Kaien, 19 años.
—
Su alteza real, príncipe Kaien de Avanta.
Su alteza, el motivo de esta carta es agradecerle el generoso regalo que ha enviado con motivo de mi cumpleaños. Es una pieza de joyería verdaderamente hermosa y que atesoraré como el presente que es.
No imaginé que se me asignaría una habitación en la zona de la reina a mi llegada, por un momento pensé que viviría en la Casa Kuchiki junto a mi padre, así que ha sido una enorme sorpresa para mi leer aquellas noticias. La reina definitivamente es una mujer generosa y me honra enormemente poder compartir una habitación cerca de ella.
También espero la llegada del verano para conocerlo, su alteza, aunque esta amistad por correspondencia es agradable.
De nuevo, completamente agradecida por el regalo, su amiga Rukia Kuchiki.
—
La voz de Nelliel tenía ese tono que ocultaba la burla por lo que ella acababa de leer en voz alta. Kaien había permitido que ella lo leyera porque Nelliel era su mejor amiga, sin embargo no le gustó el tono de voz de Nelliel ni la respuesta de Rukia.
— Todos los años le envías un regalo por su cumpleaños, ella sabe que serás el segundo príncipe del reino y que ustedes dos van a casarse, y aun así se pone a ella misma el rango de amiga. — Comentó Nelliel dejando la carta sobre el escritorio de aquél pequeño estudio en el que estaban. — O tal vez ella te está poniendo a ti en el rango de "amigo".
Kaien puso los ojos en blanco ante aquella ultima frase de Nelliel y se sentó en aquél divan donde a veces solía dormir. No era la primera vez que él pensaba que Rukia lo estaba relegando al rango de "amigos", y aquello le enojaba. Nunca se había visto que alguien rechace a un príncipe del reino, menos por una Kuchiki.
— Me puede poner en el rango que quiera, para finales de este año vamos a estar casados, le guste a ella o no, así que realmente no importa mucho. — Kaien levantó los hombros con indiferencia. — No es como que me agrade la idea de casarme con la chica Kuchiki. No quiero ser el Segundo Príncipe.
Nelliel lo miró, y Kaien pudo ver un destello de celos en sus ojos por haber mencionado el hecho de que él se iba a casar con la chica Kuchiki.
— Si no te agradara, no le enviarías regalos tan costosos. — Kaien de nuevo saboreó los celos en la voz de Nelliel.
Sería estúpido negar que Nelliel le gustaba, ella era realmente hermosa pero ella siempre lo había dejado todo en claro. No se iba a acostar con él ni con nadie que no fuera su esposo, y Kaien lo respetaba porque ambos habían crecido en el Palacio de Adelaar toda su vida, y porque Ulquiorra, el hermano de Nelliel, podría golpearlo por deshonrar a su hermana volviéndola una Inamorata.
— Te he dado regalos más costosos a ti. — Le recordó Kaien levantándose de su asiento para ir con ella, que estaba recargada en el escritorio donde había dejado la carta de Rukia. — El collar de zafiros, los brazaletes, las telas, los zapatos.
Con cada cosa que Kaien nombraba, se acercaba un paso a ella, hasta que la tomó con suavidad del mentón y la hizo levantar el rostro. Los ojos de Nelliel aun mostraban el enojo y los celos.
— También le has regalado lo mismo a ella. — Susurró Nelliel sin moverse. Ambos se conocían bien y sabían que aunque ella le resistiera la mirada, en algún momento ella sería la primera en rendirse en esas batallas silenciosas.
— Eres la única para la que he tocado el violín.
— Mientes.
— Cierto, fuiste a la primera a quién le dediqué una nota. — Corrigió Kaien acercándose a ella de la misma manera que se acercan las serpientes a sus presas antes de atacar. — También fuiste la primera a quien besé. ¿Ves? Has tenido mejores regalos que ella.
— ¿Y el collar de diamantes? — La pregunta de Nelliel le hizo sentir su cálido aliento sobre sus labios. Ella no huía de él, sino que lo dejaba acercarse mientras ella intentaba apoyarse mejor en el escritorio.
— Eso es algo que nadie más va a tener. — Kaien terminó de acortar la distancia entre ambos. — Eres su protectora, pero sigue siendo mío.
Kaien no dijo más, se acercó a Nelliel y la besó como solía hacerlo cuando estaba aburrido y tenía ganas de divertirse un poco con ella. Nelliel respondía los besos, incluso abría la boca permitiéndole hacer más intenso aquél momento, y dejaba que él le tocara el cuerpo por sobre la ropa. Kaien la tomó de las caderas y la hizo sentarse sobre el escritorio entre besos, ella separó las piernas sin mucha dificultad y Kaien se pudo acomodar entre ellas.
Nelliel también lo deseaba y Kaien utilizaba eso para intentar llevársela a la cama.
— Kaien, detente.
La voz de Nelliel sonó en un jadeo. Kaien estaba subiéndole la falta del vestido, aprovechando que ella no lo había detenido antes, pero dejó de hacerlo en cuanto ella habló. El juego había terminado y él tendría que jugar a una mano para bajarse las ganas; aun así, no salió de entre sus piernas.
— Conviértete en mi amante, Nell. — Susurró Kaien besándole el cuello mientras trataba de hacer que la molestia en sus pantalones aminorara. — Siente como me pones.
Kaien la tomó de la mano y la hizo tocarlo para que sintiera lo duro que estaba. Nelliel retiró la mano rápidamente, como siempre lo hacía, y lo miró a los ojos.
— ¿Para que me uses y me deseches cuando llegue la chica Kuchiki? — Nelliel lo alejó de ella y se acomodó el vestido. Ella tenía las mejillas con un bonito sonrojo y el vestido arrugado. — No. Usa a alguna de la Corte de la Reina, a mi no me vas a tratar como a ellas. Con su permiso, alteza.
Nelliel le hizo una reverencia y salió de aquél estudio donde ambos estaban encerrados. Kaien solo la miró irse y luego salió también de ahí. El enojo del rechazo de Nelliel hizo que todas las ganas se le bajaran. No la iba a perseguir, así que salió de aquella zona del palacio y empezó a caminar por los pasillos para dirigirse a la zona del rey.
Mientras subía las escaleras se encontró con la Kahya que bajaba con una enorme sonrisa del piso del rey. Kaien sonrió al ver a la mujer, ella había sido como su madre desde que él tenía memoria, y le tenía un gran afecto. Si por él fuera, le diría madre a la Kahya y no a la reina.
— Señora Retsu, ¿han llegado buenas noticias? — La curiosidad en la voz de Kaien era genuina, pues pocas veces veía sonreír a la Kahya de esa manera.
— Así es, su alteza. Esta mañana llegó un mensajero de Vermist con noticias sobre el príncipe Ichigo.
— ¿Mi hermano ha escrito? Pensé que se lo había tragado el mar. — Comentó Kaien, porque eso sería lo único bueno que podría hacer Ichigo, morirse y dejarle el camino libre para heredar el trono.
— Su alteza, no diga esas cosas. — Lo reprendió la Kahya con ese toque maternal que a simple vista parecía no cambiar de su tono habitual. — El príncipe escribió diciendo que llegará a inicios del siguiente mes.
Aquella noticia no le agradó para nada a Kaien, pero tuvo que fingir que realmente estaba feliz por el regreso de Ichigo. El futuro heredero del reino. El hijo legítimo del rey y la reina, y no un bastardo como él.
— Mi querida madre será la más feliz de todos al saber que mi hermanito vuelve a casa, así que no la retraso en su misión, señora Retsu.
La Kahya asintió y siguió su camino para salir de la zona del rey. Kaien terminó el recorrido hasta llegar a su habitación donde se encerró y trató de pensar en un plan para matar a Ichigo. Lo mejor que podía hacer era crear un "accidente" en el camino, pero necesitaba la fecha de viaje de Ichigo.
Mas tarde hablaría con su padre, seguramente en esa carta estaría escrito ese detalle.
ESTÁS LEYENDO
El Ruiseñor || IchiRuki FF
FanfictionIchigo regresa al reino después de completar su educación en el reino de su madre, se supone que él es el heredero, se supone que todo está bien y se supone que nada va a cambiar. Se supone. Ichigo ha aprendido, de una manera cruel, que su padre no...