La Cámara De Los Secretos: Cornelius Fudge

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La mala imagen que se estaba proyectando de la escuela y de los profesores divertía a los jóvenes futuristas. La realidad es que eran pocos los profesores que se salvaban como era el caso de los jefes de casa de Hufflepuff y Ravenclaw, Madame Pomfrey y otros cuatro profesores.

- ¿Te diviertes? - cuestiono Marcus a Roger

- Si te digo que no, miento - asegura el ex-ravenclaw

- Esta mierda se esta quemando más rápido que el arroz que hace Blaise a la una de la mañana y pedo - asegura Adrián

- Pero ese arroz estaba bueno - asegura Lirio

- Estaba bueno porque estábamos ebrios - asegura Percy - E intoxicados

Nadie le negó a lo dicho porque sabían que era verdad, tanto como el tema de que Blaise hacía un buen arroz estando ebrio; hasta el hecho de que ya habían estado intoxicados hasta el culo y comiendo arroz a las cuatro de la mañana después de haber quemado tres paquetes antes.

- Bueno, ¿Quién desea leer? - cuestiona Madame Pince, quien estaba sentada a lado de Madame Vector.

- ¡Yo lo haré! - exclama la mujer de cabellos pelirrojos oscuros quien aun parece negar los horribles hechos de que ha hecho su hija - Capítulo dieciocho: Cornelius Fudge

El peculiar grupo de Slytherin, un gryffindor, un hufflepuff y cuatro ravenclaw siempre habían sabido que Hagrid sentía una desgraciada afición por las criaturas grandes y monstruosas.

- No, que va - dijo con sarcasmo Sirius - No nos hemos dado cuenta

- Cállate chuco pulgoso - dijo Remus, mientras le daba un pequeño golpe en la nuca

- Perdón - susurró Sirius

Lo señores Black se quedaron sorprendidos, ¿Cómo era posible que el pequeño castaño pudiera controlar a su hijo así de fácil? No lo sabían, pero querían ver un bonito anillo en la mano de ese mago castaño.

Durante el curso anterior en Hogwarts había intentado criar un dragón en su pequeña cabaña de madera, y pasaría mucho tiempo antes de que pudieran olvidar al perro gigante de tres cabezas al que había puesto por nombre Fluffy. Harry estaba seguro de que si, de niño, Hagrid se enteró de que había un monstruo oculto en algún lugar del castillo, hizo lo imposible por echarle un vistazo.

- No tengo pruebas, y tampoco dudas - sonrió James ganando varias afirmaciones

Seguro que le parecía inhumano haber tenido encerrado al monstruo tanto tiempo y debía de pensar que el pobre tenía derecho a estirar un poco sus numerosas piernas. Podía imaginarse perfectamente a Hagrid, con trece años, intentando ponerle un collar y una correa. Pero también estaba seguro de que él nunca había tenido intención de matar a nadie.

𝐋𝐞𝐲𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐄𝐥 𝐑𝐞𝐲 𝐄𝐬𝐭𝐞𝐥𝐚𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora