🥀8: Promesas 🥀

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T/N

Camus me veía desde el otro lado del dormitorio, logrando crear un ambiente lleno de incomodidad y silencioso. Tal parecía que ninguno de los dos estaba dispuesto a tocar el tema, y es que era lo de menos que yo quisiera hablar. Por lo cual, tuve el valor de apartar la mirada para dar un paso adelante; no podía darle cualquier excusa estúpida. Ni siquiera sabia sí decirle que era una caballero, pero esa idea al poco idea se esfumó, puesto que él estaba luchando de lado de Asgard.

—Un caballero dorado me contó lo que sucedió. —Dije rompiendo el silencio.

Esto llamó la atención de Camus totalmente. Había bajado la mirada y apretando mis puños logre seguir hablando.

—Moriste en la batalla de las doce casas. Todo para que tu alumno consiguiera el cero absoluto o algo así me explicó —aprieto más mi vestido.

Noté como él lograba desviar la mirada vagamente.

—Tuve que hacerlo. No tenía otra opción.

—Lo sé. Fuiste un gran maestro él guiar a Hyoga, aún arriesgando tu vida para que tu alumno cumpliera su propósito.

Camus se acerca a mí a pasos lentos. Ahora que no traía su armadura dorada puesta, se podía apreciar la musculatura de sus brazos, y lo rígido que se veía. Él se acercó, hasta que sentí su sombra.

—Sabía que moriría en alguna ocasión —dijo sin preocupación alguna —. Sin embargo... Me sentía culpable de dejarte.

Mi mirada se alzó para poder ver a detalle al caballero de Acuario, quien estaba a centímetros de mí sin que yo me diese cuenta. Camus eleva su mano a mi mejilla, de manera lenta él logra posar su mano; tal vez esperaba algún alejamiento por mi parte, sin embargo no fue así. Mis ojos estaban sobre los ojos azules de Camus.

—Quería estar contigo. —sentía como mi corazón latía aún más fuerte —Pero, nuestro camino fue diferente. Las estrellas ya tenían destino para nosotros.

—Camus... ¿Por qué tienes que decirlo justo ahora?

—¿Ahora?

Apretaba mi vestido con suma fuerza.

—Hubiese preferido que me rompas el corazón, antes de tu muerte, no ahora que me lo haces pedazos —solté en lágrimas — Todos los días siempre te escribía —caí de rodillas —, y nunca respondiste, llegué a pensar que ya kon querías saber nada de mí... Incluso te esperaba en esa colina... ¡Prometiste que volverías!

Él se puso a mí misma altura y comenzaba a limpiarme las lágrimas y junta sus labios con los míos; me había tomado por sorpresa. No sabía tan siquiera como reaccionar, mis lágrimas únicamente caían. Al poco tiempo Camus se separa lentamente de mí.

—No pido tu perdón, porque yo tampoco puedo perdonarme.

Me costaba trabajo asimilar lo que habían pasado y también, aclarar mi garganta para poder hablar, con esfuerzo lo miro a los ojos; aún recordaba esa mirada. La diferencia era que no era la misma de antes, la misma del Camus del pasado, mucho antes de que se volviese un hombre totalmente diferente. Siempre abundaba brillo en sus ojos, inclusive era extraño no verlo sonreír. Aún así, seguía creyendo que esa persona estaba en él aún.

Me acerqué a él con brusquedad, para aferrarme a él mientras él simplemente me envolvía en su brazos.

—Me es imposible odiarte después de todo... —dije hundiendome en su cuello —... Quiero al menos permanecer un rato así.

—Está bien —él acarició mi cabello.

Luego de unos cuantos segundos, logré alzar mi rostro para verlo, él estaba algo perplejo, y sin más, me había acercado a sus labios para poder besarlo. Los ojos de Camus se habían y abierto de par en par para posteriormente corresponderme. Sus brazos habían rodeado mi cadera, apegandome un poco más a él.

La mera sensación, era única e inigualable, la cual, me era difícil describir aquella dulce sensación de mis labios. Había gran diferencia del beso de Surt y de Camus, una muy grande, en donde una podía sentir una explosión de emociones recorrer por mi cuerpo y el otro fue... Nada, más que culpabilidad, después de lo que pasó.

Ambos despegamos nuestros labios lentamente mientras nos veíamos mutuamente. El corazón me latía de una manera única.

Tan única que solo él podía hacer que se sintiera de esa manera.

—¿Aún sigues molesta? —Inquirió, pegándose a mí, nuevamente, con la intención de pegar sus labios.

—Sí —respondí, aún estando pérdida en sus ojos azulados.

Nuevamente, mis labios se posaron sobre los de él, logrando aumentar un poco más la intensidad, y aquella explosión de sensaciones, se hacia cada vez más grande. Logré hacer que Camus retrocediese un poco, logrando quedar sobre él sin despegar mis labios de los de él. Mi pelo rojo se iba sobre el rostro del caballero de Acuario, a quien le importó de menos y siguió en el apasionante beso.

Después de tanto tiempo... Pude sentir ese calor en mi pecho, aunque también... En cierta parte, me llegaba a doler, debido a que él estaba de lado de Asgard; de lado de Surt. Me era aún más difícil, asimilarlo todo por completo. Tener de enemigos a ellos dos, es como suicidarme. Por el momento, quería despejar mis pensamientos de ello y tenía que concentrarme en lograr llegar a Yggdrasil.

De manera lenta nos separamos. Él acaricia mi rostro con cierta delicadeza, sus manos estaban heladas, tan frías como la misma nieve que había en Siberia. Aquellos hielos eternos que permanecían intactos aún cuando los rayos del sol lograban llegar a él.

Todo lo que había pasado en ese ocasión había llegado a mi mente. Desde el día en el que él había partido, hasta el día en el cual había recibido su carta. Todo eso en un abrir y cerrar de ojos; había pasado demasiado tiempo y parecía como sí fuese ayer que me enteré de la muerte de Camus y convertirme en caballero de Athena, con el fin de cumplir mi objetivo en esta vida. Mi vida trazada en las constelaciones.

Había quedado recostada, encima de Camus, mientras podía escuchar su corazón palpitar con fuerza y ni hablar de los jadeos que se podían oír...

—Camus. —Susure —¿Por qué me mentiste? Sé que había sido porque tenias un deber, pero... De ser así... Yo...

—T/N.

Él tomó mi mano con delicadeza y comenzó acariciarla, y con la otra mano, la elevó hasta mi cabeza, acariciandome con cuidado, como sí se tratase de algo de porcelana.

—Quiero enmendar todo —me dijo —. Quiero recuperar las falsas promesas que te había hecho.

—¿Hablas enserio?

—Sí, esta vez, juro que lo voy a cumplir.

Sonreí mientras me mantenía recostada en su pecho. La calidez que sentía en mi corazón, era igual a la de antes. Por cada vez que se lograba verlo. Por cada vez que me hacía sentir que no estaba sola. Por cada vez que alegraba mis días.

Logré reincorporarme, para poder verlo desde una altura considerable. La expresión llena de confusión abarcó en su rostro. Me levanté y en un acto seguido él también lo hizo.

—Creo que debo irme —avisé. A lo cual, me gire, despidiendome de él, pero su mano se detuvo y me gire de inmediato, mirándolo a los ojos —Camus...

—No te vayas —me suplicó —. Quédate.

Mis mejillas se habían sonrojado en ese preciso momento. Él se acercó con lentitud esperando alguna reacción por mi parte, pero no la hubo, fue hasta sentí sus labios sobre los míos; esta vez de una manera desesperada. Sus mamanos subieron hasta mi rostro, tomándolo entre sus manos mientras me besaba con deseo y desesperación. Fue al poco tiempo que le correspondí de la misma manera, podía sentir su cabellera tan suave y lizo.

—Déjame tenerte.

Sus palabras me dejaron sin aliento. Por lo que solo me límite a asentir...

Mi bella rosa de hielo ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora