —reclamó el menor sujetando el brazo de Ari alrededor de su cintura.

—¿En qué momento pasó todo esto?

La situación, era que Mike se había ido a acomodar a la cama del psicólogo, para dormir en posición de "cucharita". El castaño ocupaba el lugar de la cuchara grande y el rubio, el lugar de la cuchara pequeña.

—M-Miguel, ¿N-no crees que es hora d-de que vayas a casa? —cuestionó intentando separarlo.

Ño, mis papás regresan hasta el Lunes en la tarde —cerró los ojos y se pegó más al otro—. Ahora déjame dormir y no creas que te vas a librar tan fácil de mí —tuvo una pausa de su diálogo y añadió—. Es más...

Mike se volteó y nuevamente acomodó su cara en el pecho de Ari.

—Ahora sí, buenas noches.

El especialista soltó un suspiro largo y no hubo otra opción más que abrazar a su paciente para que se durmiera.

—"No es incómodo, pero tampoco me acostumbro. Tendré que hablar bien con él en la mañana".

[...]

El mayor se encontraba en su cocina, preparando algo para el desayuno y casi estando por terminar, unos pasos en la escalera le hicieron ponerse alerta, pero no de una forma negativa.

Cuando el ruido se escuchó más cerca, una voz también resonó.

—¡Amorcito!

Ari tomó aire y lo soltó lentamente. Ya después, Mike llegó a la cocina.

—Buenos días, Ari —saludó el anterior mencionado.

—Buenos días, Miguel —contestó, pero sin sentimiento.

—¿Hiciste el desayuno?

—Sí. Permíteme llevarme estos platos al comedor.

El de ojos bicolor terminó su tarea y le indicó al otro que podía sentarse. Este hizo caso y felizmente tomó asiento en una de las sillas frente a la mesa.
Agradeció los alimentos para comenzar a ingerirlos después.

—E-estás muy serio, ¿Pasó algo? —inquirió el menor rompiendo el silencio.

—Nada.

—Fue por el... Beso, ¿Cierto? —volteó a verlo al mencionar la acción.

Otra vez, el mayor suspiró y también dirigió su mirada a él.

—Admito que fue sorpresa y hasta un punto, sí está relacionado con mi estado de ánimo. Pensé que no lo recordarías.

—Al principio no, pero después todo fue claro. Por eso pregunto.

—El problema aquí, Miguel, es que literalmente te doblo la edad, ¿No te molesta eso? —cuestionó un tanto nervioso.

—¿Te parece que tengo cara de que me molesta? —respondió con otra duda y un tono algo desafiante.

—¿Por qué te enamoraste de mí en primer lugar? —volvió a dudar el mayor.

En el momento que Ari preguntó eso, el otro se puso "pálido", pues recordemos que la atracción fue física, no emocional.

Mi Psicólogo (Mikerap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora