Fiesta de cumpleaños

75 4 0
                                    

En cuanto abrió la puerta de la calle y vio a Hwang Hyunjin en el descansillo, comprendió Lee Minhee que habría dificultades.

A espaldas de ella, la fiesta se hacía más ruidosa. Ya había habido una pelea. Dos niños se habían pegado mutuamente y hubo un momento de barullo cuando uno de ellos fue lanzado pesada mente contra la pared. Pero fue una pelea corriente. Una reunión en donde los niños no se pelean no es una reunión.

Hwang Hyunjin dijo:
-Buenas tardes, mistress Lee.

Tenía ocho años y era ese niño ejemplar que nunca se vería complicado en una pelea: educado, limpio, tranquilo, cortés e inteligente.., pero también impopular. Su impopularidad era tal que procuraban apartarle de toda pelea en lugar de atraerle a ella. Era un niño frío. Aunque estaba allí con su deferente sonrisa, a Minhee le entraron escalofríos...

Llevaba un impermeable nuevo, sus zapatos estaban perfecta mente lustrados... («Probablemente limpiados por él mismo», pensó Minhee), y su cabello castaño claro cuidadosamente peinado. Traía un regalo envuelto con todo cuidado.

Minhee retrocedió y Hyunjin entró en el vestíbulo.

En aquel mismo instante, se abrió de un empujón la puerta del cuarto de estar y Minho salió de golpe. Se paró cuando vio a Hyunjin. Dijo lo que Minhee estaba segura que diría:

-Yo no le invité.

-Bueno, Minho...

-Muchas felicidades, Minho -dijo Hyunjin alargándole el paquete.

Minho no pudo evitar mirarle. Tampoco pudo evitar el movimiento instintivo de su mano hacia él. Luego, movió la cabeza y miró a Minhee.

-Pero, mamá...

Ella trató de suavizar la cuestión... o, mejor dicho, la embarulló. El ruido y el jaleo del cuarto de estar ayudaban a ello. Minho era incapaz de concentrarse. Quería quedarse y discutir; queria aceptar el regalo y regresar al tumulto. Minhee cogió el impermeable de Hyunjin y empujó a éste hacia la fiesta. No necesitó que le dijeran que se limpiara los zapatos en el felpudo, ni añadió nada a las huellas de barro que algunos niños habían dejado, Minho intentó decir algo; pero, sin saber cómo, se encontró con el paquete en la mano y empezó a desatarlo mientras seguía a Hyunjin al cuarto de estar.

Minhee permaneció junto a la puerta unos minutos, mirando al interior.
-¡Eh!...¡Mirad!...¡Qué estupendo!...

Minho quitó el papel y abrió la caja. Sacó una cigüeña y la alzó.

-Está echa de escayola -dijo Hyunjin pausadamente. Era una simple aclaración, pero quitó alegría de la cara de Minho. Los otros, que se habían acercado, retrocedieron y miraron a Hyunjin. Su regalo era de más precio que cualquiera de los que ellos habían traído. Lo había hecho mal. Siempre hacía las cosas mal. Con sólo que intentase hacer una cosa, ya la hacia mal.

Un muchacho alto, con pelo color de zanahoria, empujó a Minho. Minho dejó la cigüeña sobre una silla y le empujó a él.

Una muchacha, con una cinta para el pelo color azul, dijo: -¡Oh! No empiecen otra vez.

Y se apartó a un lado.
Se encontraba cerca de Hyunjin. Éste le sonrió. La miró, mirando después a otra niña que estaba un poco más allá, como si quisiera atraer a ambas más cerca de él.

-Siempre está hablando con las chicas -había dicho Minho en una ocasión a su madre.

Minhee observaba. Sí. Se daba cuenta de que Hyunjin era un niño que le gustaba hablar con las chicas porque no tenía nada que decir a los chicos. Pero las niñas no eran aduladoras. En lugar de acercarse a él, se echaron a reír, se miraron y se alejaron, mirando hacia atrás y riéndose siempre.

Party Games💀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora