THE INFERNO I: UNA BODA INESPERADA - KOOKMIN (+18)

THE INFERNO - CAPÌTULO 8

Jung-kook estaba sentado contra la cabecera de la cama, mientras leía un montón de papeles con una mirada sombría en su rostro. Lo observé por unos minutos antes de que él notara que estaba despierto.

—Hey, dormilón.

—Hola —le dije en voz baja, mientras me sentaba junto a él. —¿Cuánto tiempo llevas levantado?

—No mucho —dijo mientras se inclinaba para darme un beso en la frente. —No quería despertarte. Te veías tan lindo... callado.

—Ja Ja. ¿Qué estás haciendo?

—Nada realmente — lo dijo tirando los papeles sobre la mesa junto a él, mientras suspiraba. —¿Cómo te sientes?

Sabía que él había recordado lo que había dicho la noche anterior acerca de que hoy era el aniversario de la muerte de mis padres. En los últimos años pasar por ello se había vuelto cada vez más fácil. A medida que me hacía mayor pude controlar perfectamente mis emociones con respecto a eso. Nunca lo olvidé, pero podía pasar por esta fecha sin distraerme demasiado.

—Estoy bien, gracias. Y tú ¿cómo estás?, ¿quieres hablar de lo sucedido en la reunión con tus padres?

—En realidad no —contestó mientras dejaba salir el aire de sus pulmones. —Pero, pienso que deberíamos hacerlo. Espero que no estés enojado conmigo por haberte atacado en la calle cuando nos fuimos. Especialmente porque estabas muy molesto por la forma en que te trataron. Ellos me vuelven loco a veces y quería... no sé, supongo que avergonzarlos.

Tomé su mano, dándole un suave apretón.

—No estoy enojado. Me di cuenta que estabas tratando de provocarlos con tu pequeña demostración pública. Hubiera deseado que lo hicieras porque en ese momento realmente me querías, pero puedo entender tus razones.

—No pienses que no te deseaba en ese momento, Jimin —lo dijo sonriendo — Desearte, últimamente ya no es un problema para mí, en absoluto. Pero esperaba atormentarlos un poco al hacer eso en su jardín delantero. Gracias por detenerme. Estaba tan enojado con ellos que seguramente te hubiera tomado allí mismo.

—Bueno, si lo hubieras hecho no habría sido algo tan terrible. Tú y yo nos hemos hecho cosas mucho más vergonzosas que eso en público.

Se rio de nuevo, tirándome hacia sus brazos y besándome. Gemí contra sus labios, mi polla saltó demandando atención al sentir su contacto. Rodó por encima de mí, manteniendo el beso. Envolví con mis brazos su espalda recorriendo con mis dedos su piel, mientras él saqueaba mi boca con su lengua y dientes.

Se trasladó a un lado de la cama, buscando algo en el cajón de la mesita de noche.

Cuando regresó a mí, trajo consigo un condón y una botella de lubricante.

—¿No estoy siendo aún más maduro esta noche? —Le pregunté mientras rodaba el condón a lo largo de su pene.

—No quiero perder el momento de nuevo. Te quiero y maldición, te voy a tener.

Se dejó caer sobre mí para besarme de nuevo, buscando a tientas el lubricante como lo había hecho antes y me alejé de él riendo.

—Todo está bien, cálmate. No voy a ir a ningún lado. Estoy aquí y tú puedes hacerme lo que desees, ¿de acuerdo?, pero yo no quiero otro baño de lubricante si no te importa. Así que tomate tú tiempo. Me quedaré aquí.

Se sentó, sonriéndome mientras él abría la tapa del lubricante, vertiendo un poco en la mano. Cerró la botella y la puso en la mesa de noche soltando un suspiro exagerado que me hizo reír de nuevo, antes de aplicar el líquido resbaladizo en el condón, él se posicionó sobre mí, besándome mientras su mano se movía entre nosotros, deslizando un dedo con lubricante entre las mejillas voluptuosas de mi culo.