Dongmin observaba desde la esquina de la calle, el día deslizándose con una calma inquietante. El sol brillaba intensamente, filtrándose a través de las hojas de los árboles y proyectando sombras tranquilas sobre el pavimento. Las risas y charlas de los estudiantes flotaban en el aire, como un eco de normalidad que parecía burlarse de su propia angustia interna.
Mientras la vida continuaba como si nada hubiera pasado, él sentía una desconexión creciente con la realidad que lo rodeaba. Los gritos y el caos de hace dos noches parecían haberse desvanecido en una neblina de indiferencia, ahogados por la serenidad cotidiana que lo rodeaba. Cada sonrisa, cada gesto amistoso, parecía una burla de su propia tormenta interna.
Dongmin se sacudió de sus pensamientos, el eco de la risa siniestra en sus oídos se desvaneció momentáneamente ante la inesperada presencia de Bin. Su mirada se dirigió hacia el lado, encontrándose con el rostro impasible de su compañero, que ahora le sujetaba la mano con una firmeza inesperada.
—¿Estás bien? —la voz de Bin era calmada, pero había una calidad perturbadora en su tono, como si no solo estuviera preguntando por su estado físico, sino por el abismo oscuro que parecía haberse abierto dentro de él.
Dongmin se quedó inmóvil, incapaz de formar palabras. El contacto inesperado de la mano de Bin parecía desencadenar una avalancha de sensaciones en su interior, como si ese simple gesto pudiera arrancarlo de la pesadilla que lo consumía.
—Sí. Estoy bien. —murmuró con una sonrisa que trataba de ser tranquilizadora, aunque en su mente se libraba una batalla tumultuosa de caos y confusión.
Aunque intentaba mantener una fachada de normalidad, la verdad era que se sentía profundamente perturbado. El día en la escuela se desplegaba ante él con una normalidad inquietante, como si el horror de los eventos recientes no hubiera tenido lugar. La rutina de las clases y el bullicio de los estudiantes parecían burlarse de su tormento interior, una burla cruel que lo hacía sentir aún más aislado y desconectado de la realidad que lo rodeaba.
Cada risa, cada conversación casual, resonaba en sus oídos con un tono siniestro, intensificando su sensación de alienación. El día avanzaba con una calma perturbadora, mientras Dongmin se aferraba a la idea de que podía seguir adelante como si nada hubiera pasado, aunque sabía que la verdad era mucho más oscura y aterradora de lo que estaba dispuesto a enfrentar.
En la estación de policía, Namjoon estaba en un estado de frenesí controlado. La noticia de que Dongmin estaba vinculado a los recientes eventos le había causado una sacudida emocional y profesional. El pizarrón en la sala de operaciones estaba cubierto de notas, fotos y líneas de conexión, un laberinto de evidencias y suposiciones que sólo él parecía poder entender.
—¡Miren esto! —gritó Namjoon, señalando una fotografía en particular con una intensidad casi maníaca. —¡Cada pieza del rompecabezas apunta a Dongmin! No puedo ignorar la evidencia. ¡Esto no es una coincidencia!
Sus compañeros, cansados y preocupados, intentaron calmarlo. Sus rostros mostraban una mezcla de preocupación y frustración mientras le pedían que se tomara un descanso. Ellos sabían que su mente estaba al borde del colapso, pero la urgencia en sus ojos revelaba que la situación era mucho más grave de lo que podían imaginar.
—Namjoon, necesitas relajarte un poco. No podemos seguir así, no con esta presión constante. —dijo uno de sus colegas, tratando de ofrecer una voz de razón.
Namjoon lo miró con ojos llenos de una determinación que bordeaba el límite de la cordura. La idea de descansar, de apartar el caso y dejarlo en manos de otros, era una traición a su instinto y a su sentido del deber. Cada segundo sin avanzar en el caso era un minuto más de sufrimiento y caos que no podía permitir. Con un suspiro de frustración, dio un paso atrás, su mirada se desvió hacia el laberinto de notas y fotos que había creado, como si esperara encontrar una respuesta oculta entre el desorden.
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Cold Feelings || [ Binwoo +18 ]
FanfictionLee Dongmin esta mal de la cabeza, solo que él no lo sabe. Afirma no sentir nada por los demás, mucho menos la empatía. Una aterradora sombra siempre lo persigue a donde sea que vaya. Y una misteriosa voz en su cabeza hace de él un martirio. "Siem...