Leopold "Butters" Stotch vuelve a Denver, su ciudad de nacimiento, luego de vivir 10 años en Chicago. Ingresa en la preparatoria South Park para su ultimo año antes de entrar a la universidad, allí conocerá a nuevas personas y alguien que será sumam...
Era una mañana nevada en Denver, la nieve había comenzado a caer desde hacía un par de días pero aún no era lo suficientemente abundante para causar problemas en las calles y carreteras. Sobre el color blanco aún sobresalía el concreto del suelo y el café de algunos árboles ya sin hojas, también los colores vivos de algunas casas, pero, sobretodo, sobresalía la chaqueta naranja de cierto chico que, como todas las mañanas, esperaba a su amigo para ir a la escuela.
Kenny McCormick pasaba el tiempo refunfuñando contra su profesor de canto, aunque en realidad no lo era, pues no pertenecía al coro escolar y ahora más que nunca se negaba a unirse. No quería pasar mucho tiempo más con el entrometido profesor que se metía en sus asuntos sólo para confundirle.
El día de la presentación navideña por fin había llegado luego de largas semanas de ensayo. Ese día durante la noche se pararía en un escenario para cantar enfrente de muchas personas y así saldar una deuda que tenía con el profesor. La deuda en realidad no era suya, pero no le importaba pagarla.
-Buenos días, Kenny – Saludó Butters apareciendo. El invierno le hacía llevar un abrigo invernal de color celeste con botones dorados.
-Buenos días, Buttercup – Saludó con una sonrisa – ¿Estás listo para hoy? -.
A Kenny no le interesaba mucho su propia participación en la presentación. Podrían llamarlo soberbio o engreído, pero sabía que le iría bien, lo que realmente le interesaba y preocupaba era Butters y no porque dudara de él. No lo hacía, para nada, pero sabía que se sentiría muy mal si todo el esfuerzo que puso en el evento no diera los resultados esperados.
-Sí, lo estoy – Respondió Butters sonriendo. La sonrisa en su rostro denotaba emoción.
Las inquietudes de Kenny se disiparon, al menos por el momento, pues esa sonrisa bastaba para tranquilizarle. La presentación no era lo único que le preocupaba, también estaba el viaje de Butters a Hawaii, pero parecía que su amigo quería olvidarse de eso y disfrutar del día.
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En la preparatoria South Park todo el mundo estaba emocionado, era su último día de clases antes de descansar por dos semanas enteras en compañía de sus familias. Todo el mundo tenía diferentes planes, pero la alegría de descansar era general.
Era la primera vez en varios días que Butters no tenía que ir al auditorio durante el almuerzo, pero tampoco fue a la cafetería con los demás, si no que se quedó en el salón de clases en compañía de Kyle.
-Bien, esto ya está, creo que terminamos – Comentó luego de ponerle el moño a un regalo.
-M-Muchas gracias por tu ayuda, Kyle – Dijo Butters genuinamente agradecido.
Siguiendo con el favor que le pidió el día anterior, Kyle se quedó con Butters en el salón de clases para ayudarle a envolver su regalo para el intercambio, prácticamente echando a Kenny y Stan a la cafetería. Cuando se pusieron manos a la obra, Kyle entendió porqué Butters pidió su ayuda, pues no se trató de un sólo regalo.
