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Si alguien le hubiera advertido a Jimin las consecuencias de haber salido a investigar acerca de los camiones que se establecían en la casa contraria a la suya o sobre saludar a aquel pequeño niño de ojos grandes, se hubiese detenido por completo. Tal vez terminaría de hacer los deberes de matemática, aunque fuesen muy difíciles para un niño de siete años o ayudaría a su madre a hacer galletitas durante la tarde para comer mientras veía dibujos animados.

Pero todo salió como estaba escrito, y aunque se moleste incontables veces con el universo por mantenerle esa tortura diaria de verle y fingir que todo se hallaba bien, jamás podría arrepentirse por completo de haber conocido a ese pequeño con sonrisa de conejo y complejo de fuckboy, que, aunque poseía el estilo, no era más que una fachada. Sólo era un niño mimado más. Uno que adoraba ser consentido especialmente por su hyung. 

 ―Vamos, Kook, ya es hora de irme. Mañana debo presentar un examen a primera hora ―se quejó el mayor mientras se hallaba retenido en los fuertes brazos del pelinegro, que no paraba de abrazarlo para evitar que se marchara.

¿Cómo evitaría confundirse con pequeños gestos así?

―Pero, hyung, no sería la primera vez que te quedas a dormir junto a mí ―se alzó sobre sus brazos y quedó a unos cuantos centímetros de distancia sobre el rostro del rubio―. ¿Qué te impide hacerlo esta vez?

Jimin tragó saliva e hizo lo posible para no bajar sus ojos a los delgados labios del contrario, aquellos que durante tanto tiempo ha querido probar más allá de sus fantasías.

―Hay apuntes importantes en los que debo reforzar y están en casa, así que lo mejor será que ya me retire ―con toda la fuerza de voluntad, alejó a Jungkook de su cuerpo y se levantó de la cama, en búsqueda de sus zapatos, aquellos que abandonó en medio de sus juegos con el menor.

Al encontrarlos a un lado de la mesita de noche, se los colocó lentamente y observó su cuerpo en el enorme espejo que tenía Jungkook en su habitación.

―Como quieras, hyung ―suspiró decepcionado y se levantó también, mientras buscaba las llaves de su hogar para enredarlas entre sus dedos―. Te acompañaré para asegurarme que llegarás a salvo.

Sin que pudiera notarlo, Jimin soltó una risa suave seguida de un suspiro ilusionado. A veces sólo era inevitable sentirse como lo hacía con Jungkook, porque a pesar de muchos años siendo amigos, jamás pasaba por alto esa caballerosidad que fue uno de los primeros aspectos que atraparon su corazón.

―Sabes que no es tan necesario. Vivo al frente, por dios ―se quejó, sin que la sonrisa abandonara sus labios.

―¡Vamos, Minnie! Conoces lo aterrador que se muestra el señor Park cuando te ve llegar tarde y a solas ―fingió soltar un escalofrío.

Ese extraño gesto hizo a Jimin reír mientras tapaba sus labios con una mano.

―. No sé de qué ríes, si es la verdad.

―Papá es igual de sobreprotector que tú, Kook ―rodó los ojos―. Tal vez por eso se llevan tan bien ―ironizó.

―Es que mi deber principal es proteger a mi mochi bonito―lo abrazó sobre sus hombros y despeinó suavemente su cabello. 

Jimin soltó un puchero rápido. 

―¡No arruines mi cabello, Jeon! ―se quejó con un chillido, alejándose para arreglarlo con los dedos. 

―Yah~ sólo bromeo, hyung ―lo abrazó por la espalda, como solía hacer―. ¿Me perdonas? ―los pucheros en Jungkook eran la debilidad de Jimin.

Aquel abrazo provocaba una ligera taquicardia en Jimin, quien tragó saliva ante lo bien que se sentía estar entre los brazos de su dongsaeng

𝐣𝐮𝐬𝐭 𝐛𝐞𝐬𝐭𝐢𝐞𝐬 ᥫ᭡ • kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora