Essoh
Esperé a que llegara guiado por la necesidad de hablarle nuevamente. Cuando llamó para agendar la cita, la asistente que tengo aquí justo coordinaba instrucciones al levantar el teléfono de la oficina.
Lo supe de inmediato, la curiosidad fue más de lo que debió ser, tantas incógnitas rondando en mi cabeza solo con la idea de Yvonne en el mismo espacio que yo o Yvonne trabajando para mí.
Lo qué se ve, no siempre es lo que es, contrario a lo que pensaba ella es todo lo opuesto. Quiere superarse así tenga apariencia de joven mimada.
Sus respuestas, aunque acertadas, con una prueba psicológica en el departamento de recursos humanos, estaría quemada, nunca me miraba fijamente, se peinaba ese hermoso cabello como un hábito o se retorcía en el asiento.
Inexperta, le falta conocer al mundo más, como evoluciona.
Cree que no sé de su pequeña actuación la mañana del día anterior, yo sabía que me espiaba desde el auto, porque sus cristales de enfrente no son tan tintados como cree y también sé que fingía leer como pretexto para alcanzarme.
No le hablo por respeto a su decisión, ella así lo quiso y yo no soy quien para atosigarla. Entonces, llegó primero con sus visitas al perfil anónimo de Facebook, luego el juego, después ahora, como se despidió.
Confiada, extrovertida y atrevida llamándome por mi nombre cuando debería referirse a mí por el apellido.
El cronómetro está corriendo desde que cruzó la puerta para marcharse y desde la ventana de arriba la vi arrancar el auto.
Confieso que, se veía arrolladora con aquel tipo de ropa, todos sus atuendos le quedan estupendos.
Si lo logra, le veré seguido, sino, ¿Qué pasa sino? ¿Voy a seguir viéndola desde lejos?
La frase que escribí el domingo fue pensando en lo que me gustaría y no haré.
Mejor, nunca digo nunca, la vida da muchas vueltas.
Termino aquí con lo de hoy, dejan colocado los estantes, exhibidores, modelos, ya trabajando en la decoración.
Antes hacia exportaciones, ya estoy viviendo aquí Allah sabrá por cuánto, decidí traer el negocio que es mi distracción y hobbies a estas tierras.
Compré el lugar el sábado al salir a pasear y ya el lunes estaba estableciéndome aquí luego de cambiar cada cerradura.
Voy abriéndome paso en el mercado de este lado. Las vallas se alzan en puntos claves donde se desplazan las maravillas de joyas que tiendo a diseñar.
Esta es la joyería, las piedras en bruto las traeré de Mahud también de otras partes.
Tengo una fundición allá, necesito una aquí, por el momento trabajan en otro local que está algo retirado por el uso de quema de materiales.
Lo que hago, lo que tengo planeado y lo eufórico que estoy porque esto marche, me tiene emocionado, sin duda, también ver si la señorita Hamilton es capaz de lograr lo que le pedí.
Si lo logra, la contrataré.
Tengo tanta curiosidad sobre ella, vivimos cerca, por ejemplo. A tan solo casas de distancia que en un chasquido pueden quedar cerca.
Llego a casa después de hacer varias diligencias que necesitaba, diseños de entrega, algunos más diferentes. Para la entrada ya están todos acomodados en sus respectivos aposentos. La criada lleva la cena hasta los míos, después la despacho, cenando en silencio.
Miro los dedos que enterré en ese glorioso cabello, recordando la textura, el aroma. Tan suave, brillante. Las yemas me pican por volver a hacerlo y la piel hormiguea con el recuerdo.