Despertó con Sirius bajo de él. Como pasaba últimamente cada mañana.
Estaban los dos tumbados estilo cucharita con las piernas enredadas. Ella tenía los brazos contra sí misma y él la tenía abrazada de los mismos con fuerza contra él.
Parpadeó y bostezó, el reloj de la pared le indicaba que era casi la hora de comer. Se habían ido a dormir casi despuntando el alba así que tampoco era tan raro.
El pelo de ella le molestaba en la cara y lo apartó suavemente. Se quedó viendo las ya negras y moradas marcas de sus dedos en el cuello de la chica y el, ya seco, sangrante mordisco de su hombro.
Olía a su champú de flores y tenía la cara tranquila y serena con unas graciosas marcas de saliva en la comisura de sus labios.
Se rió ligeramente, "Sirius siendo Sirius".
Se separó de ella con cuidado y cogió su varita, se puso los calcetines y las zapatillas de ir por casa.
En el baño, se lavó los dientes y se peinó con una coleta. Tenía cara de no haber dormido pero si lo había hecho, de hecho había dormido muy bien a pesar de todo lo de ayer.
Conforme se fue despertando, rememoró todo lo de la noche anterior con algo más de claridad y distancia.
Recordó la cena, el interrogatorio, la conversación con Orión Black y la pelea de la chica con Avery...
... Y lo que le acarreó esa pelea en su interior.
La posesividad sobre la chica, como se le fue la mano durante la última sesión de sexo y como... Como ella simplemente lo aceptó como si fuera algo normal.
Y no lo era.
O si.
No lo tenía muy claro.
Era evidente que había un consentimiento mutuo pero, ¿Dónde estaba el límite?
¿Le importaba tan si quiera lo que ella pensaba?
Hombre, le había hecho una poción para el dolor, importarle le importaba aunque fuera un poco.
Era una relación extraña, tóxica y con muchos matices fuera de la interacción normal entre dos seres humanos mentalmente estables.
Y eso era maravilloso y horrible a la vez.
Volvió a la habitación, la chica estaba boca abajo abrazada a la almohada que había usado él para dormir, medio destapada. Cogió la bata y se la puso dado que hacía algo de frío. La chimenea estaba apagada y el hechizo de mantenimiento de la casa se estaba desvaneciendo.
Rescató la pitillera y el mechero y se encendió un cigarro, iba a salir de la habitación pero la imagen de la chica le dio... Un no se qué, en el estómago.
Se acercó a taparla y cerrar los doseles, no sin antes acariciar su suave pelo.
Era tan bonita.
Era como un regalo de placer y sumisión caído el cielo.
Un regalo para él.
Se lo merecía. Por su vida, por su infancia de mierda, por su poder y magia y la frustración con lo de Lily.
Y se lo merecía por cada mierda que le había hecho esa chica que ahora dormía en la cama.
La deseaba casi con la misma intensidad que odio le había tenido en años.
Y esperaba que fuera mutuo pero no lo podía saber dado que ella deseaba el poder que ejercía sobre ella, la dominación... Pero no tenía por qué ser a él en sí.
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Puzzle De Fetiches
RomanceEl joven Severus Snape tiene un fetiche. No es un fetiche muy raro. Y tampoco le hubiera extrañado a nadie que lo tuviese dado que, al fin y al cabo, vivía en el límite de las Artes Oscuras. La jovencita Sirius Black tiene un fetiche que es absoluta...