¿Qué quieres que te diga?

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Nathalie estaba planchando un vestido que necesitaba para la gala de mañana por la noche cuando escucho una vocecita dulce a su alrededor.

—¿Señorita Nathalie?

—Hola, Duusu. — respondió ella concentrada en el vestido.

—¿Por qué no ha hablado con el señor Gabriel?

—¿Sobre...?

—¡Vamos!, el beso.

—Duusu, era el calor del momento, no era nada, no significaba nada para él. Ha vuelto a su trabajo, a su hijo y a su esposa. Y respeto eso, son su familia.

—Eres la madre de Adrien.

—Si, pero... es sólo metafórico.

—No creo que sea metafórico para él.— respondió el pequeño kwami sentado en el hombro de Nathalie.

Nathalie dejó escapar un profundo suspiro.

—¿Qué quieres que te diga? Oh, señor ¿por qué me beso en el jardín? ¡Ay, Nathalie porque te amo! Oh, señor, yo también lo amo y ahora viviremos felices para siempre...

—¡¡¡PUES SIII!!!— gritó Duusu volando alrededor de Nathalie.

Nathalie simplemente negó con la cabeza y continuó con el vestido.

Gabriel yacía en su cama mirando la foto de Emilie en su mesita de noche.

—Mi amor, lo siento. No sé lo que me esta pasando. Yo...yo... bese a Nathalie, yo solo... solo necesitaba sentirla cerca. Necesito a alguien a mi lado. Esto es insoportable. Cada vez que cierro los ojos la veo, cada día encuentro una estúpida excusa para hablarle y tenerla cerca, y como anhelo sus labios. Mi amor... esto...yo... te prometí que nunca volvería a sentir algo así por nadie. Mi dulce angel...

Gabriel comenzó a llorar, lloró como nunca lo había hecho, ni siquiera el día que murió Emilie, no pudo evitar sentir que estaba traicionando a su amada esposa. Lloró hasta quedarse dormido.

Instintos MaternalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora