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Bueno, la misma rutina de siempre: levantarse temprano, esperar a Shinso, llegar a oficina, etc. etc. etc.

Ya habían pasado un par de días desde que el nuevo secretario había llegado. Katsuki trataba de aguantarlo, pero le era muy difícil, siempre había algo que le molestara ¿Cómo puede ser que en sólo dos días no se cambiara esa horrible camisa mal planchada? Y eso sólo es el inicio de todo el dolor de cabeza que Kirishima le causaba.

—¡Hey!— ordenó ganandose la atención de su secretario— tus agujetas volvieron a desatarse.

≪¡Por tercera vez en el día!≫ pensó irritado ¡¿Que acaso ese chico no sabía atarse las agujetas?!

—Eh... sí, lo lamento señor —respondió mientras se hincaba a arreglarlas— no entiendo porque siempre se desatan.

—Quizá por que no sabes atarlas. Tch.—dijo Katsuki con un tono grosero y rodando los ojos.

—Bueno, si se cree mejor haciendo este tipo de cosas debería enseñarme a hacerlo.

—¡¿Me estan retando?! —Bakugo se levanto torpemente de su escritorio y se acercó amenazante a su secretario.

—No... señor... no-no es lo quise decir.

Kiri trataba de agitar las manos, tratando de disculparse por lo que acababa de decir, pero antes de poder reaccionar Katsuki ya estaba a su altura atando sus agujetas.

≪¡¿Esto realmente esta pasando?! ¡¿Mi jefe me enseña atarme las agujetas?!≫ pensaba nervioso sin darse cuenta que el rubor se apoderaba de su rostro. Se sentía tan avergonzado, esto no debía estar pasando, en todo caso él debía ser quien le ayude al jefe a atar sus cordones ¡No al revés!

—Listo, no es tan difícil ¿ viste?—Katsuki levantó la mirada quedando frente a frente a Kirishima, el cual tenía el rostro tratando de igualar el tono de su cabello. Fue entonces que se dio cuenta de lo que acababa de hacer— ¡Deja de mirarme así! Mierda, ¡Sólo te ayudé con tus cordones!

La vergüenza ahora invadía poco a poco el rostro de Bakugo ¿Qué era lo que acababa de hacer?¿Desde cuando un CEO atendía las necesidades personales de sus empleados? ¡Mierda! ¡Mierda! y más ¡Mierda! Por suerte nadie los vio, sería denigrante que hubiera testigos de lo que acababa de suceder.

Al sentir el calor en sus mejillas, Bakugo se levantó rápidamente volviendo
a su puesto, manteniendo una mirada seria, dejando al pobre secretario perplejo aún hincado en el mismo lugar.

—¡Si te atreves a decir algo de lo que acaba de pasar, te juro que te despido a ti y a Shoto! ¡¿Entendiste?!

—Eh.. Si-si  señor. 

Sacudiendo un poco su cabeza Kiri volvió  a la realidad, dirigiéndose a su escritorio sin dejar de pensar en lo que había sido todo eso. Le había atado sus cordones y también había gritado una grosería. Por lo que le había dicho Shoto, su jefe nunca había dicho una grosería en el trabajo, ya que eso arruinaría la pulcritud de sus palabras. Pero esa mañana no sólo había ensuciado su lenguaje, sino también su reputación (aunque claro, eso era algo que sólo los dos sabían).

La noche había llegado y ninguno de los dos volvieron a dirigirse la mirada o la palabra después del incidente de esa mañana, ambos aún sentían vergüenza sobre aquello y verse implicaba recordar lo sucedido

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La noche había llegado y ninguno de los dos volvieron a dirigirse la mirada o la palabra después del incidente de esa mañana, ambos aún sentían vergüenza sobre aquello y verse implicaba recordar lo sucedido.

Mientras Kiri terminaba de alistar sus cosas para poder irse a casa, llegó Shinso por el ascensor, algo agitado.

—Buenas noches, Shinso... —saludó Eijiro.

—¿Dónde esta Bakugo? —dijo algo preocupado e ignorando el saludo.

—Ahh... en su oficina —señaló la puerta— ¿Paso algo?

—¿Cómo que "pasó algo"? ¿Le informaste de la cena?

—¿Ce-cena?

—¡Sí! la cena de celebración por los 15 años de la empresa. Los invitados nos esperan en el salón.

Con todo lo que había sucedido, Kiri había olvidado completamente informarle sobre ese evento a su jefe. Demonios, sería hombre muerto por todo eso, quizá lo despida, o peor aún, despida a Shoto.

La puerta de la oficina de Katsuki se abrió, dejando ver al cenizo ya listo para el evento.

—Nadie tiene que recordarme la fecha en la que yo mismo funde esta empresa. Tch. Vamonos.

Antes de cerrar la puerta del ascensor, ambos veía algo extrañados a Kirishima ya que no subía con ellos.

—¡¿Qué esperas?! —se quejó el cenizo— ¡Vamonos!

—Ah...  Yo... Yo bajaré por las escaleras.

—¡¿Es una broma?! —Bakugo salió del ascensor y haló a Kirishima hacia el mismo— ¡No tenemos tiempo para tus tonterías!

—¡No señor!—trató de zafarse— ¡No puedo subir a un ascensor!

Ya era tarde, ya estaba dentro.

Shinso apretó el botón para la planta baja y las puertas comenzaron a cerrarse.

Kirishima comenzaba a sudar frío e hiperventilarse, estaba colapsando.

—Oye...—dijo preocupado Katsuki mientras se agachaba para auxiliarlo, ya que las piernas de Kirishima dejaron de responder— Oye... ¿Qué sucede? ¿Kirishima? ¡Eijiro!

Pero poco a poco los gritos del cenizo se fueron opacando, al igual que su vista... Kirishima había perdido la conciencia en brazos de Katsuki.

Debió haberle dicho antes acerca de su claustrofobia, por desgracia ahora ya es muy tarde, una persona no se puede explicar si está inconsciente.

Debió haberle dicho antes acerca de su claustrofobia, por desgracia ahora ya es muy tarde, una persona no se puede explicar si está inconsciente

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Sé que el capítulo resultó algo corto pero quería dejarlo en suspenso... jejeje

A partir de ahora nuestros protagonistas tendrán más interacción, jijiji.

No olviden votar y comentar, ya que eso me anima mucho a seguir escribiendo.

Sin más que decir, me despido.

Abrazos.

~Talita.

Con agua y jabón |KiriBaku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora