11.Los nobles

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♠Narrador♠



—A ti te devorare y al demente lo convertiré en un pequeño trofeo —continuo el demonio al mismo tiempo que de su espalda salían dos alas enormes...

—Mierda... te has vuelto más feo —respondió con asombro Harland.

Seguido de sus palabras una oscuridad profunda los envolvió, aquel demonio no solo había desprendido sus alas, también desprendió su poder. 

—Perfecto, de cualquier forma vivir está sobrevalorado... —grito Aeolus al sentir el incremento de poder del demonio.

La esfera oscura que los envolvió impidió la vista de aquél, ese ser que entre las sombras los observaba.

Entre las sombras algo mucho más poderoso que los demonios los vigilaba expectante para obtener aquello que le habían ordenado. La tarea principal fue cumplida con éxitos

La orden fue clara, debía evitar cualquier enfrentamiento con los elementos, su cuerpo era muy valioso para su creador así que solo usó a unos demonios de carnada y se mantuvo atento entre las sombras por si estos fallaban, sin embargo todo había sido un éxito y solo quedaba acatar la última orden...

Se desplazó entre las sombras hasta llegar a su objetivo; dos mujeres se encontraban tiradas en el suelo y una de ellas era la cerradura que su creador tanto deseaba abrir. Se acercó a ellas, saliendo por fin de las sombras y mostrándose ante los ojos que nadie podía evitar, algo que lo hacía sentir sumamente incómodo.

Atentó ante cualquier movimiento se inclinó ante las dos mujeres; una de ellas era el objetivo, su bestia interior se lo confirmó, sentía como esté deseaba tomar su cuerpo, sentía como saboreaba el poder de aquella chica, pero algo extraño sacudió su cuerpo... él otro ser que albergaba en su interior despertó, algo que rara vez sucedía.

Inevitablemente cayó al suelo, un dolor insoportable llegó justo en el momento que aquél ser despertó. Sentía como su cuerpo y su mente se partirían en dos.

El recuerdo de la solución al dolor llegó:

 —Si llegas a experimentar el dolor de ser cortado en dos, dónde tú mente y cuerpo se dividen, junto a la sensación de un clavo perforando tus oídos... escúchame bien, debes sacar tu corazón y con la misma velocidad volverlo a introducir —con pasos amenazantes su creador se acercó, colocando una de sus manos sobre él, algo que le producía una sensación de asco —. Si lo haces mal nunca podrás regresar y tu madre no puede volver a pasar por un proceso de parto ¿Sabes muy bien a lo que me refiero no?.

Rápidamente sintió entre sus manos como su piel se rasgaba con la introducción de su mano, aquello ya no resultaba doloroso, su cuerpo ya se había acostumbrado. Luego de ponerlo en su lugar, sintió como aquel órgano volvía a adaptarse luego de la invasión, como si nunca hubiera pasado nada, la única prueba era el mar de sangre que se escurría del agujero en su pecho, ese que se iba cerrando poco a poco.

Se sentía abrumado con los dos seres en su interior despiertos y luchando entre sí... tomó rápidamente el brazo de la mujer, pero una voz lo detuvo:

—Tomad a mi pareja... —aquella voz fue interrumpida por una risa burlona y si alguno de los tres quiso en su momento responder, toda palabra que quiso salir de sus bocas se silenciaron cuándo la mujer rubia tomó uno de los tobillos del hombre.

Él hombre observó a la mujer, de sus enormes ojos azules brotaban gotas de agua y mantenía una expresión de suma tristeza.

—Por favor... —la voz de Azariel se iba apagando, pero su deseó de salvar a Haru la hicieron continuar —. Por favor, sálvala...

Haru, un nuevo amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora